¿Quién fue el que convenció, imaginó, diseñó el primer hotel rural en España (La Rectoral de Taramundi)? El Sr. Gallardo. ¿Quién fue el que hizo la primera guía de hoteles rurales, denominada Pequeños Hoteles con Encanto? El Sr. Gallardo. ¿Quién ha luchado, escrito y divulgado en todos los foros por promocionar un turismo de interior (rural) en contra del turismo de sol y playa, tan apoyado por todas las administraciones? El Sr. Gallardo.
Por lo tanto, no seré yo el que discuta con la persona que más sabe sobre turismo rural en este país.
El turismo rural no existe. Pretender que el turismo rural es esa entelequia idílica de la casa atendida por los propietarios donde puedes participar en las labores del campo, comer sus productos en la cocina elaborados por la casera y dormir al arrullo de las esquilas es una solemne memez. Ni hay caseros que lo hagan, ni turista que lo soporte. ¿O es que pensamos que el madrileño (por poner un ejemplo de persona que huye el fin de semana al campo) va a ir a una casa en el campo a apalear estiércol de vaca, escardar cebollinos o arreglar la portera del cercado de los gorrinos? El turista lo que quiere es un sitio tranquilo donde pueda echar un casquete con la parienta o pariente sin que le moleste nadie, zamparse un chuletón, ver el partido de fútbol del domingo en paz o leer las aventuras de Lisbeth Salander. Eso sí, en un lugar cómodo, bonito, acogedor, bien servido y con gente amable. Y, sobre todo, barato. O sea, el hotel Ritz trasladado al pinar de Berrocalejo de Navaldrinar.
El turismo rural existe solo en la mente de unos mangantes indocumentados que han manejado y manejan los despachos y oficinas de turismo decidiendo apoderarse a su antojo de los fondos europeos de ayuda al desarrollo turístico en zonas deprimidas. Ojo, que hablo de aquello que conozco, Castilla y León, aunque con seguridad se puede extrapolar al resto de España. A los políticos se les llena la boca diciendo que Castilla y León es la comunidad que Sigue leyendo