Si el turismo rural en España quisiera darse por enterado de que hay crisis el remedio ya estaría en la farmacia. Pero la resistencia de muchos propietarios de hotelitos y casas de campo a pasar por la clínica no solo esconde, sino agrava, la evidencia de una enfermedad que lastra la economía de muchas familias que habían puesto sus esperanzas de una vida digna en la industria turística rural. Seamos sinceros, el diagnóstico no puede ser más preocupante. El segmento más débil del turismo en España está sobresaturado en un buen número de comunidades autónomas, la oferta se halla también en gran parte desfasada, los canales de comercialización son prácticamente inexistentes, la ocupación media de las casas rurales es mínima y la abundancia de subvenciones durante unas décadas han distorsionado, cuando no falseado, las reglas competitivas del libre mercado. A veces, por dar satisfacción a todos, se ha premiado a quien no lo merecía en desfavor de quien realmente lo acreditaba.
Desde este Foro de la Ruina Habitada hemos alertado en reiteradas ocasiones sobre los problemas que afectan al turismo rural (entendido como el turismo en el medio rural) en España. Es comprensible la renuencia de quien ha hecho de su casa un modo de vivir, y sobre todo cuando esta vivienda le proviene de una herencia familiar o le transmite unas sentidas bienquerencias. Las gentes del campo suelen mostrar un indisimulado orgullo de su territorio y pertenencias, lo que en no pocas ocasiones provoca malentendidos con una clientela de procedencia generalmente urbana. Pobrecitos que vienen enfermos de la ciudad y necesitan este balneario natural para desestresarse, piensan con frecuencia celosos de su dignidad ancestral. En diferente sentido, pero igualmente expresiva de este falso prejuicio convivencial, los urbanitas tampoco esconden su incomprensión por el temor manifiesto de los campestres hacia la gran ciudad, sus agobios, su agresividad y su modernidad. Ese desencuentro cultural explica muchos de los comportamientos de la industria turística y la desafección por los viajes culturales fuera de temporada.
Porque no olvidemos algo trascendental. El turismo rural, que fue pensado como una alternativa al binomio sol-playa y, por ende, a la estacionalidad del turismo vacacional, presenta un cuadro
de ocupación aún más estacional que aquel. Y eso, quiéranlo o no muchos de sus actores, condiciona de sobremanera la viabilidad de numerosos emprendimientos turísticos en la España interior. A los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) me remito.
La ocupación anual del turismo rural en España ha sido durante temporada precedente del 15,72%. Esta cifra produce escalofríos a cualquiera que sepa de qué va el mundo empresarial. Y, si bien es cierto que en los alojamientos rurales de alquiler compartido trabajan principalmente en ellos sus propietarios y la familia de sus propietarios, o que en los de alquiler completo no hay mayores gastos que los variables de sostenimiento del negocio, un cálculo rápido establece las difíciles condiciones de viabilidad de estos alojamientos en el marco de abierta competencia en que se desarrollan. El 15,72% de un año son 57 días, que por 10 plazas de media en la mayoría de establecimientos dan un conjunto anual de 570 estancias, que multiplicado por su precio medio en España -30 euros- registra un saldo de 17.100 euros. Pongamos que los costes variables apenas alcancen el 25% de la actividad y que el resto sea absorbido por el emprendimiento familiar, lo que generaría unos beneficios de 12.825 euros. Un claro ejemplo de mileurismo… En esas condiciones, ¿cómo costear entonces las amortizaciones de la inversión y cómo pensar en una actualización constante de las instalaciones? Imposible sin una subvención. La misma que impulsó al principio el negocio se convierte, al cabo de los 10 años, en una exigencia imprescindible del negocio turístico rural.
Es obvio que las cifras aludidas son inexactas, pero nos sirven como punto de partida para esta comprometida reflexión. Un buen puñado -cientos, tal vez miles- de hotelitos y casas rurales no pueden quejarse: sus índices de ocupación y precios figuran muy por encima de estas medias. Pero, ¿cuántos otros miles de negocios no andarán ya por debajo de esta media, a punto de caramelo para el cierre? Imaginemos que una casa rural ha hecho una inversion modesta de, pongamos por ejemplo, 400.000 euros y obtiene unos beneficios netos de 10.000 euros luego de impuestos… Su ROI apenas sería del 2,5%, por debajo del i.p.c., con lo que este propietario estaría poniendo dinero de su bolsillo solo por tenerla abierta. Claro que se me dirá que la mayoría de las casas rurales se mantienen por capricho, pero repito lo expuesto anteriormente: ¿después de 10 años, quién va a costear la reinversión requerida en mantener actualizado el establecimiento?
Sigamos con el análisis del cuadro de ocupación del turismo rural en España. La comunidad más solvente para el turismo rural es la Balear, que salva el año con un 40,1 de las camas llenas. Luego vienen las de Navarra y el País Vasco, con el 23,73% y el 23,09% respectivamente. En el furgón de cola figuran Murcia (8,31%), la Comunidad Valenciana (10,95%) y Castilla-La Mancha (12,06%). Castilla y León, que se autoproclama líder en turismo rural, apenas llena el 14,05% de sus camas, por debajo de la media nacional. Por debajo de la media también se encuentran Extremadura (12,43%), Andalucía (12,66%), Madrid (15,24%) y Asturias (15,34%), ésta última con un sobredimensionamiento insensato de su oferta. Casi todas exigidas ya, después de 20 años de crecimiento, por la obsolescencia de buena parte de sus establecimientos.
Del cuadro mencionado llama poderosamente la atención la fuerte estacionalidad del turismo rural en algunas CC.AA. Y sobre todas ellas, la de Asturias. Aquí se alcanza un pico máximo del 60,81% de ocupación en agosto -solo por debajo de Baleares, con el 65,23%-, pero el resto de los meses resulta verdaderamente ruinoso: 4,14% en enero, muy por debajo de las demás CC.AA.; 4,66% en febrero, casi igual que Murcia; 7,34% en marzo, solo por debajo de Murcia; 12,87% en abril, solo por debajo de Murcia y Andalucía; 6,55% en mayo, solo por debajo de Murcia; 9,52% en junio, la cuarta peor comunidad; 32,21%, donde empieza a remontar el vuelo para alcanzar la susodicha cifra de agosto; 15,04% en septiembre, en la media española; 12,41% en octubre, de nuevo hacia abajo; 3,02% en noviembre, la peor de todas las comunidades; y 10,34% en diciembre, la segunda peor de las comunidades.
La relevancia negativa que le hemos dado aquí al Principado de Asturias no estriba en sus cifras absolutas, sino en las relativas al número de establecimientos de turismo rural que posee: 1.439 (12.853 camas) al término de julio 2011, la tercera comunidad turístico rural más poblada de España, después de Castilla y León (3.250) y de Cataluña (1.749). Se puede alegar que el caso de Castilla y León es aún peor, pues con un número superior de alojamientos acredita un índice de ocupación menor. Pero lo que nos interesa analizar aquí no es la escasa ocupación sostenida a lo largo del año, sino ese pico decuplicador que obtiene en el mes de agosto. ¿Tendrá que ver con la climatología? Podría ser, aunque esa circunstancia debería generar entonces el mismo efecto en Cantabria, Galicia y el País Vasco, que doblan las ocupaciones de Asturias en los meses de temporada baja. Pensemos más bien que durante 2010 los precios medios en Asturias oscilaron en torno a los 27 euros por persona y día, mientras que los de Cantabria estuvieron en 34 euros, los de Galicia en 32 euros y los de Euskadi en 31 euros, según el barómetro de Toprural. Es factible, pues, que los bajos precios de Asturias sirvieran de estímulo para la clientela de julio y agosto, siempre sensible a este factor y dada la saturación de oferta que, en general, padece el turismo rural en España.
