El fenómeno mundial de la economía colaborativa no acaba en Uber y Airbnb, dos plataformas que han logrado destacar sobre el resto (y son miles) gracias al esfuerzo persistente y entusiasta de los lobbies hoteleros y los taxistas. En numerosos sectores esta modalidad de intercambios económicos está irrumpiendo con fuerza y con propuestas tan innovadoras como disruptivas. Porque, cuanto más afán se pone en su prohibición, más se facilita su difusión.
Uno de estos sectores es el financiero, que provocará temblores en los cimientos bancarios, muy tocados por la última crisis global. La inversión en proyectos ya no dependerá exclusivamente de estas entidades, muy controladas por los gobiernos, sino Sigue leyendo