Lecciones de rojo y de naranja

patadonbeso_Casillas

Mucho se ha hablado estos días de las virtudes que han labrado el triunfo de España en el Campeonato Mundial de Fútbol 2010. Incluso hay quienes han vaticinado una remontada del 0,7 por ciento en el PIB como consecuencia esta victoria y gracias a la buena imagen ofrecida por la selección española, la menos tarjeteada de la competición y la que más valores de humildad, discreción, camaradería, orden, disciplina, innovación, estrategia, ingenio, competición, amor propio, entrega, denuedo, entereza, simpatía, desinhibición, sencillez, limpieza y juego bonito ha desplegado durante el campeonato.

No menos comentado la sido el lance de la gran final jugada entre las selecciones de España y Holanda. Los holandeses jugaron sucio, muy sucio. Y no solo por las faltas. Vimos dos acciones muy feas: una devolución de balón al fondo para ganar ventaja sobre el terreno y pitorrearse del público colando un balón al fondo de la portería española cuando la jugada ya estaba anulada por fuera de juego. Comprendo que los jugadores neerlandeses estuviesen desesperados ante la abrumadora posesión de la pelota por parte española y se viera francamente perdida en su estrategia de contención. Pero también lo estuvo Alemania, unos días antes, y los jugadores teutones resistieron con una limpieza tan exquisita como ejemplar. Lo cual podría adelantar que el equipo alemán tiene un enorme futuro, mientras que la selección holandesa será siempre recordada como la sucia. Los holandeses de la calle, que son gente educada y honesta como poca, deberían exigir que esos jugadores no volvieran a vestir jamás una camiseta enaltecida por los Cruyff, Neeskens, Van Basten y otros muchos que inspiraron durante la década de los 70 y los 80 el estilo de juego a seguir. El juego bonito de un país bonito. Holanda debe limpiar ahora esa bochornosa imagen-país que ha exhibido ante miles de millones de espectadores una ruda banda de boxeadores mal llamados futbolistas.

¿Y España? Si juzgamos lo visto antes y después, la causa y el efecto, el camino y la meta, si de verdad somos ecuánimes convendremos que hay una España que asquea y otra que enamora. Hay una España irredenta que aúlla en los estadios, sin más norte que el fondo sur, y otra que elabora en silencio las jugadas y la vida. Es el país de Xavi, de Iniesta, de Busquets, de Casillas… Y, sobre todo, el país de Vicente del Bosque, que con una discreción tan alta como su sabiduría futbolística ha sabido gestionar los recursos humanos de esta selección como nadie hasta alcanzar una gloria que millones y millones de españoles ansiaron durante demasiado tiempo. Hasta el domingo pasado.

Ya hemos visto cómo, pero vale la pena repetirlo: humildad, discreción, camaradería, orden, disciplina, innovación, estrategia, ingenio, competición, amor propio, entrega, denuedo, entereza, simpatía, desinhibición, sencillez, limpieza y juego bonito. Ejerzamos entonces una introspección y preguntémonos a nosotros mismos: ¿qué hemos hecho todos para ayudar a este equipo? Si nos alegramos de ser campeones habrá que tomar nota de cómo se forjan los campeones. ¿O vamos a seguir en este país con el patadón y el pelotazo?

Creo que este Mundial va a incentivar las ganas de visitar dos países en los próximos meses y tal vez años: Suráfrica y España. El empresariado turístico debería entonces ofrecer a tantos miles de millones de ciudadanos que han visto jugar a la selección española los mismos argumentos empleados para ganar: mucha elegancia en sus hoteles, camaradería entre todos los actores del sector turístico, paciencia y ganas de luchar en todas las esquinas, pase corto en la gestión y no pelotazo, humildad y no la soberbia de los Clemente o Maradonas habituales, esponjamiento del campo y no el bunker que fue Suiza, un poquito más de cultura para quedar mejor ante las cámaras… En fin, unidad en torno al objetivo aunque sea de color rojo y amarillo. Si se cumplen estas premisas no se va a necesitar ningún pulpo para salir de esta crisis. Estoy absolutamente convencido.

En casa hoy, como ayer en el estadio, juntos podemos.

Fernando Gallardo |

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3 comentarios en “Lecciones de rojo y de naranja

  1. Estoy completamente conforme: mucho amor, mucho ánimo y mucha gana. Que la gente que nos visite se sienta como en casa sin tenerse que preocupar de nada, solo de desfrutar.

  2. Creo que sobran los comentarios a este post soberbio de Fernando. Solo me atrevo a añadir uno desde mi modesta atalaya: para conseguir trabajar de forma unida hacen falta tener el alma limpia y sincera. Si no, la soberbia se come a la modestia y el orgullo se come a la sinceridad. Me uno a Fernando en hacer nuestro el ¡Podemos!

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