A mi entender, la política de bajos precios incentiva a los viajeros de julio y agosto, pero no a los que viajan el resto del año. Que sufrimos una crisis turística es obvio, pero ello no explica este desajuste en los índices de ocupación fuera de la temporada alta. Creo más bien que el motivo principal de este desajuste se debe, no a una oferta de baja calidad -como algunos han pensado-, sino a una oferta que apenas cumple las expectativas de los viajeros. Es decir, una oferta fuera de foco del mercado. En Asturias y en el resto de España, pero mucho más en Asturias. El turismo rural debería superar su obsolescencia, racionalizar su crecimiento, depurar su saturación y, en suma, reinventarse con un modelo de negocio basado en la diferenciación, la innovación, la sensorialidad, la capacidad de provocar emociones, la oferta experiencial y la vindicación de la acogida como es la hospitalidad por antonomasia. Nada distinto a lo que le ocurre al turismo vacacional de costa… Y cuando recalco el factor acogida no me refiero a todos esos empresarios cabalmente preocupados por recibir a sus huéspedes. Me acuerdo de aquellos otros que por indolencia o multitarea se ausentan cuando está a punto de llegar el cliente, o los hace esperar frente a la puerta, o se muestran presurosos en el trato, cuando no desidiosos o indiferentes. Seguramente no son la mayoría, pero quien esto suscribe se los ha topado en gran número a lo largo de sus 33 años de experiencia profesional.
A unos y otros, aunque más a los primeros por razones que se entienden, les recuerdo que mucho hemos escrito ya sobre el devenir del turismo rural, sus beneficios y sus carencias. Lo hemos escrito en este Foro de la Ruina Habitada y en otros foros: ¿Cómo lograr que repunte el turismo rural en España?, #microdebates sobre turismo rural en España, Por un ruralismo urbano sin etiquetas, Un nuevo espacio para el turismo rural, Un libro de estilo en cada casa, La hoz, el martillo y ahora las espigas, etcétera… Lo hemos publicado en muy diversas ocasiones en el diario EL PAÍS y en las guías publicadas por EL PAÍS-Aguilar. Y lo sacralizamos 26 años atrás, cuando un grupo de locos con atribuciones de gobierno creamos el núcleo de desarrollo rural de Taramundi, en Asturias, que todo el mundo entendió como experimento pionero de esta oleada del turismo rural en España.
Con tales acreditaciones sigo glosando el presente y proclamando el enorme futuro del turismo en el medio rural, pero desde la perspectiva que me da el siglo XXI y no desde el falso historicismo del siglo XIX, que la clientela de este negocio habita donde habita y en la época en que habita.
Creo en el turismo rural como un motor de desarrollo y de vertebración territorial. Creo en el turismo rural como un instrumento para la salvaguarda del patrimonio secular. Creo en el turismo rural como un dinamizador del empleo y la empresa familiar. Creo en el turismo rural como una alternativa de ocio al binomio sol-playa y a la impersonalidad del turismo de masas. Creo en el turismo rural como un sentimiento, el arte de la hospitalidad. Creo en el turismo rural como una pulsión creativa e innovadora del individuo y la nueva sociedad del conocimiento. Creo en el turismo rural como un vector diferencial y un factor de cooperación personal e interempresarial. Creo en el turismo rural como una escuela de personas. Creo en el turismo rural como una experiencia única y vivificante en la naturaleza. Creo en el turismo rural como un puente entre el pasado y el futuro. Creo en el turismo rural como una etiqueta, es verdad.
Y por eso, porque creo así en el turismo rural, apelo a una reflexión en común sobre la realidad económica, política, social, cultural e intelectual de esta industria global.
Abogo por la creación de redes corporativas entre hoteles y casas rurales con afinidades personales y empresariales.
Abogo por la cooperación entre empresarios con objeto de constituir unidades de gestión que agranden la capacidad operativa de sus establecimientos y hacerlos así más eficientes y viables.
Abogo por la utilización persistente e inteligente de las redes sociales y el turismo 2.0 en la promoción de los alojamientos y la fidelización de sus clientes.
Abogo por la independencia en la prescripción de los alojamientos rurales, así como en la libre adhesión de éstos a las asociaciones o clubes de calidad de carácter privado y en el reconocimiento de la subjetividad de las clasificaciones que aquellos deseen promover.
Abogo por el entendimiento entre propietarios e intermediarios para ensanchar las posibilidades de comercialización de sus establecimientos, con la convicción de que tanto unos como otros son imprescindibles en la cadena de valor turística.
Abogo por la privatización y segmentación de las centrales de reservas con obediencia a los caracteres diferenciadores de cada una de las redes corporativas que se constituyan en la industria turística.
Abogo por la modernización de las instalaciones y los servicios, las primeras como una interpretación personalizada de la arquitectura de los sentidos y los segundos con la visión emocional y creativas de unas liturgias que deberían diferenciar a cada alojamiento.
Abogo por un refinamiento estético y profesional en el inmarcesible arte de la hospitalidad.
Abogo, en ese sentido, por una mayor capacitación empresarial y profesional no sujeta únicamente a un plan de enseñanza, sino a un sistema de aprendizaje y de formación para la innovación.
Abogo por la ética sostenible de los establecimientos de turismo rural más allá de esa estrecha formulación del triple balance económico, social y ambiental.
Abogo por la interacción poliédrica entre los alojamientos y los destinos concernidos.
Abogo por la venta de experiencias y no de camas en los alojamientos rurales.
Abogo por una mayor libertad empresarial y un menor proteccionismo del ámbito público, sin que ello suponga un obstáculo a la sinérgica colaboración entre ambos.
Abogo por una competencia entre empresas basada en lo distintivo y no en lo superlativo.
Abogo por un mayor grado de innovación, diferenciación y cooperación en el conjunto del sector turístico.
Abogo, en fin, por un turismo con más corazón que ombligo y más lírica que épica.
Fernando Gallardo |
Totalmente de acuerdo, Sr. Gallardo. Casas con Alma…
No puedo estar más de acuerdo contigo. Estamos en esa fase que describes, en la que la ilusión se nos va, tapada por la niebla de las deudas. O esto cambia o lamentablemente esta ilusión se irá perdiendo del todo. Echo mucho de menos esa camaradería, que no sé donde buscar en Castilla y León. Solo la consigo puntualmente.
Nunca hay que desesperar mientras haya ideas, entusiasmo y voluntad de hacer bien las cosas. La camaradería entre propietarios de alojamientos turísticos podrás hallarla en las Jornadas de la Ruina Habitada que celebramos todos los años en algún punto de la geografía ibérica, siempre en el mes de noviembre. ¡Te esperamos este año!
Extraordinario tocayo, seguro que más de uno ha tenido que levantarse de la silla para tomar aire. Solo añadiría una cosa más: nos falta pasión y espíritu de equipo.
¡Excelente documento! Si en vez de tanta discusión estéril sobre espigas, trisqueles, bellotas, barras y estrellas, ministerios de turismo, subvenciones y demás películas estuviéramos debatiendo sobre las ideas de este manifiesto, seguro hubiéramos avanzado mucho. Muchas gracias por este manifiesto. A ver si conseguimos convertirlo en una base real de discusión. Sería realmente provechoso.
¡Por fin, alguien que maneja las cifras del sector con objetividad y sensatez! A ver si logramos pasar de la camaradería a la verdadera cooperación –tan esencial para nuestro futuro.
