Como todo el mundo sabe, la cadena hotelera española Confortel —que pasará a llamarse pronto Ilunion, contracción de Unión e Ilusión, como todas las empresas del grupo ONCE— abandera en el turismo la responsabilidad social corporativa y, dentro de ella, el compromiso por la inserción de las personas discapacitadas en el mercado laboral. No hace mucho frustró una operación para gestionar tres hoteles en el Levante peninsular porque al propietario de estos edificios le chirriaba al oído, y no digamos a los ojos, la disposición de la cadena hotelera de confiar la gestión de estos hoteles a un personal de servicio 100% discapacitado, como era de esperar en un grupo empresarial nacido de la Organización Nacional de Ciegos Españoles.
¿He dicho antes discapacitado? Me gustaría corregir la expresión, porque siempre he pensado que todos los seres humanos hemos nacido discapacitados —de bebés, nos arrastramos por los suelos— y probablemente nos vamos de este mundo igualmente Sigue leyendo