He tenido la suerte de participar activamente en una acción de pura logística de transporte de exposiciones, de diversos artistas, que hemos realizado entre la península Ibérica y la isla de Lanzarote. Artística y aventurera esta experiencia propiciada por Antón Piñel, que retorna estas obras desde el hotel Convento de São Paulo, Portugal, después de haber sido allí exhibidas dentro de la programación de la red Hoteles del Arte. Poco a poco camina, navega, nuestro proyecto, lleno de anécdotas a cual más rica.
Lo que une a los hoteles Convento de Sao Paulo y Nautilus Lanzarote es una irrenunciable necesidad de crear y compartir vida a nivel artístico dentro de sus establecimientos. Y, ¿cómo lo hacen? Inventándose proyectos a propósito de los artistas que conocen y admiran. Puedo asegurar que en ambos hoteles, desde su clientela, existe una creciente expectativa hacia las actividades por venir. Posiblemente en este caso se transmiten la autenticidad, en el más profundo sentido de la palabra, y la necesidad de convivir con el arte contemporáneo y los jóvenes artístas, lo cual nada tiene que ver con el marketing en torno al mundo del arte y su repercusión en la venta hotelera. Dicho de otra manera: a la antigua usanza. La de los coleccionistas enamorados de la obra de sus artistas.
Dentro de la red Hoteles del Arte ya hemos realizado un buen puñado de exposiciones: Giancarlo Molinari, Nori Ushijima, Miguel Tahual, Marijose Recalde, Juan Sukilbide, Eugenio Bermejo, una servidora… Pero también hemos creado situaciónes de enriquecimiento creativo como este reciente viaje a Lanzarote. Propiciado por este estilo del que hablo, he tenido la suerte de compartir muchas horas de barco con Pedro J. Gómez, fotógrafo, artista marciano, interesantísimo, responsable de la organización del transporte.
Éstas son algunas frases escritas por Pedro y por mí a propósito de este periplo:
“Desde la ventana de mi cuarto, con vistas a la enorme piscina, observo actividad en la zona: el personal de mantenimiento está afanado en sus tareas de limpieza. Ducha rápida con jabón ecológico del dispensador del cuarto de baño -aprovechan el agua residual de la ducha para el riego, lo cual me va dando una idea de la concienciación con el medio que tiene esta gente: ¡chapeau!- y me dirijo al restaurante reparando, ya con la luz de la mañana, en lo cuidado del espacio, la cantidad de rinconcitos diseñados con gran gusto en los que conviven vegetación autóctona y esculturas y cerámicas (Pranjko, Oribe, Velasco, Recalde…), y en lo accesible del espacio, silla para el acceso a la piscina, ascensor, rampas de acceso, lo que me recuerda al equipamiento del baño, perfectamente adaptado… Y es que el hotel Nautilus está volcado en el turismo accesible. No deja de sorprenderme.” PJG
“Para mí volver a Nautilus ha sido como volver a casa. Una casa en la que puedo trabajar, interactuar con otros artistas, forjar proyectos. Siempre al abrigo de una isla mágica, una metáfora, una Itaca.” AE
“Estoy dando cuenta del generoso desayuno, cuando aparece Leda Giordano (directora del hotel), como un torbellino, y organizamos rápidamente la descarga. En menos de una hora, con la ayuda de Domingo, Santiago y José (¿?), la furgoneta se vacía y la obra a buen recaudo en la sala de exposiciones del Nautilus. Misión cumplida. Ya sólo me queda esperar al barco de vuelta, y son tres días… ¿Qué demonios voy a hacer yo tres días en esta isla? Al despertar tenemos por delante todo un día de horas larguísimas. Amaya se refugia en su Punset y en la contemplación de la estela de proa. Yo trato por enésima vez de incarle el diente a un Sloterdijk decididamente infumable, alternado con el cinismo de Andrujovich y, cómo no, con mi cámara.” PJG
“Bueno, estoy intentando que este viaje a Itaca no se acabe, le propongo a Pedro trabajar en algo conjuntamente… Lanceloto Malocello, colonizador de la isla, Tyterogakat para los autóctonos de aquella época, siglo XIV. Quien sabe. En nuestras 30 horas de vuelta hacia la península a Pedro y a mí nos da tiempo de hablar de todo, desde las teorías de Punset, cine y Tarkovski, a la música horrible del barco, los ingleses tomando el sol… Yo le digo: este viaje, esta semana, me parecen una eternidad, parece que llevo aquí toda la vida. El me dice: qué corto se me ha ido el tiempo.”AE
Amaya Espinoza |
Pingback: Nautilus Lanzarote en la Ruina Habitada « Nautilus Lanzarote