Esta sección quiere analizar lo que vemos, solo aquello que vemos. La vista nos aportará un elemento de reflexión. ¿Qué significa ser distinto, competir por ser distinto? ¿Estamos seguros de marcar diferencias cuando decimos que todas las habitaciones de tal o cual hotel han sido decoradas con su propia personalidad? ¿Nos gusta lo que vemos? O, ¿en qué medida nos disgusta?
Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Cornell, Estados Unidos, demostró las excepcionales cualidades de las imágenes en fijar conceptos. Resulta que una imagen no vale más que mil palabras, sino más que 60.000 palabras. La velocidad de procesamiento de una imagen es 60.000 veces superior a la de una palabra.
Otro estudio anterior ya había demostrado que el cerebro humano puede recordar 2.500 imágenes con un 90% de precisión, varios días después de haber sido expuestas a ellas por tan solo 10 segundos. Un año más tarde, el grado de recuerdo se aproxima al 73%.
La presentación visual de un objeto, o de una situación, es más eficiente que la oral o la táctil. Está demostrado que en una exposición oral, los asistentes solo recordarán el 10% de lo escuchado a las 72 horas de concluir el seminario, mientras que el recuerdo asciende al 75% cuando se explica con imágenes. Las limitaciones del lenguaje textual surgen cuando el cerebro identifica lo leído como una secuencia de imágenes en miniatura. Porque las palabras en sí mismas son ilegibles a menos que se identifiquen por separado las letras que las componen y se detenga el proceso de lectura para verificarlas una a una. De ahí el retardo en la comprensión de su significado.
La dificultad en la lectura de un texto no proviene de su proximidad a la secuencia de imágenes, sino paradójicamente por su similitud a dicha secuencia. El cerebro lee viendo imágenes.
Reflexionemos, pues, sobre eso que vemos a lo largo de estos artículos.