Por un ruralismo urbano sin etiquetas

turismorural A veces no me entra la letra del turismo rural. No concibo otra manera de pasar unas vacaciones en el campo que henchido de aire puro, frente a un paisaje subyugante, impregnado de aromas silvestres, adormilado por el silencio, prisionero de una soledad tan beatífico-mística como deseada. Hummm…! Y si cada equis horas sacio la sed con un vinito regocijante y el hambre con unas viandas de figón honrado, pues mejor que mejor. Un soplo de gloria divina.

Por eso no me entra la letra del turismo rural. Será que necesito sangre. O una ración de tentetieso. Lo que observo siempre en mis viajes por la piel de España es el signo indeleble del desarrollo. Un paisaje domesticado de postes eléctricos, cortafuegos forestales, repoblaciones montunas, molinos de viento, granjas eólicas, huertos solares, carreteras bien asfaltadas… También atravieso pueblos limpios, caseríos ordenados, plazas y calles iluminadas, colonias de chalets adosados, naves industriales donde se guarda la última tecnología en maquinaria agrícola, polideportivos y centros sociales, frontones y residencias de la tercera edad, algún que otro Eroski… Y no digamos si el pueblo está en fiestas patronales, cuando no hay quien duerma. ¿Estamos hablando de lo mismo cuando nos referimos al turismo rural?

Me hospedé hace un mes en un hotel de cinco estrellas y estructura urbana situado justo en el cruce de dos arterias muy transitadas que haría las delicias de muchos alojamientos londinenses o parisinos. Por mor de las definiciones autonómicas del turismo rural este establecimiento va a ser catalogado como hotel rural… No quisiera afirmar que en tales condiciones el turismo en el medio rural carece de futuro, porque hay gente que por precio o ardor sociable le va el matarile. Solo digo que debemos aclararnos de una vez cuando utilizamos formalmente esta etiqueta. O, aún más, debemos prescindir ya de añadirle marchamos genéricos y rangos clasificatorios a negocios turísticos que con mayor o menor fortuna no constituyen más que eso… Negocios de hospitalidad, liturgias y bienquerencias. Emprendimientos sin estrellas ni sangre. Aunque alguno vaya necesitando una dosis de tentetieso.

Fernando Gallardo |

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8 comentarios en “Por un ruralismo urbano sin etiquetas

  1. Algo de razón debo concederte, pero se nota que has viajado por autovías, carreteras nacionales, y/o zonas próximas a los grandes nucleos de población. Date una vuelta por el interior (Castilla La Mancha, Castilla y León, Extremadura,…) y ya cambiarás de opinión. Y recordarte que cuando el cliente va a una casa rural quiere un entorno como el que describes, pero tambien sentirse confortable: agua corriente, luz, electrodomésticos… que requieren energía. Repoblaciones y cortafuegos son precisos, ¿o no ves las noticias sobre incendios en nuestro país?

  2. No me lo puedo creer. Curiosamente, estas reflexiones han surgido al hilo de un viaje por Extremadura, Casta-La Mancha y, naturalmente, los alrededores de La Ruina Habitada, en Castilla y León. Ninguna otra región más, aparte Madrid. ¿Me has leído el pensamiento?

  3. La verdad es que la Administración con esto de las denominaciones de si hotel rural, pensión rústica, casa rural, casa de labranza… no hacen más que marear la perdiz. Que se dejen de tanta denominación extraña y que se dediquen a homogeneizar otros servicios.

    Entiendo que los postes de hormigón desentonan en el medio rural, pero lo tienen tan fácil como ponerlos de madera tratada. Yo tengo uno enfrente a mi casa y le tengo plantada una enredadera para que no se vea el poste. Ellos vienen y me la quitan y a los pocos días vuelvo a plantarle otra. Y así vamos tirando.

    En mi zona, de momento no hay muchos incendios, pero, a mi modo de ver, hay grupos de gente cobrando del Ayuntamiento y rascándose la barriga la mayor parte del año que podían estar desbrozando montes y se eliminaría una gran parte del peligro de los incendios… Vamos, que no deja de ser más que mi humilde opinión.

    • Yo no creo que los postes de hormigón desentonen per se en el medio rural. Desentonan en el medio urbano, pues se supone que este medio es más compacto, eficiente y, por tanto, con menores costes de mantenimiento, lo que hace factible el soterramiento de las líneas de servicio público. Pero en el medio rural son adecuados, pues el coste de soterrar dichas líneas sería inabordable para los habitantes rurales. Otra cuestión es que el diseño de estos postes contribuyan a hacer paisaje. O que los habitantes rurales se empeñaran hasta las cejas por el prurito de tener frente a sus casas o sus sembrados unos postes más elegantes.

