Por unos hoteles más limpios

Seguramente usted sabe que millones de litros de agua y detergente se consumen todos los días en los hoteles del mundo para lavar las toallas que han sido usadas por sólo un corto tiempo. Como parte de nuestro compromiso por conservar el medio ambiente, cambiaremos las sábanas y toallas cuando sea necesario y a petición del huésped. Si desea que sus sábanas y toallas se cambien diariamente, solicítelo a la recepción del hotel.

Uno de los grandes retos que afronta la hotelería mundial atañe a ese neologismo tan evanescente como demagógico que es la sostenibilidad. Sin entrar a desmenuzar los fundamentos e incongruencias del llamado «triple balance» (económico, social, ecológico), reflexionemos un momento sobre las razones y las contradicciones de lo ecosostenible en un hotel.

En algún artículo de este Foro me he referido ya a las incongruencias en que incurren los alojamientos turísticos cuando, a través de un cartelito pegado a la pared del baño, abogan por un medioambiente limpio y demonizan la ablución de los huéspedes incitándoles a una guarrada mayúscula: quédese con las toallas sucias y, si no, déjelas tiradas por el suelo como si viviera en una pocilga. Ello, no en pensiones de mala muerte, sino en hoteles de lujo… Hemos parafraseado el ejemplo de Hyatt, pero igualmente podríamos citar el de Marriott: apoyamos el deseo de nuestros huéspedes de ayudar a proteger el medio ambiente, y por lo tanto, cambiaremos su cama cada tercera noche de su estancia. Pelillos a la mar…

Asociaciones sectoriales y marcas de calidad como Rusticae, Ruralka y otras se han apuntado también a la moda del marketing verde por los réditos publicitarios que se obtienen frente una clientela cada vez más concienzada, esto es verdad, de los problemas ecológicos y demográficos que sufre el planeta. El nivel de contaminación aumenta aceleradamente y no pensemos cuánto más se dañará el planeta en la próxima década, cuando 2.500 millones de seres humanos salgan de la pobreza y la población mundial alcance los 10.000 millones de habitantes. Muchos lamentarán que los pobres hayan optado por dejar de ser pobres y consumir al mismo nivel que los ricos. Mientras tanto, estas asociaciones y marcas bienintencionadas promueven iniciativas tan poco higiénicas como secarse el rostro con la toalla usada el día anterior en secarse el trasero. O nocivas para la salud, como la privación del yodo en los alimentos y el fomento del bocio o el retraso mental porque la sal exige su transporte hasta el lugar de consumo y ello contribuye a aumentar las emisiones de CO2 en la atmósfera. O llevar siempre el teléfono móvil descargado por ahorrarse una carga extra durante el tiempo en que se está fuera de la habitación. E incluso la bizarra propuesta de comprar toros de fieltro o muñequitas sevillanas por contribuir al desarrollo de la artesanía autóctona… (Verídico: Ruralkeando el mes de Marzo con Volkswagen).

Seamos sensatos. El despilfarro de los recursos y la contaminación gradual en el planeta exige una toma de conciencia colectiva que no puede tomarse a chanza, como el exigir el consumo desorbitado de muñecas con faralaes. Tampoco debe generar alarmas de juicio final so riesgo de repetir el cuento del lobo que viene y provocar al final de todo la indiferencia social. Menos aún sugerir cambios en nuestros hábitos de consumo y de viaje sin la necesaria reflexión sobre los pros y contras de toda campaña aleccionadora, pues a la postre ésta podría volverse en contra de sus promotores. Y los promotores de la guarrería en el uso de las toallas, la enfermedad en la radical cocina del kilómetro cero o el consumo racial de lo autóctono no son otros que los empresarios hoteleros. Anfitriones y artistas de la hospitalidad a los que ahora se quiere convertir en apóstoles de un ecologismo controvertido.

Midamos bien los efectos de tales campañas y reflexionemos en profundidad sobre todos -y digo todos- los fundamentos que intervienen en el diagnóstico de los problemas. Sepamos que si se aboga por una fuente de energía limpia, la nuclear contamina menos cuando es segura que la solar, cuyos paneles de silicio provocan una alta contaminación durante su proceso de fabricación. Sepamos que el lavado de una toalla usada puede consumir 10 litros de agua, pero la producción de un kilo de carne de vacuno requiere nada menos que… 16.000 litros de agua y que cultivar la comida diaria de un adulto exige el consumo de… 24.000 litros de ese líquido elemento.

