¿Surrealista? No, esquizoide. Cualquiera que pise territorio argentino puede comprobar con una simple llamada telefónica a qué punto de esquizofrenia, talante chusco y bobería infantiloide han llegado sus aerolíneas de bandera, la denostada compañía de transportes Aerolíneas Argentinas. Después de cuatro demoras consecutivas, de pasar noche involuntariamente en un bed & breakfast barato de Buenos Aires, de quedarnos en tierra también involuntariamente y en un lugar insospechado como El Calafate, pues por dos veces el avión que nos debía de trasladar de Buenos Aires a Río de Janeiro sufrió una avería, después de un retraso en llegar a nuestro destino de casi tres días, después de… Después de esta inédita aventura y con todo el itinerario previsto basculado, si no destrozado, fue cosa de llamar al teléfono de atención al cliente que la aerolínea publicita para intentar arreglar por enésima vez el desaguisado… ¿Y cuál fue la respuesta?
Ring, ring… (Descuelga un contestador automático)… “Bienvenido a Aerolíneas Argentinas, la compañía que le llevará a su destino. Porque nuestro destino es celebrar la recuperación de nuestra línea de bandera, la bandera más grande del mundo. Estamos orgullosos de que nuestras Aerolíneas sean ahora más Argentinas que nunca”. (Suena entonces, en un insólito in crescendo de trompetas y timbales, la Novena Sinfonía de Beethoven: tan ta chan ta chan…). Un instante después oigo a través del audífono una voz femenina: “Aerolíneas Argentinas, mi nombre es…, ¿en qué le puedo achudar?”
Perdón, creí que estaba hablando con la oficina del Reichführer…
Fernando Gallardo |