Entender la ética con inteligencia

¿Atropello a la abuela o tiro el coche por el barranco? Éste es uno de los dilemas que los fabricantes de automóviles autónomos se están planteando en la actualidad. O, mejor dicho, lo que algunos intelectuales creen que los fabricantes de automóviles deberían plantearse a la hora de abordar la ética de la inteligencia artificial. El interrogante, en cualquier caso, debería ser respondido antes por los actuales conductores humanos. ¿Atropello a esa abuela que se me va a cruzar o me suicido antes, cuando todavía soy joven y productivo para la sociedad?

Es altamente probable que la respuesta venga servida por el sentido común y, más todavía, por el instinto de supervivencia humana: atropello a la abuela.

Ello no significa que los fabricantes vayan a programar los coches autónomos para que atropellen abuelas como si en ello les fuera el premio de un concurso. La ética social se impondrá a la del fabricante, sí. Pero no hay una sola ética social, como no hay un solo sistema cultural, ni un solo sistema político. Existirán, por tanto, fabricantes que programen sus vehículos para atropellar abuelas, otros para suicidar al ocupante en el nombre de Alá y los habrá también para que el peatón y el ocupante se hagan ambos el harakiri en loor de la inteligencia artificial.

China es el país que más invierte en inteligencia artificial: un 57% del total de patentes frente al 13% de Estados Unidos y el 7% de la Unión Europea. Nada menos que 17 de las 20 instituciones de investigación más relevantes en IA son chinas.

Aunque algunos científicos pensaron que la inteligencia humana era imposible de copiar, la aceleración tecnológica está empezando a cambiar esta percepción. La comunidad científica está cada día más cerca de comprender los mecanismos de la inteligencia humana y, por tanto, de admitir la posibilidad de replicarla algún día no muy lejano. La superinteligencia, que se alcanzará en un momento que visionarios como Ray Kurzweil definieron como de singularidad, tendrá capacidad para superar el debate antes expuesto y dar su réplica superinteligente al dilema del vehículo autónomo.

Nosotros, humanos, no sabemos todavía cuál será la ética de la inteligencia artificial autoprogramada. Ni lo podremos saber nunca hasta que los robots la promulguen y la hagan oficial en nuestra sociedad. Habrá llegado el momento de discernir qué humano continúa siendo Sapiens y qué humano se ha transformado en Inteligentis.

Fernando Gallardo |

2 comentarios en “Entender la ética con inteligencia

  1. Apreciado Fernando, a estas alturas de seguir vuestros criterios con interés ya puedo justificar el adjetivo. Más allá del tema de lectura propuesto, visionario como siempre, quiero agradecer la construcción de este umbral que nos permite, me permite, a la gente de este 2019 avizorar el mundo que propone el tránsito de más allá del 2020. Ya de por si, 2020, suena a fecha de ciencia ficción, creo que
    alguna vez en mi infancia la descubrí en algún «comic». Basta, solo eso agradecer que el umbral se mantenga.

    • Muy agradecido de veras. Porque la intención de este foro no es ni más ni menos que la expuesta: atreverse a cruzar el umbral de las ideas conocidas por otras que, lleguen a cuajar o no, inducen a la reflexión sobre el próximo paso a dar.

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