¿Qué ocupación les espera este verano a los hoteles de litoral en España? Agoreros y optimistas se entrecruzan vaticinios sobre esta incertidumbre real que arrastra el sector hotelero en su conjunto desde la emergencia de la crisis económica, en el mundo, y la propiamente turística, en España. En un lado están los turoperadores que, como AEDAVE, alertan estos días de que «la cosa anda floja» en las reservas previstas para los meses de julio y agosto. Si remonta, desde luego será a partir de mediados de julio, y ello no dará para salvar un año del que todos a priori esperaban más. En el otro lado está la patronal hotelera que, como CEHAT, relativiza la crisis por la inyección de moral recibida en los primeros meses de 2011 gracias a la recuperación económica de los mercados europeos y al desvío de turistas que ha producido la primavera árabe. Los hoteles de costa desestiman el impacto negativo que podría acarrearles la pequeña subida de precios justificada por ese aumento de la demanda.
Nadie sabe quién acertará en este juego de las adivinanzas. Tanto los primeros como los segundos calculan que las cifras veraniegas serán finalmente satisfactorias debido al efecto de última hora en las reservas, a semejanza de lo que ha venido sucediendo en los últimos años. Pero eso será lo que tase un sastre, pues ya está demostrado que el consumo interno no se recupera a pesar de las insistentes medidas del Gobierno por evitar el rescate financiero de España. De hecho, y supongo que para presionar a esta demanda tardía, la patronal hotelera advirtió públicamente que los turistas nacionales se quedarían este verano con las peores plazas,
ya que los hoteles esta vez no iban a jugar con descuentos de último minuto. Ya lo veremos, que dijo un ciego.
Es impensable que después de haberse acostumbrado a las rebajas express, los cheques regalo y los cupones Groupon, los españoles vayan a sacrificar esa conquista del chollo ante el riesgo (improbable) de quedarse sin vacaciones. Con que los hoteles tendrán que volver a practicar la cirugía con los precios o no harán su agosto. Ciertas señales así lo indican. La demanda nacional no ha visto incrementado su poder adquisitivo con respecto al año anterior, y no es probable que los bancos financien con crédito barato las vacaciones de este año. Cierto es que la demanda internacional se ha recuperado algo, pero no así el gasto por turista, que va a peor incluso en aquellos mercados ya recuperados de la crisis, como el alemán.
Es lo que tiene el haber desatado una guerra de precios sin precedentes en los inicios de esta crisis, cuando lo que tocaba era aguantar y centrarse mientras tanto en la reconversión de todo el sector turístico nacional, desde los hoteles playeros hasta las casas rurales. Un reordenamiento de la oferta que, desde luego, no se ha producido. O no con la intensidad que el momento exigía.
Ya lo advertimos en su día. Si de verdad queremos un futuro productivo y no caer en la destructiva dinámica de las ofertas de última hora, en lugar de las más sensatas ofertas por anticipado, si de verdad queremos que el turismo sobreviva a la crisis, uno de cada tres establecimientos hoteleros en España deberá cerrar para hacerle hueco a los demás.
Sé que esto ahora no se entiende bien, pero en el futuro se entenderá.
Fernando Gallardo |