Manifiesto por un nuevo modelo de turismo rural

Si el turismo rural en España quisiera darse por enterado de que hay crisis el remedio ya estaría en la farmacia. Pero la resistencia de muchos propietarios de hotelitos y casas de campo a pasar por la clínica no solo esconde, sino agrava, la evidencia de una enfermedad que lastra la economía de muchas familias que habían puesto sus esperanzas de una vida digna en la industria turística rural. Seamos sinceros, el diagnóstico no puede ser más preocupante. El segmento más débil del turismo en España está sobresaturado en un buen número de comunidades autónomas, la oferta se halla también en gran parte desfasada, los canales de comercialización son prácticamente inexistentes, la ocupación media de las casas rurales es mínima y la abundancia de subvenciones durante unas décadas han distorsionado, cuando no falseado, las reglas competitivas del libre mercado. A veces, por dar satisfacción a todos, se ha premiado a quien no lo merecía en desfavor de quien realmente lo acreditaba.

Desde este Foro de la Ruina Habitada hemos alertado en reiteradas ocasiones sobre los problemas que afectan al turismo rural (entendido como el turismo en el medio rural) en España. Es comprensible la renuencia de quien ha hecho de su casa un modo de vivir, y sobre todo cuando esta vivienda le proviene de una herencia familiar o le transmite unas sentidas bienquerencias. Las gentes del campo suelen mostrar un indisimulado orgullo de su territorio y pertenencias, lo que en no pocas ocasiones provoca malentendidos con una clientela de procedencia generalmente urbana. Pobrecitos que vienen enfermos de la ciudad y necesitan este balneario natural para desestresarse, piensan con frecuencia celosos de su dignidad ancestral. En diferente sentido, pero igualmente expresiva de este falso prejuicio convivencial, los urbanitas tampoco esconden su incomprensión por el temor manifiesto de los campestres hacia la gran ciudad, sus agobios, su agresividad y su modernidad. Ese desencuentro cultural explica muchos de los comportamientos de la industria turística y la desafección por los viajes culturales fuera de temporada.

Porque no olvidemos algo trascendental. El turismo rural, que fue pensado como una alternativa al binomio sol-playa y, por ende, a la estacionalidad del turismo vacacional, presenta un cuadro
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Autosostenibilidad, autosuficiencia y autobombo

Últimamente llegan noticias de establecimientos hoteleros que basan su promoción, no en el manido concepto de la sostenibilidad, sino en el más pretencioso de la autosostenibilidad. Veamos cómo lo vende La Crucesita, el nuevo emprendimiento de la familia De Ípola en Mendoza, el corazón vinatero de Argentina:

«Primero hicimos los generadores de energía y después la construcción. Hasta el momento es el primer edificio de Mendoza que está exento de usar electricidad y gas para generar luz, calefacción y calentar agua (…) Dedicado al turismo ecológico, tendrá costo cero en el gasto energético. Dispondrá de piscina climatizada, calefacción radiante de piso, cava, sala de reunión, internet, hidromasajes y restaurante para sus 14 habitaciones que estarán alimentadas de energía solar y eólica. Los paneles solares y eólicos tienen un funcionamiento alternado. Durante el día, es el sol el generador de energía. Y por la noche se aprovechará del viento para continuar con la tarea de abastecimiento (…) Confiamos en el futuro. Sabemos que en un tiempo los paneles solares serán la fuente principal de generación de energía (…) A su vez toda la construcción es de material reciclado. Un ejemplo son las puertas principales, las cuales fueron adquiridas en un remate y pertenecen a la emblemática escuela Patricias Mendocinas. Tienen más de 100 años y fueron instaladas en el lobby del petit hotel. Los techos y algunos detalles en hierros y cadenas son elementos que se reciclaron. Sigue leyendo