Bueno por una vez también estoy de acuerdo, pero no debemos olvidar que hay muchos que se han metido en «un charco que no podían cruzar», sin interés, invirtiendo más de lo que tenían, dejándolo en manos de terceros o cuartos, sin ilusión, pero sobre todo sin tener claro lo que es una empresa, grande o pequeña da igual, de «Turismo Rural». Y, claro, ahora pasa lo que pasa.
Como no podía ser de otra manera, quiero agradecer a Fernando este documento lleno de reflexiones y verdades. Verdades que muchos de nosotros conocemos perfectamente y que estamos conviviendo con ellas. Muchos de los que estamos en el turismo rural conocemos con rigor lo que está ocurriendo en estos momentos con el turismo rural. No es nada sorprendente, ni irreal; es algo que estaba enganchado al sistema económico, y, por lo tanto, en el momento que el sistema económico se desgarrase, el turismo rural quedaría fuera de protección.
Muchos son los que no tuvieron presente en momentos de bonanza económica que el turismo rural tiene como objetivo ser complemento económico a la actividad agraria y ganadera del medio rural, que la rentabilidad de una casa de 10 plazas tienes sus limitaciones. Alguien, de manera interesada y sabemos a quién me refiero, ha propiciado esta eclosión del turismo rural, el todo vale, da igual el destino, el lugar, el modelo, esa vorágine de subvenciones intencionadas, sin tener en cuenta el futuro, sin tener el cuenta la realidad, pero teniendo en cuenta el interés político.
En muchos momentos, en foros, en congresos, en jornadas, en…, siempre he escuchado a los gurús del turismo, no solamente del turismo rural, esta frase: las crisis son oportunidades. Espero que esta crisis sea una oportunidad para el turismo rural. Una oportunidad para hacer lo que hasta ahora no se ha hecho, y no se ha hecho porque todas las fuerzas han estado desunidas para hacer de ello una verdadera realidad. Ha llegado el momento, el momento de la realidad rural, de poner a cada uno en su sitio, de valorar lo que cada uno ha realizado, de desmontar tópicos, de derribar barreras y corralitos, de ver cual es lo real y cual lo irreal, de cual es lo viable y lo inviable.
Las administraciones no han sido capaces de marcar un camino. El camino lo marcará la realidad económica. La velocidad real es vertiginosa, pero no debemos perder el control de los mandos. Ahora es el momento de aplicar los valores que tanto has manifestado en tus abogos. Decirte, Fernando, que hace falta articular mecanismos que canalicen tus abogos de una forma concreta y creíble. La filosofía, algunos la conocemos. Falta aplicar la filosofía a las herramientas.
Hola Javier, me alegra leerte, tanto tú como el resto de escribientes en este foro tenéis razón con las amenazas persistentes del turismo rural: ilegales, subvenciones a diestro y siniestro…, Todo el resto de males ya era visible desde hace años, y creo que hemos llegado al punto de inflexión; hay que ir a la acción, como dice javier: «dejemos de barreras, tópicos, corralitos» de los de siempre y trazemos la oportunidad que la crisis nos puede ofrecer. Creo que el camino está claro. Aprovechemos el poder de las nuevas tecnologías de la comunicación. Estoy convencido de que son la herramienta que puede permitir, si queremos, los cambios y acciones necesarios para que el turismo rural subsista con los valores intrínsecos que tiene.
Abogo por que la conexión en la zonas rurales sea de calidad, que tengamos 3G, que hagamos un destino rural de emociones para que los viajeros encuentren la aventura que venían a buscar, que les prestemos servicios, que de una vez por todas se corten las subvenciones, que las administraciones creen las infraestructuras en los destinos, que realicen una labor de difusión en las redes. Cuando hablo de infraestructuras caminos, vías verdes, etc., no alojamientos en Aragón (se han gastado mucho dinero en hospederías), el dinero lo sacan de nuestros impuestos que al final caen en cadenas hoteleras de gran dimensión. Por una marca única para que llegue a todo el mundo. Por una regulación del sector. No podemos crecer sin planificación, un largo etc.
En Portugal (Algarve) es lo mismo. Es imposible hacer del turismo rural (los pequeños hoteles hasta 14 habitaciones) un sector profesional para que los operadores especializados pueden verlos como una distribución valida. El negocio de los pequeños hoteles no es la hospitalidad; es una forma de vida. Estoy construyendo un portal para los operadores de turismo rural (que solo venden el sol, la playa y el golf) y ahora necesitan ayuda para saber cómo vender este producto, y estoy poniendo más hoteles con 20 habitaciones. Los pequeños hoteles rurales son de olvidar. Desafortunadamente, debido a que son la verdadera esencia del Turismo Rural, pero no quieren que sea un negocio. Sólo para que sobreviva la familia.
Una propuesta de trabajo muy interesante. A nuestro corto entender hay dos corrientes en esto del turismo rural: por una parte, un turismo rural artesano, experiencial; y por otra, un turismo rural industrial. Son dos puntos de vista válidos, y cada uno elige el que mejor cuadre con su forma de entender la actividad y, si apuramos, la vida. Ninguno de los dos tiene carácter de solución universal, ninguno de ellos garantiza nada, y probablemente también tengan públicos distintos. Quizás ocurra algo parecido con los restaurantes y con tantas otras cosas. Una solución de compromiso sería diferenciar ambos, pero no por iniciativa de la administración, sino por iniciativa de los propietarios, sin ministerios, ni ayudas, ni categorías. Algo más arriba hemos leido una expresión que nos ha encantado: «casas con alma», qué buen comienzo para una agrupación de intereses de afines. ¡Qué buena marca!
Considero muy acertada esta visión. De hecho, acertadísima. Tan acertada que justifica por sí misma la imposibilidad de legitimar una clasificación oficial del turismo rural que estaría negando, por ordeno y mando administrativo, el puñado de emprendimientos rurales que no siente ninguna necesidad de profesionalizarse o de aparecer como valiosos ante una clientela exigente o cumplir con el precepto fiscal de actividad empresarial cuando solo desea trabajar dos días a la semana y dos meses al año. Estos emprendimientos deben tener garantizada su libertad operativa sin otros condicionamientos que su transparencia, la seguridad y la salud de sus pasajeros, el respeto medioambiental y a los demás, una existencia sin ayudas oficiales y, a lo más, un régimen fiscal propio y equitativo con su mínima actividad. El resto lo debe poner la cultura y la buena educación, sin que la Administración esté facultada para imponer el manual del florido pensil.
Perfecta foto fija de la situacion actual del Turismo Rural en nuestro país y en las diferentes comunidades mecionadas, especialmente Asturias.
Real y cierta como la vida misma, duros tiempos con los que nos ha tocado lidiar, pero que ayudados por esta crisis pasaran más pronto que tarde. Y todas esas ingentes -y digo «ingentes» con conocimiento de causa- cantidades de dinero de subvenciones que se destinaron a proyectos turísticos que no soportarían ni el proyecto de viabilidad de un recién licenciado en económicas, dejarán de distorsionar la oferta y por tanto el mercado, ya que las unas habrán cumplido el fin último de su gestación: cerrar a los cinco años y capitalizar la restauración realizada. Y las otras, que lo intentaron de buena fe, sufrirán la implacable llamada de las entidades finacieras que en su día les animaron a iniciar la aventura y que hoy día serán los que les «ejecuten».
