Nos gustan los disparates. Los desvaríos únicos y verdaderos. Como dislate fue la domesticación del fuego cuando parecía obvio que conllevaba el riesgo para el fogonero de quemarse vivo en sus fogones. O el curvado de la línea recta hasta doblarse en sí misma y constituir una circunferencia, idea germinal de la rueda y sus Sigue leyendo