  4. Hola Fernando! Si buscas paisajes subyugantes, aromas silvestres y silencio pásate (si no lo has hecho ya) por un lugar que se llama Cal Paller. Está en el Valle de Tuixén-La Vansa, en Catalunya. Cuando fuimos nos sorprendió eso que comentas: ni una línea de alta tensión, ni cables, nada urbano… Algunos de los pueblos como Ossera todavía sorprenden… Es un lugar especial…

    • Dices que en la vall de Tuixén no hay cables, ni nada urbano… Curiosamente, y es a lo que voy, las líneas de alta tensión y los cables son un elemento característico del paisaje rural. En el medio urbano no se ven cables ni líneas de alta tensión (salvo excepciones, que las hay).

      Estos indicios de civilización nos informan de que hay un paisaje humano. El turismo rural es turismo urbano, y por eso nos chirría la etiqueta, siempre asociada a un paisaje humano de menor poder adquisitivo y a un turismo más barato.

      El medio rural y el urbano tienden a igualarse en los países que alcanzan un cierto nivel de desarrollo, donde no existe una fuerte disrupción entre lo rural y lo urbano.

      Lo que buscan muchos acólitos del turismo no urbanizado es un paisaje no humano, un entorno de calidad ambiental, casi siempre virgen, un trozo de la memoria histórica de nuestro planeta antes de que el hombre estuviera tan comunicado, educado, sano y satisfecho de barriga como lo evidencia el tiempo que nos toca vivir.

      Pero ambos paisajes, el humano y el virginal, pueden ser codiciados por el turismo (y la cultura) si los que lo habitamos o lo visitamos de tanto en cuando nos preocupáramos de conservarlo o domesticarlo con sensibilidad, buen gusto, pulcritud y bastante más educación de la que hoy demostramos.

  5. La verdad es que personalmente las etiquetas son un estorbo. El catalogar un hotel con unas normativas que no se han actualizado prácticamente desde hace veinteaños y que no evaluan ni calidades y servicio me parece ya de antemano que no es muy útil evaluar únicamente metros cuadrados, alturas, anchuras y servicios como tener bidé, etc… La etiqueta de Hotel Rural, casa rural, etc., me parece que crea siempre una imagen en el receptor de que lo rural es «rústico» y la realidad muchas veces difiere de la etiqueta. Creo que hay hoteles rurales y casas rurales que son penosas, porque además de rústicas tienen las instalaciones como hace 30 años, y otras que la calidad de las instalaciones, el paisaje, el entorno y el servicio son únicas.

    El problema de las etiquetas es justamente lo que la propia palabra dice «etiquetar» algo, y creo que todo ésto radica en el concepto que tiene el usuario de esas etiquetas que, como personas que somos, tenemos nuestra propia opinión de lo que es para nosotros esa etiqueta. Muchas veces las estrellas se les cae a los hoteles de cinco estrellas. Y, por el contrario, muchas casas rurales, hoteles de 3 estrellas, y hoteles rurales que tienen un confort, unas instalaciones y un servicio de lujo, merecerían más estrellas.

    Creo que deberíamos de explicar a los usuarios el verdadero concepto de cada etiqueta. O simplemente dejarnos de etiquetas, porque en Europa difiere mucho la calidad de turismo y de instalaciones (que se rigen en normativas) con respecto a otros países de América y Asia, donde nos están superando en diseño, innovación, servicio y confort.

    A mi personalmente justamente el sábado me preguntaban unos clientes el concepto de «hotel boutique», ya que en otro hotel en el norte de España les habían explicado que eran hoteles de lujo de cinco estrellas. Pues no señores! Hay Hoteles de 4 estrellas y de 3 que son boutique. En Francia hay unos châteaux que no sé ni qué catalogación turística tienen a nivel interno, pero son boutique. Una boutique es una tienda donde tienen diseños únicos y el trato es personalizado para cada cliente, controlando que cada cual quede encantado con lo que compra porque es exclusivo para ella. Un hotel boutique no tiene que ser lujo, sino personalizar y hacer ver a los clientes que lo que ha elegido es para ellos y que se les ofrece un valor añadido único.

    Creo que el concepto de turismo rural nos lleva a todos a lo que comenta Fernando en su crítica, que nos lleva a la visión del pueblo con sus tractores, el campo, la casa rural con las camas de forja, o camas de la abuela, con chimeneas… Bueno, hay hoteles que están en entornos maravillosos. Nosotros conocemos uno en Palencia que es impresionante en instalaciones, entorno y se supone que está en un entorno rural, pero desde luego el concepto de imaginarte el tractor aparcado en la puerta del hotel al lado del coche del cliente quizás no es tan extremista. Ofrece el gran valor de levantarte de la cama y ver el campo y respirar un olor indescriptible en unas instalaciones cuidadas a mimo. Vamos a trabajar todos en ofrecer lo que tenemos que ofrecer y mejorar cada día, escuchar las críticas constructivas que, aunque nos toquen en el orgullo, son constuctivas y que hay esforzarse y seguir mejorando cada día porque a eso nos dedicamos todos. Trabajar cada vez más de manera conjunta para ayudarnos, y no compararnos y autojustificarnos.

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