Digo que gracias a esta crisis porque lo que está haciendo es acelerar el proceso de equilibrar lo que las subvenciones y los préstamos sin rigor desequilibraron y que, de otra manera, sería una agonía lenta, larga y probablemente con más bajas y más perdida de calidad de las que se producirán de esta manera, ya que creo que la hotelería de calidad en el campo tiene mucho futuro, mucho futuro y que ya se empieza a ver la luz.
Javier, muy acertada tu posición, comparto 100% y espero se vaya cumpliendo, en nuestras manos está y por supuesto tú eres de los que trabajan por que sea posible.
Su descripción de la situación del turismo rural me pone los pelos de punta! Ha sido nuestro primer verano y hemos vivido el «espejismo» del mes de agosto en Asturias, por lo que veo… Seguiremos leyéndole y aprendiendo. Y, ante todo, trabajando para hacer de nuestro establecimiento un negocio rentable.
Mucho acierto en observaciones y peticiones. Ante este panorama de estancamiento, un empuje hacía las energías renovables no estaría de más. El turismo es equivalente a consumo energético. Echo en falta una llamada a empujar el sector para que sea un contribuyente neto a la red. Un pulmón verde integral ayudando a generar nuestras urbes con energía verde.
Por una vez (al menos) estoy totalmente de acuerdo contigo. Ahora solo falta que todos reaccionemos. Gracias por compartir esta visión.
Pues yo lo tengo claro, mientras que no se den cuenta de que ya no se venden habitaciones, sino experiencias, el Turismo Rural seguirá por el mal camino que va. Y cuanto más tiempo sigan así, más lejos estarán de su objetivo. En el último año no sé cuántos hoteles rurales he visitado con el ánimo de poder alquilar uno para poder gestionarlo yo directamente y, en muchos casos, una vez visitado el hotel terminaba preguntando a los propietarios que cómo se les había ocurrido montar este tipo de hotel en un sitio tan inhóspito, perdido, alejado y sin ningún atractivo cercano ni propio.
Todavía sigo buscando y cuando me ofrecen alguno mi primera pregunta es ¿Que se puede hacer cerca del hotel? ¿Qué experiencia puedo ofrecer a mis clientes? ¿Qué atractivos cercanos hay para que mis clientes me elijan a mí? Está claro que no se puede ser excelente en todo, pero por lo menos puedes serlo en una cosa. Intentar especializarte en algo y vender esa experiencia única y propia que solo tú ofreces.
El turismo rural no está en crisís. Lo que está en crisis son los negocios irreales que se habían montado algunos, pensando que lo rural les aportaría grandes beneficios económicos. A veces lo irreal se vuelve real, y pasan estas cosas.
Creo que sí, que es necesario poner en práctica un nuevo modelo de turismo rural adaptado a las nuevas exigencias y necesidades. Y, en otro orden de cosas, creo que el campo es depositario de una serie de valores culturales, paisajísticos y de patrimonio que para nada están reñidos con la confortabilidad en los alojamientos, el uso de las tecnologías, los criterios empresariales, la profesionalidad y el respeto por el medio ambiente. Creo que la clave está en conjugar tradición y modernidad.
Por lo que veo, voy a ser el único que no se limita a aplaudir a rabiar al señor Fernando Gallardo, y no es porque no me parezcan acertadas muchas de sus reflexiones, sino porque hay cosas que se deja en el tintero en su meditado y elaborado manifiesto-tesis.
Vamos a ver, en principio solo me centraré en una sola, «los ilegales». Es cierto que hay una saturación en la oferta, pero si a ésta le añadimos un número de camas (que no experiencias) la losa en el pecho del que paga impuestos y prebendas es absolutamente asfixiante, de manera que, a mi humilde entender, por lo primero que hay que empezar es por una depuración del mercado, sí, pero de una competencia desleal que nos seca el alma pensando cómo tiran los precios y con la que no se puede competir en estos términos porque nuestros clientes buscan experiencias de antología, pero también el ahorro y, en los tiempos que corren, les cuesta desembolsar 30€ persona y noche. Así que desde aquí os invito a seguir todos los consejos que Don Fernando nos dio al tiempo que todos se pongan manos a la obra y denuncien a los ilegales que conozcan que, de forma ilegítima, se están lucrando gracias en parte a nuestro esfuerzo diario. Todo esto os lo dice uno que ya lo ha hecho alguna vez y que en estos momentos lo está llevando a cabo de nuevo con varios expedientes abiertos. Ya está bien de intrusismo en la totalidad de los sectores empresariales de España. Ya que las respectivas Consejerías no se movilizan contra este vegonzoso fenómeno en auge, hagámoslo nosotros. Aquí tiene que contribuir hasta el gato!
En cuanto al perfil dibujado al comienzo, no es exactamente el nuestro. Todo fue adquirido con hipotecas, préstamos, pólizas, familia, amigos… No hay herencias de por medio. Poseemos un grupo empresarial rural en el cual lanzamos al mercado una oferta rural diversificada, esto es turismo rural en casco histórico, turismo rural de naturaleza y ecoturismo en forma de alquiler de bicicletas en Vías Verdes. Recientemente nos han concedido el premio nacional a mejor empresa emprendedora en torno a las Vías Verdes. Innovamos constantemente y todo muy cuesta arriba, ya que nuestras inversiones son infinitamente más elevadas que para empresas localizadas en zonas urbanas (TDT satelital 450€ cada una, teléfono fijo por satélite, ADSL satelital para WIFI +100€ mensuales). El caso es que con 22 plazas en la provincia de Sevilla, que no es un lugar remarcadamente conocido en el plano turístico rural, disfrutamos de un 40,72% en 2009 y 39,73% en 2010. En 2011 hemos incrementado las plazas y en plena crisis creamos también la empresa de bicicletas. Ah! y todas sin subvenciones.
Conclusión: como buen liberal en lo social y en lo económico abogo por todo lo anteriormente expuesto por Don Fernando pero además por una libre competencia dentro del más absoluto y estricto marco de la legalidad.
Da gusto que a uno lo corrijan y lo complementen con el sólido argumento de la razón y la experiencia. No puedo más que felicitar a Antonio Diéguez por la exposición de sus ideas y el dato de lo que está consiguiendo en una zona tan difícil para el turismo rural como nutrida de subvenciones injustas que es Sevilla.
Confieso que siento entusiasmo por su emprendimiento sin tutelas y con todos los aderezos que me caben imaginar como certeros. Tanto que esta mañana, en mi entrevista al Condé Nast Traveler, he comentado la urgencia de que España se tome en serio la cultura de la bicicleta. Y hete ahí que ahora leo con fruición que alguien emprende algo en ese sentido y con mucha inteligencia. Estoy muy interesado por el emprendimiento de Antonio Diéguez y algún día no muy lejano estaré obligado a rendirle visita para incorporarle, espero, a un proyecto que acariciamos desde el Clúster de la Ruina Habitada acerca de la transformación del Canal de Castilla, a media navegable, en un circuito cerrado para la bicicleta con el nombre de Canal de Castilla Bike Park, en colaboración con la Diputación de Palencia.
Dicho esto, mi aportación al debate en torno al intrusismo y la tipificación de ilegalidad que se derivaría de la situación «ilegal» de algunos alojamientos rurales no coincide del todo con la de Antonio Diéguez. Si bien, mi postura al respecto mantiene unos filtros que me parece adecuado aclarar para que no llamen a engaño. Muchas casas rurales en España son ilegales desde la reglamentación turística cuando lo más adecuado sería tipificarlas de «alegales». Es larga en el tiempo la diatriba reglamentista entre las casas rurales de alquiler compartido y las casas rurales de alquiler completo.
