El valor de la crítica hotelera

FG serie Confieso que, después de 35 años de oficio, en buena parte de los hoteles que visito soy reconocido por algún empleado como «ese crítico que te encumbra o destruye» (algo exagerado, la verdad, aunque muchos lo piensan así). Y por eso a uno le cabe el honor de que le extiendan de vez en cuando la alfombra roja (que no va más allá, sinceramente, de una botella de champán en la habitación). En no pocos casos esto se traduce, igualmente, por que la wifi funcione en banda ancha, las vistas desde la habitación sean más seductoras, la reserva en el restaurante esté ya confirmada, el coche sea conducido gentilmente hasta el garaje próximo, y unas algunas prebendas más. Salvo el «sobre», me ha sucedido de todo en los hoteles en los que me he hospedado e, incluso, en aquellos que simplemente visitado. «Claro, es que usted es un privilegiado, no como todos los mortales», me espetan de vez en cuando desde las redes sociales quienes envidian o temen mi trabajo. Y siempre lo he reconocido. He sido un beneficiado de la hotelería, un VIP de los hoteles, de igual modo que un programador informático lo es del software avanzado, los pilotos de líneas aéreas y azafatas por viajar a todos lados, los taxistas por ir en coche en lugar de usar transporte colectivo, los arquitectos por ahorrarse el plano de sus propias viviendas y los políticos por gozar de la erótica del poder, ese hormigueo que te mueve la barriga -como decía el ex ministro alemán de los Verdes, Joschka Fischer- cuando entras en una sala y todos se te ponen inmediatamente de pie…

Pero la realidad es que, por modestia o rectitud, nunca ha sido una prerrogativa que yo haya utilizado por distinción o alcurnia. Ni siquiera como un mérito propio del trabajo. Porque, en el fondo, he considerado siempre a cada huésped como un crítico no profesional del hotel  que lo acoge. Tanto que el tiempo me ha acabado por dar la razón. Los críticos ahora se agrupan en Tripadvisor. Son personajes corrientes y molientes, gente de la calle, opinantes esporádicos, cronistas voluntarios y -que también los hay- propagandistas sospechosos de alguna prebenda por parte del hotel que critican.

Me siento a gusto entre todos ellos. Conformamos, sin exclusiones, un ecosistema más democrático -no sé si más justo, pues es notable la falta de criterio que impera hoy en la crítica hotelera digital- que el antañón del jerarca profesional con sus resabios y cuentas pendientes. La comunidad hospitalaria determinará a posteriori quién goza de mayor autoridad en sus opiniones, como cada hotel evidencia sus bondades a través del respeto y admiración que suscita su propia marca.

El colectivo heterogéneo se comporta en este ecosistema digital como un organismo vivo, fenómeno que hoy abrazamos como el de la inteligencia colectiva. Hemos creado en la red el bazo, el esófago, los pulmones, las piernas y los brazos, pero el corazón y la cabeza siguen -y seguirán mientras seamos seres creativos- en manos de quienes acaudalen en el tiempo una marca personal conocida y reconocida por el acervo siempre vigente del sentido común, la sabiduría, el criterio, los años y la capacidad de asumir consecuentemente el riesgo de equivocarse.

¿Nos conocemos?

Fernando Gallardo |

Un comentario en “El valor de la crítica hotelera

  1. Completamente de acuerdo, sobre todo el último párrafo. Me encanta leer los comentarios en la red de clientes-críticos (sobre todo si son de otros hoteles). Cuando son sobre el mío me gusta más, ya sean positivos o negativos. Esto nos hace ponernos las pilas y reconocer que no somos tan buenos como pensamos, ni tan malos como nos dicen.
    Fernando, como dicen en la curia romana, la experiencia es un grado, y tú, experiencia, tienes por kilos y kilómetros.

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