
por Carlos A. Domenech
He releído unas cuantas veces estas manifestaciones públicas de José Manuel Soria para dar pábulo a una idea que solo en una mala pesadilla podría iluminar. Cuando más falta hace que los españoles exporten, salgan por ahí a comerse el mundo, a relacionarse mejor con él, a aprender de los demás, a vivir, pensar y actuar en global… Cuando más falta hace que los grandes bloques regionales se organicen y cooperen entre sí, empezando por la vieja Europa… Cuando más falta hace la comunicación entre las personas, por wifi o de piel, y la configuración social de las grandes redes digitales… Cuando más falta hace ser universal, aparece el ministro Soria prorrogando la parálisis doméstica de los mercados y las personas, insuflando un patriotismo de probable cariz xenófobo (la falta de comunicación exterior acaba produciendo miedo al extranjero) y sembrando a futuro las raíces nunca del todo erradicadas de la catetería nacional. ¿No es acaso la Propuesta Soria una muestra más de aldeanismo atávico?
«Cuando nos visitan 57 millones de turistas cada año, no pueden estar equivocados. A lo mejor los equivocados somos nosotros, que en vez de quedarnos a hacer turismo dentro de España nos vamos a lugares recónditos del mundo», alega el ministro de Turismo. Y continúa con algo más chusco: «Muchos españoles que salen del país en busca de sol y playa y se encuentran con «mosquitos, temperaturas que sobrepasan los 35 y 40 grados y una temperatura del mar que no es la que se puede encontrar en España». El ministro más cañí de la órbita política española añade que «hay pocos lugares en el mundo que cuenten con la heterogeneidad de lugares y paisajes de que dispone el territorio nacional». ¡Olé!
Afortunadamente sus colegas europeos no toman en consideración a este señor. Afortunadamente para el turismo español, que en la primera mitad del año incrementó sus ingresos un 5,6 por ciento, según datos del propio ministerio de Turismo. Porque si los ministros europeos hubieran razonado igual de mal que el ministro español y animado a sus nacionales a quedarse en casa, España habría dejado de ingresar 23.644 millones de euros, con el consiguiente perjuicio de la industria turística nacional, condenada a extinguirse definitivamente. El Pensamiento Soria es, por consiguiente, un peligro mayúsculo para la economía española. Sus declaraciones nos deben hacer temblar a todos. Nos recuerdan aquella insensata campaña en contra del cava catalán. Un exabrupto carpetovetónico que da miasmas al paladar.
Conviene que alguien ilustre al ministro Soria, a todo el Gobierno de España, que las claves de la prosperidad económica residen en el intercambio de bienes, servicios y conocimientos. Sin un comprador, no hay vendedor. Sin un extranjero, no hay nacionales. Sin euros, no hay negocio. Sin ti, no existo yo.
Ministro Soria, yo no puedo confiar más en usted.
Fernando Gallardo |
Conviene añadir que el turismo español son también las miles de agencias que viven -y pagan impuestos- de comercializar viajes al exterior, los cientos de hoteles propiedad de cadenas españolas en todos los rincones del mundo, las líneas aéreas españolas que transportan personas hacia y desde España, así como los miles de españoles que salen al exterior con la prosaica intención de vender sus creaciones, sus servicios y sus conocimientos. Qué confusión mental más grande la de este ministro de Turismo.
Dios nos libre de los políticos con ocurrencias, tocayo!
Totalmente de acuerdo, cuando leí esas declaraciones, se ma cayeron los pantalones del susto. Solo falta que nos carguemos entre todos(sobre todo entre los de arriba) el Turismo, es el unico petroleo del que disponemos. A ver si me acuerdo de dedicar una oración aquí en Lourdes para que rectifique pensamiento y conducta, señor ministro. Amén.
Aunque siempre interesantes, no comparto muchas de tus ideas. Sin embargo, ésta sí al 100%: ¡lo que ya nos faltaba para hundirnos en la miseria es volver a la autarquía!