Tras ella se desató el escándalo. Ella fue la pregunta que me lanzó mi amiga y vecina neoyorquina, Pilar García de la Granja, en Twitter: «yo no digo nada de la polémica de los #stagiers hasta que se pronuncie @fgallardo». Y ella fue también la respuesta que recibió el tuit mientras este servidor tomaba la línea verde del metro a la altura de la calle 86: «En España, la formación tiene un valor bajo. En consecuencia, los #stagiers deberían pagar una pequeña cantidad por aprender trabajando».
Era el 1 de mayo.
Me voy a ahorrar aquí la ristra de insultos recibidos durante las primeras horas, y las subsiguientes, de los muchos acólitos que atesora el régimen norcoreano en España. Lo Sigue leyendo