Valoremos que tan insensato es advertir del despilfarro acuático cometido a diario en el baño de un hotel como plantar sobre la mesa del restaurante este otro bienintencionado display:

Seguramente usted sabe que millones de litros de agua se consumen todos los días en los hoteles del mundo para elaborar el chuletón de Ávila con el que sueñan nuestros clientes. Como parte de nuestro compromiso por conservar el medio ambiente, cambiaremos el platito de galletas que le hemos servido por el chuletón de marras solo a petición del huésped. Si desea que su régimen de comidas incluyan carnes y hortalizas que sobreexplotan los recursos hídricos, solicite tal excepción en la recepción del hotel.

Fernando Gallardo |

5 comentarios en “Por unos hoteles más limpios

  1. Eso suponiendo que el cartelito en cuestión tiene un sincero fondo ecológico. En muchos casos la realidad es que más bien se trata, por un lado, de marketing, porque el ecologismo vende, como ya se apunta en el post; y por otro lado, económico, puesto que te ahorras unos euros en lavandería y en trabajo del personal.

  2. Han pasado dos décadas desde que se inició la moda de la calidad. Al día de hoy habría que preguntar cuántas empresas turísticas están certificadas de las 411.000 que existen en nuestro país. ¿Por qué ha sucedido esto? Simplemente porque la calidad se ha vendido como un plus y no una obligación. ¿Hay alguien que entra a un comercio a comprar no calidad?
    ¿Como es posible que se inviertan 5, 10, 50 0 100 millones de euros en un hotel y luego no se dé la calidad obligada.
    El tema de la sostenibilidad es un punto y aparte. La calidad es endogámica, está en el interior; la sostenibilidad nos afecta a todos.

    La cuestión es que se empieza por lo simple, por las toallas o el cambio de bombillas. Para entrar en el desarrollo sostenible (en el que va implícita la calidad) hay que formar a todos los interesados, explicar bien su significado, cómo les afecta a ellos y a su comunidad. Esto no es teoría, es realidad.

    Nos puede pasar como con la calidad… Bla, bla, bla.

  3. Estoy totalmente de acuerdo en que la calidad es intrínseca, es obligada, es de recibo. No se puede concebir un negocio que no contemple la calidad. No es una moda, no es una marca, es una obligación. Ojalá todo emprendedor en el mundo de la hostelería entendiera esto como básico a la hora de hacer su plan de negocio. Solo tendríamos un problema: perderíamos el eslogan «Spain is different», ¿o quizás lo ganaríamos?

  4. Yo creo que «aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid», en algunos hoteles te cuentan la película del tema ecologista y después hacen de su capa un sayo en otros temas. En mi casa intento contaminar lo mínimo posible, hago lo mismo en mi hotel; por lo que doy por hecho que si me voy de vacaciones en el hotel al que vaya harán lo mismo. Pero no voy a estar pendiente de ir a recepción y decir: Mire usted, hoy me cambia las toallas y mañana la sábana bajera y pasado mañana el almohadón. Por favor!!!!!!!

  5. Hace tiempo quería hacer un comentario sobre este interesante post. Es un tema que siempre me ha interesado, y por ello he elegido como proyecto de fin de master de Gestión Hotelera un hotel ecológico. Estaba preparando la presentación del mismo, y he dado con el término greenwashing (blog http://turismo-sostenible.net/%C2%BFquienes-somos/about/) que define a la perfección el tema del post.

    «Greenwash es un término usado para describir la práctica de ciertas compañías, al darle un giro a la presentación de sus productos y/o servicios para hacerlos ver como respetuosos del medio ambiente. No obstante, este giro es meramente de forma y no de fondo por lo que se convierte en un uso engañoso de la comercialización verde» (http://www.masr.com.mx/que-es-el-greenwash/)

    Casi 20 años después de la cumbre de Río, el mensaje de que el modelo de crecimiento económico actual no es sostenible ha calado en una mayor conciencia de muchos ciudadanos occidentales. La mayor conciencia de nuestros clientes hace que muchos se sumen a la causa ecológica, pero salvo honrosas excepciones lo único que se mira es la reducción de costes y vender esa imagen.

    Las grandes cadenas se han dado cuenta del filón de añadir esta etiqueta, y dentro de su estrategia de Relaciones Públicas y Resposabilidad Social Corporativa están incorporando pequeños gestos ecofriendly. Pero mucho queda por hacer y por concienciar entre sus directivos (en una ocasión escuché a un director de hotel en una importante cadena decir que la sostenibilidad era cosa de su madre, que estaba ya jubilada y se entretenía reciclando…)

    Siguiendo el hilo de la calidad abierto por Jesús Felipe Gallego, así como la calidad fue uno de los pilares del éxito de muchas empresas japonesas, la no sostenibilidad o degradación del medio ambiente será motivo de «agotamiento» de muchos destinos turísticos.

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