Las primeras -lo he señalado en varias ocasiones- se gestionan, llamémosle así o no, en régimen hotelero. Están sometidas a la legislación turística y tributan conforme a esta figura de alojamiento turístico. Sin embargo, las segundas escapan -si lo desean- a esta figura legal por cuanto pueden acogerse -y hay jurisprudencia al respecto- a la Ley de Arrendamientos Urbanos o Rústicos. No cabe en ellas, pues, la tributación como negocio turístico.
Otra idea a debatir es la exención fiscal de aquellos propietarios de casas rurales cuya actividad es tan reducida que la sola tramitación de sus impuestos se hace onerosa y anula la escasa rentabilidad de sus emprendimientos. Se ha discutido en numerosas ocasiones la posibilidad de que éstos queden asimilados a lo que se conoce como colaboración ocasional o consultoría infrecuente, que la ley exime de tributar como una empresa cualquiera legalmente constituida. Es el caso de las colaboraciones esporádicas en los medios de comunicación o las conferencias no habituales de científicos o catedráticos universitarios solicitados como ponentes de un congreso. Sería bueno, y hasta cierto punto lógico, eximir a las casas rurales con actividad esporádica de pagar impuestos o, en su defecto, de allanar su tramitación mediante un sistema simple y eficiente de declaración fiscal.
Otro caso bien diferente es el de las casas rurales de alquiler por habitaciones que, al ofrecer algún servicio, funcionan en régimen hotelero obligado, por ello, a tributar como es debido, pero que no tributan por indolencia o por manifiesto dolo evasivo de impuestos. A éstos, como bien subraya Diéguez Viera, solo cabe denunciarlos por competencia desleal y por incurrir en falta o delito fiscal.
Estoy completamente de acuerdo con el precepto legal de fiscalidad que toda empresa adquiere al registrarse en una actividad económica, pero también creo que las leyes se aprueban para ser cambiadas cuando el objeto que persiguen se transforma. Y el turismo, quizá más que otros sectores económicos, muta a la velocidad de las nuevas tecnologías y los nuevos hábitos sociales. No tener esto en cuenta puede causar un inmenso daño a la evolución social del turismo y su impacto económico en las naciones.
Para ser panadero hace falta saber hacer pan, para ser electricista, saber de instalaciones, para ser camionero, tener el carnet correspondiente. Para ser empresario del Turismo Rural no hace falta más que una casa, arreglarla, decorarla y ya está… El problema del T.R. es la falta de profesionalidad. Mucha gente ha entrado en el sector sin tener ni idea, no sólo de turismo, sino de negocios en general. He oído muchas veces decir «bueno yo arreglo la casa y si la alquilo bien, si no pues ahí está la inversión.»
Estoy de acuerdo en que el conocimiento es imprescindible en todas las actividades humanas, aunque siempre haya una primera vez. No sé si a esto se le podría llamar profesionalidad o, simplemente, conocimiento con entrega personal. En cualquier caso, más importante a mi juicio que la profesionalidad es la personalidad. El turismo rural es un negocio de establecimientos personales. Un hotel con encanto requiere ser gestionado por personas encantadoras.
Y, sin que sirva como toque de atención, estoy convencido de que la personalidad de un establecimiento de turismo rural debe destilarse con nombre y apellidos. No basta dar a conocer una casa rural. Es preciso darle cuerpo y alma, es decir, una personificación en nombre de su propietario.
Aquí nos falta ese dato. Dicho con todo cariño.
Me parece que «aprendido » no nace nadie. Yo conozco empresarios que llevan un montón de años y su profesionalidad deja mucho que desear. Y, sin embargo, la mayoría de los empresarios de Turismo Rural que conozco llegaron sin excesivos conocimientos y se esmeraron en ponerse al día y luchar por su sueño y son unos profesionales de primera. Tengo la suerte de contar con la amistad de más de uno.
Pienso en esto igualito que tú, Julio. He visto por ahí cada profesional…
Estupendo artículo que va poniendo los ‘puntos sobre las íes…’ Añado otra problemática más del sector: la grave falta de ‘profesionalización’ del sector del turismo rural con la cual estamos creando situaciones límites entre nosotros, sin vuelta atrás. Se está entrando en una dinámica que rompe con todas las reglas en general de la comercialización del producto de #turismorural: estamos copiando los males de ventas de alojamientos hoteleros cuando nuestro producto es diferente y es lo que deberíamos hacerle valer. Se está entrando en ventas colecticas agresivas, tarifas irrisorias, pague 1 día y disfrute 3, check outs cuando el cliente lo desee y un largo etcétera de despropósitos.
Tenemos la oportunidad de desmarcarnos y diferenciarnos, presentarnos al cliente como realmente somos: una alternativa diferente de ocio, buenas calidades/precios, entornos inmejorables, experiencias únicas… ¿Por qué no se le da una ‘vuelta de tuerca’ al producto y lo intentamos?
Fernando, estás en contra del ministerio de Turismo, pero como sigas así te veo en el cargo de ministro… Ah no, perdón, me equivoco, que para esos cargos es mejor no tener ni idea del tema, así que no tienes ninguna posibilidad…
La poca profesionalidad y el desinterés de muchos de los propietarios de establecimientos rurales es un auténtico lastre para los que sí lo son. Quizás hasta hoy no tanto de cara a los clientes, que sí saben lo que quieren y a donde dirigirse, pero sí que uno lo acusa mucho más cuando el propio sector demanda evolución y nuevas exigencias. Este desinterés de muchos de los propietarios hace que el resto tenga muchas más dificultades para exigir a la administración lo que el sector necesita. Las fuerzas de los profesionales se diluyen…, y ya si nos ponemos a mirar el propio desorden administrativo en la gestión del sector es para echarse a llorar.
Estamos en un momento crucial para un nuevo ordenamiento del sector, así que no lo podemos dejar pasar. No entiendo una evolución del turismo rural sin implicar a los departamentos territoriales de desarrollo rural englobando también a los demás sectores.
Creo que si uno de nosotros diese con la piedra filosofal que tú dices y no la compartiera, sería un estúpido. Creo que el problema, entre otros, es que nos vemos como competencia cuando en realidad no lo somos. Debemos vernos como colegas del sector, intercambiar ideas y cooperar. Yo les vendo una experiencia en A Casa de Mañas (Mondoñedo) y por qué no animarlos a vivir otra experiencia maravillosa en la Quintana del Caleyo, en Asturias, antes de ir a Santander a vivir otra delicia en casa «X» de fulanito, que también conozco y apuesta por lo mismo que yo. Es decir, no vendamos habitaciones, vendamos experiencias. Creo que sólo esto nos ayudará a salir de la crisis.
Tengo 38 años y mis padres montaron un restaurante cuando yo tenía 4 años, por lo que yo me crié prácticamente entre ollas y clientes… y nunca vi a los otros restaurantes del municipio como competencia. Cada local tiene su público. La publicidad del restaurante que ahora llevo yo es sencilla: cocina casera con «alma»…
Me siento muy honrado por las palabras que Fernando Gallardo nos ha dedicado, pues sin conocernos ha sabido intuir el esfuerzo, sacrificio y perspectiva unida a la suerte de encontrarnos en lugar tan estratégico que ha hecho que nuestros negocios funcionen. Es persona altamente cualificada para opinar, dar ideas e incluso lanzar retos al sector Turístico Rural. De esto da fe el ejemplo de que sepa a ciencia cierta de las injusticias cometidas en el reparto de subvenciones en la provincia de Sevilla.
