
Piet Mondrian es un pintor holandés reconocible por sus pinturas con líneas ortogonales y salpicaduras rectangulares de colores primarios sobre fondos blancos. Expresión plástica aparte, las celdas contenidas en sus óleos tienen una significación matemática que probablemente su autor desconociera. Hoy nos permiten desarrollar sistemas computacionales de enorme interés para el encriptamiento de datos, sin el cual Internet no ofrecería la menor seguridad en el envío y el acceso a la información, base de su utilidad popular. Tanto para efectuar una reserva hotelera como para confirmar la identidad de una dirección virtual o web, la criptografía de curva elíptica o el método RSA aseguran que el intercambio de datos sea veraz y fiable. Ambas modalidades criptográficas son construcciones matemáticas sencillas de calcular en una dirección para crear claves, pero muy difíciles cuando la dirección toma el sentido contrario, que es el modo en que un hacker intenta descubrir la clave correcta.
Sin embargo todo este sistema podría irse al traste con la entrada en funcionamiento de la computación cuántica, que ya alcanza una potencia (incipiente aún) de 128 qbits. El científico norteamericano Peter Shor, profesor del MIT de Massachusetts y ex investigador de los Laboratorios Bell, ha trabajado en un algoritmo —hoy conocido por su nombre, el algoritmo de Shor— capaz de secuenciar los factores primos de los números enteros a una velocidad capaz de descifrar un código RSA de 1.024 bits en menos de un día. Nos podemos imaginar qué sería del actual sistema criptográfico en 128 bits si un ordenador cuántico de 20 millones de qbits se dedicara a destripar las claves con las que funciona cualquier motor de reservas en el mundo. En menos de ocho horas, un hacker podría crear una reserva, desviarla a otro hotel, cambiar el nombre del cliente y cuántas cosas más lesivas para el hotel.
Por ello, la ciberseguridad debería una de las preocupaciones fundamentales de la industria turística en su mirada al futuro. Pero existe todavía poca conciencia acerca de las implicaciones que tendrá en la tecnología de gestión hotelera el desarrollo progresivo de la computación cuántica y su capacidad para destruir el actual escenario de confianza que transmiten los PMS, CRS, CM, CRMs y demás lexicografía profesional. Saludamos que en ese oasis de indiferencia algunas asociaciones de empresarios, como Ashotel, en Tenerife, hayan tomado algunas iniciativas para afrontar la situación en un futuro que aún no sabemos si se producirá en tres años o en tres décadas. Máxime cuando la comunidad científica ya está comenzando a investigar la criptografía post cuántica que hará dificultoso el desvirgamiento de claves a la futura y poderosísima computación cuántica. Ello debería hacernos reflexionar sobre la ciberseguridad turística y los avances en la denominada —agárrense los diletantes— “criptografía isogenia de la curva elíptica supersingular.”
Fernando Gallardo |