
Hace miles de años, una ardilla podía atravesar la península Ibérica sin tocar suelo. Iberia era una fronda espesa que exigió a este simpático animal a tocar suelo porque la agricultura requería la tala de una buena parte del bosque original. Hoy ocurre lo mismo con la cuenca del Amazonas, como denuncia la organización ecologista Mighty en su investigación vía satélite de 28 plantaciones de soja en un territorio equivalente a la décima parte de Madrid en la raya fronteriza entre Brasil y Bolivia.
La pérdida de cobertura forestal es una tendencia creciente e imparable en nuestro planeta, cuya población se duplicará hasta los 15.000 millones de habitantes en las próximas tres décadas. Solo en los 25 últimos años, los bosques del mundo han sufrido Sigue leyendo

Dhooghe, dueño del restaurante t’Huis van Lede, situado en Wannegem-Lede, cerca de Gante, ha solicitado también no aparecer en la guía francesa Gault & Millau, mediante una carta certificada en la que asevera que su decisión es inapelable. No aclara, empero, si la decisión inapelable corresponde a la suya de enviar la misiva o la predeterminación de injerirse en los asuntos privados de la publicación neumática, en cuyo caso su desideratum sería una clara amenaza contra la libertad de empresa y la libertad de expresión.
No, no se trata de una involución. Nadie habla de volver al arado, ni al bocio hurdano. La Mancha no debe seguir siendo únicamente la fábrica de graneles vinícolas, como tampoco parecería justificable el que los montes de Jaén se hinchasen de aceite refinado, por muy de oliva que fuese. El agro español debe avanzar hacia el talento, el conocimiento, la investigación y el desarrollo a fin de evitar la deslocalización que, por falta del músculo innovador, le ha sucedido a parte de la industria nacional con eso de llevarse la producción a la barata China. Tampoco debemos caer en el