Puede contar con nosotros para aportar experiencia a cualquier proyecto que desee poner en práctica en el mundo del ecoturismo en bicicleta. Son muy interesantes las jornadas “Emplea Verde”, que organiza varias veces al año la Fundación de Ferrocarriles Españoles conjuntamente con la Fundación Vías Verdes a lo largo del territorio nacional. He acudido en varias ocasiones en calidad de ponente junto a varios colegas del sector e incluso de otros ramos vinculados a lo rural. Son en estas jornadas donde se conocen las distintas visiones empresariales y se captan nuevas ideas adecuándolas cada uno a su propio perfil.
Dicho esto, disculpen si vuelvo al tema de los alojamientos ilegales. Pongo encima de la mesa todos los defectos en el fondo y en la forma que tienen de nocivos para todo aquel que se halla entregado en cuerpo y alma a este precioso a la vez que acaparador –en mi caso trabajo los 365 días del año- mundo del Turismo Rural.
1º En Andalucía se encuentra recogida la figura de Vivienda Turística de Alojamiento Rural. Las VTAR no existen en ninguna de las otras 16 CCAA. Están exentas del pago de impuestos al estar consideradas como ingresos secundarios, o sea que el señor que se dedica a esto es principalmente médico, albañil… y en sus ratos libres empresario turístico. Esto nos da idea de la proliferación de este tipo de alojamientos que llega a ser el 75% del total de las camas de Andalucía.
2º La Ley especifica que no pueden estar abiertas todo el año sino de forma esporádica. ¿Quién me puede decir a mí donde está el control de los periodos de cierre? En estos momentos hay un debate abierto, ya que al parecer la Ley de Turismo de Andalucía está siendo modificada y será aprobada una nueva a final de noviembre. En el borrador desaparece la figura de VTAR y el que quiera seguir en esto del Turismo Rural tendrá que pasar el filtro para convertirse en Casa Rural con sus ventajas e inconvenientes.
3º Si la vivienda es pequeña y no da para más pues que se dediquen a la medicina o la construcción que son sus principales fuentes de ingreso. En nuestro caso comenzamos con una casa de seis plazas al tiempo que nuestra principal ocupación era la gerencia de una empresa de telecomunicaciones. La experiencia fue tan positiva que vendimos nuestras escasas participaciones y nos volcamos en un proyecto que ocupara todo nuestro tiempo e ingenio solo y exclusivamente en el ámbito turístico. Si no lo hacen es porque no lo aman, como no puede ser de otra forma para dedicarse a esto.
4º El ilegal o alegal capta la atención del cliente por ofertar precios bajos, no sabe dirigirse al cliente cuando tiene que atenderlo telefónicamente o por correo electrónico, entrega las llaves a través de terceros -vete y recógelas al Bar Pepito y el domingo las dejáis debajo de la maceta que hay junto a la casilla del perro-, por lo general las casas están sucias, con telarañas, grifos que no cierran, bombona de gas casi vacía… No tienen contacto directo con el cliente. Es un mero arrendamiento. Pero los señores que han pasado una estancia en este tipo de viviendas no dicen que han alquilado una casa en el pueblo o en el campo, no, se creen y van diciendo a viva voz que han estado de Turismo Rural y que la experiencia ha sido nefasta, que la próxima vez a un hotel en la costa puesto que estos sí disponen de garantía, ya que a nadie que alquile un piso en la playa le da por pensar que se fueron de turismo costero. En todo caso, que alquilaron un apartamento en vacaciones. Además, para más INRI, no desaconsejan la casa en particular, sino la comarca en general.
5º Todo es tan sencillo como que los inspectores de Turismo que están toda su jornada laboral sentados en sus despachos cotejaran las listas de Alojamientos Registrados y navegaran por Internet donde proliferan con el encabezamiento descarado de Casas Rurales incluso con nº de registro falso, que eso sí creo que es ilegal, aparte de toda la publicidad engañosa que suelen exponer en dichos portales.
6º Es necesario, al igual que en cualquier sector de nuestro país –máxime en época de crisis-, que se depure el mercado para que disfrutemos de una oferta de calidad y sin complejos ante otros como Sol y Playa. Sin embargo, al contrario que la construcción, el nuestro aumenta cada día más gracias a que al final la totalidad de los españolitos con segunda vivienda tendrán su propia Casa Rural con web y todo por una falta de celo de los empresarios del sector y de las Administraciones competentes.
Este problema emergente lo tenemos en muchos sitios que lo estamos pasando francamente mal y nadie hace nada de nada. Si se les hiciesen inspecciones y se pusiesen algunas multas ya veríamos. A mí me hicieron mil inspecciones, pidieron de todo, estoy dada de alta en todo, pago muchísimos impuestos todo el año, y si me va mal te fastidias y cierra, pero a otros ni se les quiere ver. Controlar esta plaga es muy fácil, pues nadie se esconde y los podemos ver en casi todos los portales.
Algún estamento debería dedicar tiempo y recursos a este tema, y depurar un poco este sector, pues los particulares no podemos marcarnos, pues lo único que conseguimos son enemigos.
Gracias por haber escrito sobre este tema tan escabroso, y te enimo a que continues.
La enfermedad no es nueva. Estaba diagnosticada hace tiempo. Y, además, para cualquier conocedor del sector turístico ha sucedido como se podía prever. Los males no son tan complicados como queremos pensar que son. Todo es mucho más simple. Cuando un sector se satura con dinero público regalado amablemente a todo aquel que quiso poner una casa rural en su vida, no había nada más que esperar para darnos la razón a los que desde las Asociaciones de Desarrollo alertábamos de la conveniencia de disponer de estudios y planes de viabilidad creíbles.
Cuando creemos que bastan cuatro jornadas con comilona incluida para aprender y cuando creemos que basta tener una casa con encanto para triunfar. Esto, señores, es Turismo puro y duro. Y hay que saber hacer otras muchas cosas aparte de sonreír, que también queda bien. Nosotros, que sobrepasamos con creces las estadísticas asignadas a nuestra comunidad y que la crisis nos ha respetado hasta ahora, hemos creído siempre en un Turismo Rural profesional y homologado, lejos de la imagen bucólico pastoril y a tiempo parcial. Vamos por libre poniendo siempre lo mejor de lo viejo y lo nuevo, y por supuesto sabiendo que trabajamos en un sector duro que quema y al que hay que ir con un mínimo de conocimientos de mercado. Y no como la gran mayoría… probando suerte.
El Turismo ha cambiado mucho en las formas, pero desde que empecé en 1968 en lo básico no ha cambiado nada. Cuál es al solución? Aprendizaje del bueno el que nos pueden enseñar los que lo hacen bien, los que han pasado una vida detrás del mostrador y no los gurús que sabiendo mucho no han creado jamás una empresa, pero nos quieren decir a todo cómo hacerlo. Si el dinero gastado en jornadas inútiles se hubiese utilizado para promoción exterior, marca unificada, campañas segmentadas, ahora no estaríamos hablando de grave crisis. Pero no, hay que mantener a mucha gente que come más y mejor que los propietarios/hoteleros.
¿Saben los empresarios cuando montan un pequeño hotel/casa rural a qué cliente quiere vender? ¿Y a qué cliente puede vender? ¿Saben dónde están geográficamente? Y, si lo saben, a qué tipo de clientes le puede interesar su destino? ¿Saben qué tipo de demanda se ajusta a su oferta y dónde buscarla? No, no lo saben, y de ese desconocimiento parte el fracaso. Hay casas rurales que jamás tendrán mercado porque cuando se hicieron ya no lo tenían. Esto no es un bar en el centro de una población. La gente no pasará por su puerta. Hay que traerla, pero ¿cómo?
