Hoteles con Encanto que valen 90 millones

Si una imagen vale 60.000 palabras, un vídeo de un minuto de duración (60 segundos) valdría (60 segundos x 25 imágenes/segundo x 60.000 palabras) la friolera de 90 millones de palabras, lo que equivaldría aproximadamente a unos 225 libros de 200 páginas. Por supuesto que éste es un cálculo a ojo de buen cubero y, por seguir con los redichos, haciendo las cuentas de la abuela. Lo importante no es pensar que ver un minuto de vídeo equivale a leerse 225 libros. Lo importante es saber que el vídeo, el cine, la imagen en movimiento y las historias que hay detrás de este medio de expresión puede afectarnos mucho en la vida.

Si gestionamos en un negocio turístico no podemos desdeñar el vídeo como formato de comunicación eficiente e incluso trascendental. Porque esto que sabe todo el mundo Sigue leyendo

La magia hospitalaria de cualquier rincón

Nuestro Clúster de la Ruina Habitada está programado para innovar en la hotelería, pero no solo eso. Siempre hemos querido enfilar a otro horizonte tan importante como éste: la cooperación entre alojamientos turísticos. Tal vez porque el vínculo que se establece desde este Foro, en nuestros encuentros periódicos, en las jornadas, en los seminarios o en las conversaciones diarias a través de las redes sociales es hijo de ese espíritu innovador que nos asiste.

Durante los meses que lleva funcionando el Clúster nadie se ha quedado parado, salvo en la innovación tecnológica que algún día permitirá la teletransportación al hotel por vía molecular. Y como en esto no tenemos mucha prisa todavía, el esfuerzo innovador y cooperativo de los miembros del Clúster ha germinado en algunas iniciativas que, por pequeñas, no parecen menos relevantes al negocio hotelero.

La última, espontánea y romántica, nos la brinda Antonio Gómez, propietario de la Quintana del Caleyo, que se las ha ingeniado para dedicar cada rincón de su hotelito a un miembro hotelero del Clúster. Hemos subrayado en anteriores ocasiones que un alojamiento turístico es un universo de rincones (dicho con más poesía que el técnico punto de venta en el hotel) que invitan a vivirlos con la personalidad del huésped y respirarlos según la personalidad del hotelero. ¡Cuántos rincones aparentemente deliciosos he visto ocupado por la basura o convertido en trasteros llenos de electrodomésticos inservibles! O, peor, ocultos tras un parapeto que aumenta el sentido de vergüenza que trasmite el hotel de sus instalaciones pudendas (almacenes, botellas de propano, muelles de descarga, alojamiento del personal…). Es como tener un hijo feo y encerrarlo en casa por miedo a que se burlen de él. ¿Acaso no es un valor la inteligencia? ¿Acaso no se pueden exhibir inteligentemente esos rincones pudendos?

A través de Facebook, Antonio de la Quinta nos demuestra que sí:

“En la Quintana del Caleyo hemos venimos creando unos rinconcines muy especiales, inspirados en nuestras visitas a los hoteles de nuestros amigos, miembros del Clúster de la Ruina Habitada. Son rincones que queremos mucho y cuidamos con un especial Sigue leyendo