Un ministerio de turismo desmotivaría al buen empresario

Días atrás fui entrevisto por el Conde Nast Traveler en español acerca de la campaña #ministeriodeturimoya en las redes sociales. Una campaña que, a la vista de la proximidad de las elecciones generales en España (20 de noviembre), adquiere una especial relevancia y es de rabiosa actualidad. El resumen de dicha entrevista se publicó en la web de esta prestigiada revista norteamericana:

Lo que cuesta crear un ministerio

Mi respuesta, por escrito, tuvo una amplitud que no quisiera desperdiciar, aunque solo sea por el trabajo que me costó. Y por eso quiero ahora compartirla con mis lectores en siete entregas (dada su longitud).

Pregunta 1:
Ante la nueva propuesta de #ministeriodeturismoya, ¿crees que una mayor intervención en el sector es necesaria para su mejora?

Respuesta:
Las sociedades más desarrolladas limitan el intervencionismo estatal hasta lo estrictamente necesario. España se ha convertido en una superpotencia turística sin una excesiva intervención estatal y, desde luego, sin un ministerio de Turismo que haya tutelado ese increíble desarrollo económico que, por demografía y territorio, no nos debería corresponder. Quienes han hecho posible el milagro, más allá de sus causas originales, han sido miles de empresas grandes y pequeñas, y un millón largo de trabajadores, que han apostado en las últimas décadas por este sector de la economía. Ha habido de todo durante este boom: auténticos desastres urbanísticos y ejemplos claros de conservación patrimonial y natural que hoy son la envidia del mundo. Pero el podio turístico de España ha permitido equilibrar su balanza comercial durante décadas y ser un motor de desarrollo fundamental para colocar a este país entre las 10 mayores economías del mundo.

Dicho esto, debo aplaudir ante todo la iniciativa del equipo redaccional de la revista sectorial Hosteltur por suscitar un debate necesario en un sector que siempre ha ido por libre y que ahora parece muy afectado por una crisis de doble filo: la financiera mundial, que ha mermado la capacidad de gasto de los mercados exteriores; y la estructural, que lleva años padeciendo nuestro país sin que se hayan introducido las medidas correctoras de un binomio turístico (sol y playa) ya obsoleto, no solamente en infraestructuras de acogida, sino en el ideario colectivo de las nuevas generaciones de turistas.

Pero, al mismo tiempo que aplaudo esta iniciativa, quiero constatar la terrible realidad de la crisis que padecemos al promover una suerte de lista negra de firmantes en apoyo de la campaña #ministeriodeturismoya que no me parecen otra cosa que empresarios dolientes en busca de una tutela estatal porque, quizá, no hayan encontrado la manera de salvarse de esta crisis o de procurarse las necesarias herramientas para hacer más competitivos sus negocios. Y digo esto desde la comprensión de la difícil tarea que hoy ocupa a todos los empresarios por superar los embates de una fuerte competencia, a veces no leal, en este océano rojo del turismo que habitan.

Yo pienso que la salida de esta crisis no está en manos del Gobierno, sino de todos los actores económicos. Me asusta la candidez de algunos que promueven una rebaja en el IVA turístico, ya de por sí bajo, con la esperanza de superar así los graves problemas que afectan al turismo en España. No sirve de nada rebajar cuatro puntos el tipo impositivo si esta medida no va acompañada de una actualización de las infraestructuras, de una mayor educación en la ciudadanía, de un mayor compromiso entre empresarios y trabajadores, de una nueva ética en los negocios, de un ambiente de mayor colaboración, etcétera. Por tanto, no veo la figura de un ministerio de turismo como paladín del remezón que España necesita.

Por otro lado me parece preocupante, y hasta un punto inhibitoria, la reclamación de una parte del empresariado en favor de una mayor intervención estatal cuando las cosas van mal y una mayor libertad de mercado cuando hay más dinero que llevarse al bolsillo. Es indecoroso para las relaciones laborales, es decepcionante para quienes creen en la libertad profesional y empresarial, es contradictorio en el plano ideológico. Es… aprovecharse del esfuerzo ajeno, el de los que trabajan, innovan y cooperan en favor de sus negocios. Acuso a muchos empresarios de esto y acuso también a los gobiernos que no han tenido reparos en acudir al rescate de la banca mientras hacían su panegírico de la eficiencia de los mercados cuando se respiraba libertad en ellos.

Los empresarios y los trabajadores que se afanan en lo suyo, emprenden y trabajan bien, mejoran cada día y comparten sus experiencias no se merecen la competencia de otros empresarios y trabajadores que hoy abrazan el proteccionismo estatal porque son incapaces de emular con dignidad a los primeros. Es muy desalentador, cuando haces bien tu trabajo, ver cómo el vecino compite contigo gracias a una subvención. Ello no solamente desmotiva al buen empresario, sino que genera un abandono de las buenas prácticas en numerosas empresas y reduce el nivel de eficiencia en los mercados. No olvidemos que una buena parte de la actual crisis debe sus causas a esta relajación psicológica inducida por la política de subvenciones a ultranza.

Fernando Gallardo |

Un comentario en “Un ministerio de turismo desmotivaría al buen empresario

  1. De cajón, vamos… de cajón. Espero la segunda entrega para ver si puedo criticar o añadir algo.

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