El huevo y el taco de Fischer

Artur Fischer

En 1946, un hotelero le pidió que inventara un utensilio con el que sus huéspedes pudieran abrir un huevo pasado por agua sin poner perdida la mesa de desayunos. Artur Fischer ideó un redondel con pinzas que cortaba limpiamente la cáscara sin afectar al contenido del huevo. Con ese invento hotelero, el alemán superó en patentes (más de 1.100) al hasta entonces inventor por excelencia: Thomas A. Edison (1.093 patentes).

Artur Fischer acaba de fallecer en su casa de Waldachtal (Alemania) a la edad de 96 años. Su dilatada carrera de inventor y empresario de sus inventos había culminado en 1958 con el famoso taco de expansión que hoy todo el sector de la construcción y los amantes del bricolaje utilizan, tanto para afirmar muebles a las paredes como para colgar un cuadro. Es una especie de un tapón de nylon con una punta dividida para ser insertado en un agujero perforado. A medida que el tornillo se enrosca, el tapón impide que se desprenda el yeso. A medida que el tornillo avanza hacia la punta, el ancla se expande presionando fuertemente contra el agujero. Dos aletas anti rotación afianzan firmemente el taco en la pared.

El legado de Fischer le sobrevivirá quién sabe la cantidad de años en un sector como el turismo cuyo fermento experiencial requiere una tecnología cada vez más avanzada sin perder su simpleza de uso.

Quien no haya utilizado jamás los inventos de este alemán inolvidable es porque jamás se ha mirado al espejo o porque el desayuno belle époque le importa un huevo.

Fernando Gallardo |

Deja un comentario