Resulta que la supuesta legalidad madrileña era ilegal

Madrid

Hace dos años, bajo el título Madrid de Chiste, preguntamos a la consejera de Turismo de la Comunidad de Madrid qué arcano explicaba la limitación legal aprobada por su departamento en el alquiler turístico de viviendas particulares:

«Ignoramos en qué caprichosa circunstancia las autoridades turísticas madrileñas decidieron imponer a las viviendas turísticas un alquiler mínimo de cinco días. No he escuchado, ni leído, ninguna explicación razonable de por qué van a ser cinco en lugar de cuatro o seis. Incluso nueve o diez. La cabalística asignaría a este número el símbolo de los cinco días laborables de la semana. Pero, ¿y los que trabajan seis días? ¿Y los que trabajamos los siete días de la semana? Hay quien apuesta por la unidad más premiada en el sorteo de Navidad de la Lotería Nacional que, efectivamente, es el cinco. Probablemente, Mariño y su equipo nos quisieron transmitir su denodado espíritu de acción, que en numerología viene significado por el 5. Es el símbolo de la libertad, la adaptabilidad, el espíritu viajero y aventurero, pero también de la inconsistencia y del abuso de los sentidos. El número de la fortuna, la magia y la aventura, atribuido a personas a las que les atrae lo desconocido, lo extraño, lo misterioso».

El gobierno madrileño no respondió jamás a nuestra conjetura cabalística. Ahora sabemos por qué. La consejería de Turismo estaba cometiendo, a sabiendas, una ilegalidad. Lo acaba de elucidar el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), que Sigue leyendo

Madrid de chiste

madridLa carga más pesada de un cargo público es el trabajo. Aunque parezca de perogrullo, lo más tortuoso de su función es tener que funcionar. Y, además, exhibir su trabajo ante los demás, especialmente en periodo electoral. Porque una autoridad política, una vez celebrado su nombramiento, debe enfrentarse al escrutinio público con la misma exigencia que la de un escritor cuando se pone delante de un papel en blanco o de la pantalla (blanca) de su ordenador personal. Lo perverso de este trance es la obligación de producir resultados, que desde la óptica administrativa consiste más que nada en generar, modificar o reeditar un cuerpo normativo. Reglamentar, normalizar, regular las actividades de los ciudadanos.

A veces, el capítulo se extiende hasta los límites casi siderales de una novela. La fiebre reglamentista conduce inexorablemente a la regulatitis o manía por regularlo todo, aunque no haga falta. Esta enfermedad no tiene color político. Ataca a todos por igual. Y Sigue leyendo