Si tengo oportunidad, como voy a jubilarme pronto, sí que podré contar algunos secretos. Es mucho mas fácil de lo que parece. Pero, como todo, hay que saber.
Buen articulo.
Llevas toda la razón, Ino. Cuando empezamos la inversión, nuestro objetivo era obtener un complemento de actividad, en este caso la agricultura. Pero en este momento es al revés, el turismo es nuestra actividad principal. Es cierto que la gente no pasa por la puerta, y para buscarla hay que dedicar mucho tiempo y esfuerzo y no siempre es recompensado. Por ejemplo, este verano que acaba de finalizar ha sido unos de los mejores y esto no es por casualidad.
Ante todo, felicitarles a todos porque aportan mucho peso específico al sector con sus comentarios.
Por temas:
1.- Formación de los participantes en el Turismo Rural: sí, sin excepciones y con complementos. El turismo rural tiene sus particularidades y por eso la formación ha de contemplarlas. Más que un #ministeriodeturismoya lo que necesitamos es una #carreradeturismoencondicionesya y dejar la “versión beta” de una vez. Soy T.E.A.T (no se si se sigue llamando así) desde el ’93 y desde el ’95 gestiono un hotel rural de 10 habitaciones y una casa rural de 4 plazas que pertenecen a mi familia. Es cierto que la formación que recibí estaba orientada a la gestión de hoteles y agencias de viajes a mayor escala que lo que encontramos en el turismo rural, pero estos conocimientos me sirven para tener un concepto de gestión empresarial, un conocimiento del mercado y una disciplina para seguir aprendiendo y estar al día en la evolución endiablada del sector. Esta visión general del Turismo se puede adquirir con la experiencia y el tiempo, pero es más rápido y más eficaz el tener una formación específica de base. Además de reducir los errores y el coste de los mismos. Lo demás: el encanto personal, el buen trato al cliente, etc, se tiene o no se tiene, y el aprenderlo va más por lo autodidacta que cada uno sea. Pero, insito, la base formativa es esencial.
2.- Legislación y fiscalidad: sí, sin excepciones. Un actividad empresarial ha de estar sujeta a una normativa y tributar por ella. “Cómo vamos a tener mejores carreteras si no las pagamos entre todos”. Si una empresa no es rentable tendrá que cerrar. Como dice un amigo: “para qué meterle sangre a un muerto”. Con el tiempo, el mercado se autoregula y deja fuera a los incompetentes, pero mientras tanto… Otra cosa es que los políticos de turno nos quieran vender la moto con el Turismo Rural y sus beneficios.
Como nos reitera el señor Diéguez en sus seis puntos, el daño que hace el alojamiento ilegal o alegal es para pensarlo. No sólo es que, en la mayoría de los casos, estén compitiendo en mejores condiciones de costos, es que demasiadas veces dan una imagen de la zona que nos perjudica a los que vivimos del turismo rural “todo el año” de manera profesional. Y con la desidia de la Administración turística, en lo que a control se refiere, sólo consiguen alentar lo ilegal.
3.- Competencia en el sector: sólo puedo decir que estoy de acuerdo completamente con Chus Amieiro. Siempre les digo a mis compañeros que nuestra competencia está en el Caribe, no en la casa o el hotel vecino. Esto nos lleva al asunto de la creación de marcas de destinos y todo lo que sigue, y que hay que hacerlo desde la unión de esfuerzos de todos los agentes implicados.
No voy a ser yo el que tenga (como decimos por aquí) «a chave das noces» pero tras leer el artículo y los distintos comentarios me asalta una duda: ¿realmente somos conscientes de los negocios que hemos montado, cómo los vendemos y cómo los trabajamos? Creo que podemos hablar de las Administraciones, de las empresas proveedoras de servicios o de los huéspedes/clientes…; pero, ¿y nosotros?
Catalogaciones, profesionalización y ministerios aparte, cuando hablamos de nuestro modelo de negocio, creo que estamos hablando de personas. De personas que reciben a otras personas. Levantarse cada mañana con el reto de que ciertas personas han depositado en ti toda su confianza para disfrutar de sus vacaciones es causa más que suficiente para salir de la cama repletos de ilusión, felicidad y ganas de hacerlo mejor que ayer. Creo que es nuestra mayor responsabilidad. Me sobrepasa llegar a otros alojamientos y notar que la gente está quemada, que no pone pasión en lo que hace, que no lo siente, que no disfruta con el día a día. O cuando hablas con tus colegas y sus palabras son una queja continua. Imposible tener huéspedes contentos con hospederos descontentos. La felicidad se contagia, la ilusión se transmite, la pasión se vive en conjunto y nuestros alojamientos son algo más que un colchón cómodo, una lencería limpia, un baño relajante o un desayuno soberbio. Cuántas veces nos han dicho «qué envidia me das, se nota que disfrutas y eres feliz con tu trabajo y lo contagias»… Me podrán seguir mareando, como a todos, con la potencia de luz, los accesos, la velocidad de la red, las inspecciones continuas, los negocios ilegales o la apatía de las Administraciones pero lo fundamental, o una parte muy fundamental, depende de nosotros. Luz, vida, corazón, alma, sensaciones, atmósfera… «chamalle X»
Tras casi ocho años con nuestro hotelito funcionando, seguimos manteniendo la ilusión y felicidad del día que abrimos. Económicamente sabemos que para un profesional esto no sería viable o no sería viable lo necesario, en nuestro caso tenemos superávit de FNB. También somos muy conscientes de que si algún día no somos capaces de levantamos con esas ganas y esa pasión, esto es, que Casa do Batán no dé superávit de FNB, mejor retirarse silenciosamente.
#ministeriodeFNBya
Eso, eso… #ministerioFNBya
Muy bueno, sobre todo me quedo con el superávit de felicidad, genial. Touché.
Gracias, Fernando, por un análisis tan realista aunque duela. Muy buena la objetividad de la interpretación de los datos. Ya cansa lo de «líderes en turismo rural» que abandera Castilla y León, y cuyo trasfondo todos conocemos. Seguiré tus comentarios.
Nosotros llevamos 22 años trabajando o más bien levantando un negocio que en aquella época se llamaba hostelería tradicional, en un pequeño pueblo de la Sierra Salmantina. Apostamos por el turismo en el pueblo con un hotel con 14 habitaciones, porque veíamos que tenía un futuro interesante y durante 10 años pagando intereses al 16% pudimos sacarlo adelante. Con la llegada de la nueva ley de turismo rural, que en principio solo iba dirigida a agricultores para que tuvieran una segunda renta añadida a sus bajos ingresos agrícolas, luego vemos que la ley se ha ido modificando hasta el punto que en la actualidad hay en la comarca de La Sierra de Francia, en Salamanca, alrededor de 1.300 plazas de casas rurales. Este aumento progresivo en la oferta ha originado la bajada de precios en las casas debido a la bajada de la ocupación, llegando a notar que la mayor parte de la clientela no habitual se inclina por buscar un alojamiento con precios inferiores sin importar muchas veces las comodidades del negocio.
Tal es el problema causado por la sobredimensión de oferta que muchos de los antiguos negocios de hostelería tradicional se han puesto en venta, incluido el nuestro.
Aun así nosotros hemos reformado nuestro negocio para transformarlo en apartamentos turísticos, y digo turísticos porque la Junta de Castilla y León no reconoce el apartamento rural. Con esto hemos podido diversificar la oferta y adaptarnos a este nuevo turismo rural.
