Experimentando. Así nos hemos levantado estos días al calor de la publicación de nuestra guía de Hoteles con Encanto para iPad e iPhone. Rastreando las estadísticas para ratificar lo que ya es lugar común: que el mundo del papel se transforma inexorablemente en un orbe digital preñado de oportunidades aún desconocidas. Me he descargado, como un usuario más, mi propia guía de la Apple Store a fin de sentir el gustillo en las tripas. Ha sido como aquella primera vez en que me bajé Sigue leyendo
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Manifiesto por un nuevo modelo de turismo rural
Si el turismo rural en España quisiera darse por enterado de que hay crisis el remedio ya estaría en la farmacia. Pero la resistencia de muchos propietarios de hotelitos y casas de campo a pasar por la clínica no solo esconde, sino agrava, la evidencia de una enfermedad que lastra la economía de muchas familias que habían puesto sus esperanzas de una vida digna en la industria turística rural. Seamos sinceros, el diagnóstico no puede ser más preocupante. El segmento más débil del turismo en España está sobresaturado en un buen número de comunidades autónomas, la oferta se halla también en gran parte desfasada, los canales de comercialización son prácticamente inexistentes, la ocupación media de las casas rurales es mínima y la abundancia de subvenciones durante unas décadas han distorsionado, cuando no falseado, las reglas competitivas del libre mercado. A veces, por dar satisfacción a todos, se ha premiado a quien no lo merecía en desfavor de quien realmente lo acreditaba.
Desde este Foro de la Ruina Habitada hemos alertado en reiteradas ocasiones sobre los problemas que afectan al turismo rural (entendido como el turismo en el medio rural) en España. Es comprensible la renuencia de quien ha hecho de su casa un modo de vivir, y sobre todo cuando esta vivienda le proviene de una herencia familiar o le transmite unas sentidas bienquerencias. Las gentes del campo suelen mostrar un indisimulado orgullo de su territorio y pertenencias, lo que en no pocas ocasiones provoca malentendidos con una clientela de procedencia generalmente urbana. Pobrecitos que vienen enfermos de la ciudad y necesitan este balneario natural para desestresarse, piensan con frecuencia celosos de su dignidad ancestral. En diferente sentido, pero igualmente expresiva de este falso prejuicio convivencial, los urbanitas tampoco esconden su incomprensión por el temor manifiesto de los campestres hacia la gran ciudad, sus agobios, su agresividad y su modernidad. Ese desencuentro cultural explica muchos de los comportamientos de la industria turística y la desafección por los viajes culturales fuera de temporada.
Porque no olvidemos algo trascendental. El turismo rural, que fue pensado como una alternativa al binomio sol-playa y, por ende, a la estacionalidad del turismo vacacional, presenta un cuadro
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