El bazar europeo de las clasificaciones hoteleras

estrellas Un informe comparativo sobre los criterios mínimos exigibles a los hoteles de tres estrellas en la Unión Europea, publicado por el ECC-Net en 2009, me sirve de reflexión sobre los sistemas clasificatorios y su utilidad en el turismo contemporáneo tan focalizado en las redes sociales. Cuestión previa: Finlandia y Noruega no tiene un sistema de clasificación oficial de hoteles y alojamientos turístico, pues estos países tan poco dudosos de inframundo consideran que los viajeros pueden acceder a guías y páginas web que hacen evaluaciones personalizadas de su oferta hotelera. En varios países de la UE se aplican habitualmente un sistema nacional de clasificación obligatoria, salvo en España, Italia y Bélgica, donde los sistemas de clasificación están descentralizados y cada región o provincia autónoma regula sus propios hoteles.

La mayoría de los países (17) posee un sistema con una lista de criterios mínimos que se complementan con determinados criterios opcionales. Centrado en el rango de tres estrellas oficial, el estudio de ECC-Net presenta unos datos que no tienen desperdicio:

  • En la mayoría de los países (18), a los hoteles de tres estrellas se les exige un servicio de recepción permanente, o, por lo menos, un servicio de acogida temporal (un empleado en horas extras).
  • En casi todos los países se ofrece acceso a Internet, aunque no necesariamente en las habitaciones.
  • En 25 países están obligados a aceptar una tarjeta de crédito o débito como medio de pago.
  • En 19 países los empleados de la recepción deben hablar un idioma extranjero, además de la lengua nacional.
  • En todos los países han de proporcionar servicio de desayuno y, en 17 países, también  la comida y/o la cena.
  • La superficie mínima para estos hoteles de tres estrellas es de 18 m² en Dinamarca, seguida por Islandia, Bélgica, Luxemburgo y Portugal (17 m²). Las dimensiones menos exigentes se encuentran en el Reino Unido (8,4 m²), Eslovenia (12 m²), Eslovaquia (12,6 m²) y Francia (13,5 m²).
  • Aire acondicionado, minibar y cuna de bebé son servicios obligatorios en ocho países.
  • Todas las habitaciones de un hotel deben ser para no fumadores en el Reino Unido, y solo en cinco países no existe tal prohibición (Bélgica, Francia, Irlanda, Portugal y Eslovenia).
  • Asimismo es obligatorio en 10 países el contar con habitaciones especialmente diseñadas para personas con discapacidad, así como en muchos más está regulado el acceso al edificio y el uso de sus instalaciones para discapacitados.
  • En fin, todos los hoteles de tres estrellas deben contar con baños individuales en las habitaciones y proporcionar en ellos gel de ducha y/o champú.

Con este popurrí legislativo habrá quienes apoyen un marco regulatorio común a todos los países de la Unión Europea, lo que significaría regresar a un sistema centralizado no ya nacional, sino continental. Una idea tan quimérica a corto y medio plazo como la conformación de un gobierno mundial. La clasificación hotelera obligatoria vuelve locos a los viajeros, condenados a estudiarse la normativa de cada enclave geográfico (y en Europa son pocos, vaya…) antes de elegir su destino de alojamiento, letra pequeña incluida. Pero, más que absurda, esta política nos parece inútil, de inviable cumplimiento, salvo cuando hay ganas de fastidiar en los estamentos del funcionariado.

Y todo leguleyo sabe que cuando la ley es inútil no se cumple, y si no se cumple deja de ser ley. Por tanto, dejemos de ser hipócritas y reconozcamos lo obvio: los sistemas oficiales de clasificación sobran en toda la Unión Europea. No sirven más que para molestar.

Fernando Gallardo |

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2 comentarios en “El bazar europeo de las clasificaciones hoteleras

  1. Le muestro desde el respeto que me une hacia usted el más cordial del desacuerdo posible. Para usted son quiméricas muchas cosas, pero a la mayoría de la gente les gustaría tener un marco común y general para armonizar mínimamente lo que es un hotel a lo largo y ancho de la UE, evitando así el fraude de ley al cual se ve sometido el viajero año tras año al ir de vacaciones. Estoy de acuerdo que el mercado coloca a cada uno en su sitio. Pero sí haría falta un marco único de referencia, un libro de estilo en Europa. De paso nos ahorraríamos 17 normativas en España.

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