Pero el problema surge cuando gente que no depende económicamente en exclusiva de este negocio tiene la posibilidad de hacer hasta tres casas rurales, la mayoría de ellos funcionarios que han optado a alguna subvención, sin pagar seguridad social y como me dicen algunos clientes en algunas jornadas dedicadas al turismo rural, sin hacerles facturas.
¿Qué diferencia hay entre una casa rural legal, con su reconocido cartel en la entrada y otra que no lo tiene? Para mí, ninguna. Y el que la tiene ilegal no tiene muchos requisitos que cumplir, así que yo les animo a que los cumplan. Con esto quiero decir que no me opongo ni tampoco quiero crear conflicto alguno con los propietarios de casas rurales, sino que me indigno ante una administración permisiva que lo único que hace es enorgullecerse de las estadísticas en vez de preocuparse de ese sector que sí paga seguridad social e impuestos. ¡Mal vamos!
Observo que hablamos el mismo idioma. Para mí, éste es un caso nítido de una actividad turística rentable, sin etiqueta, que ha sobrevivido con mucho esfuerzo a la historia del turismo en España. Y ahora se ve perjudicada por la implantación de una normativa que distorsiona el producto y confunde a los emprendedores (que no a los empresarios). Aquí vemos cómo las casas alegales (no sé por qué nos empeñamos en llamarlas ilegales, cuando son perfectamente legales ante otro ministerio) no son las causantes del problema, sino las casas legales. Es decir, una legislación que se entromete en los emprendimientos, calza etiquetas, le pone puertas al campo y, encima, concede subvenciones a quienes están cerca de la Administración o se dan buena maña en obtenerlas. Comprendo que la subvención puede cumplir un objetivo dinamizador en algún caso y de manera temporal, pero este despilfarro de financiación ha acabado al final por poner contra las cuerdas al turismo que lo hace bien para premiar al que lo hace mal… O, simplemente, y contraviniendo la ley, no existe como alojamiento rural. Los únicos requisitos que debe cumplir un negocio son los que corresponden a la seguridad, la sanidad, la fiscalidad y pocos más cuya competencia no pertenecen a la Administración turística. Por eso no creo necesaria ninguna legislación específicamente turística, como no la hay para las verdulerías ni para las zapaterías. Escudarse en la ilegalidad de la competencia esconde frecuentemente debilidades o carencia propias.
Qué curioso, me he vuelto a leer el manifiesto de mi tocayo y por sorpresa ha sonado en mi iPhone la canción «Nessun Dorma», sublime en la voz de Pavarotti, de la banda sonora de la película «No reservations» que me permito recomendarles, para que les ayude a digerir la incertidumbre que asola al sector. Mi aportación personal es a modo de ejemplo de esa colaboración que predicamos pero que llegado el momento cualquier disculpa puede ser buena para posponer. Alguno de mis colegas no entienden como yo, que dirijo un establecimiento de 113 habitaciones con restaurante, me permito hacer una UTE comercial con una restaurante estrella Michelin que se encuentra a 10 Kms. de mi establecimiento. Lo más sencillo fue darle forma, porque los dos queríamos hacerlo. ¿Cómo? Un programa específico en media pensión con dos noches de estancia en el hotel y un precio fijo en mi menú del día y lo mismo en el restaurante El Cenador de Amos, con un «Menú degustación» también con precio fijo. Dábamos al cliente la posibilidad de elegir el servicio que podía hacer en el restaurante del hotel o en El Cenador de Amos, con total libertad. Resultado, ¡un éxito!
¿Qué aportó a mi establecimiento la idea? El Cenador de Amos tiene una empresa de comunicación externa que distribuye todas sus notas de prensa a la prensa especializada. Y ahí estuvimos nosotros en todos los medios a nivel nacional sin desembolsar un euro, solo el tiempo que nos llevó el ponernos de acuerdo y echarlo a andar. Y lo más importante… ¡el cliente se iba encantado!!
Claro, amigo Fernando Teran, una cosa es predicar y otra dar trigo. Cuando se predica y se da trigo es cuando las cosas funcionan y en ese punto radica la diferencia entre éxito y fracaso. Se está de acuerdo con el diagnóstico, con la medicación, pero no se toma la medicina. Siempre es muy importante echar las culpas a otro, al que sea, pero también es obvio por los resultados que Nicolás tiene razón. El intervencionismo de la Administración, mediante ayudas y o regulación, genera una extraordinaria distorsión en el emprendimiento y el empresario. No es lo mismo quien emprende un proyecto, como negocio, con su capital y la financiación externa, con los consiguientes costos financieros y respetando las normativas administrativas-fiscales y teniendo como objetivo al cliente que quien dispone de las tardes libres y esbayudado por un amigo que le enchufa una subvención a fondo perdido. Y, además, ni hay alta en la SS, ni facturación ni, ni, ni teniendo como objetivo conseguir unas perrillas en verano de éstos que vienen por aquí, evidentemente se produce una competencia desleal. Lo que sí es verdaderamente cierto es que quien innove, coopere y sea diferente, se saldrá (y creo que es la única forma) de ese magma de competencia-incompetencia y además tendrá el valor añadido que sus clientes le agradecerán
Me he fidelizado a una casa rural en Francia y ya es el tercer año consecutivo que voy…
No porque hubiera dormido en una cama genial, si no porque ADEMAS… desde la ventana escuchaba al búho, veía las estrellas y las luciérnagas oliendo a verde virginal.
No porque hubiera comido como un rey, si no porque ADEMAS.. cada cena era un teatro donde los actores eran los dueños cocineros, sus presentaciones, sus originalidades, sus platos, sus salmos..; y sus desayunos la continuación del mercadillo del pueblo, la leche de vaca recién ordeñada , la crema catalana occitana, las mermeladas las cascadas de los frutos del bosque.. sus «buenos días» y sus caras eran parte integrante de las viandas.
No porque hubiera podido bañarme en su piscina clara y transparente, si no porque ADEMÁS.. la inmersión entre tanto verde me hacía sentirme vegetal, parte del suelo y de la tierra, flor flotante entre bananeras y juncos… Sólo cambiaba el agua por una cerveza fresca para regarme entre mis ramas.
No porque me lo hubiera pasado pipa subiendo puertos de montaña en bicicleta, si no porque ADEMAS… el dueño me hacía soñar la víspera al lado del fuego con sus propias historias de subidas y bajadas en su vieja «Bartali» de casi 50 años, me describía las rutas, me las dibujaba en el techo de su bóveda craneal.
No porque hubiera visitado lugares interesantes alrededor de la casa, si no porque ADEMÁS… los dueños me las ofrecían como si fuera la primera vez que lo hacían y eso se notaba… se les caía la baba hablando de algo muy común para ellos.
No porque el precio fuera justo y ajustado a la calidad de los servicios recibidos, si no porque ADEMAS… sus servicios no los encuentro en ningún catálogo. Son únicos y experienciales, e intrínsecamente unidos a los dueños.
Y por eso me he enganchado.
Muy Bueno, Rafa, pero que muy bueno…
Muchas palabras, pero no se demuestran con hechos, porque luego, cuando hay una partida presupuestaria que puede ayudar en muchos casos al turismo rural de bastantes lugares, como por ejemplo mejorar la señalización, etc, no renunciamos a ella o decimos que no, que se hagan ese tipo de mejoras, sino que formamos un paripé. Creo que nosotros mismos, los que regentamos todos los días nuestros establecimientos, somos los que tenemos que luchar y mejorar algunos aspectos.
Es lo mejor que he leído en mucho tiempo y dios quiera que los bancos nos dejen seguir con la ilusión y que mucha gente lea esto y se de cuenta que uniéndose es como se puede salir.
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