¿Acaso un hotel es una agencia de contactos?

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Sí. Lo reconozco. Las chicas del cable tienen glamour. Era una exigencia de la Compañía de Telefonía ser soltera, no utilizar gafas, tener voz dulce, brazos largos y, sobre todo, buena presencia. Sus interlocutores fantaseaban con ellas, pese a no verles el rostro ni sentir su pulso a través del auricular telefónico. Al fin y al cabo, de estas chicas solo podían esperar una conmutación del bucle de abonados desde la centralita analógica que operaban.

Organizadas por turnos, las telefonistas que desempeñaban este oficio considerado de alta tecnología entre 1920 y 1970 tenían por único cometido poner en contacto a personas en cualquier momento del día y todos los días del año, incluidos los festivos. Sigue leyendo

El huésped no tiene la culpa

El huésped no tiene la culpaLa dura contestación a mi artículo Mal servicio con nocturnidad y alevosía, escrito el pasado 17 de junio pero resucitado sospechosamente dos meses después, debe conducirnos a una nueva reflexión sobre el trabajo de recepcionista de hotel. No entro a valorar los numerosos exabruptos recibidos —y no publicados—, ni siquiera a criticar la dislexia contestataria de quienes se esfuerzan en la sátira de frases y ejemplos contrarios a los expuestos en el artículo. Se comprende que la ofuscación de su lectura les ha llevado a interpretar el texto en las antípodas de cómo está escrito.

Así, la befa en torno a la factibilidad de que un familiar o amigo del recepcionista acudiera en su ayuda para resolver el problema de la huésped fue iniciada sin advertir que el párrafo siguiente invalidaba tal posibilidad mediante su inicio:

Sin embargo, la solución más adecuada a este problema obliga a la previsión de todos los problemas que pudieran ocurrir en un hotel y haber almacenado, en el botiquín pertinente, aunque no preceptivo, las compresas solicitadas por ser algo de interés general y de uso bastante habitual entre los clientes de sexo distinto al del recepcionista o el encargado del almacén.

La ocurrencia a la hora de sugerirlo por mi parte no fue una banalidad, pues sucedió ante mis ojos una vez en un hotel asiático en que el recepcionista recurrió a un familiar suyo Sigue leyendo

Adiós al farolero

Farolero de principios del siglo XXEn noviembre de 1893, el industrial de origen francés Edmundo Noel solicitó al Ayuntamiento de Sevilla la concesión administrativa para la fundación de una compañía de distribución eléctrica en la ciudad. Ante el retraso en su tramitación, Noel se marcha a Berlín con la intención de lograr financiación y maquinaria para su proyecto. Meses después nace la compañía Sevillana de Electricidad con la perspectiva de proveer de alumbrado público a la ciudad. Aunque su primera inversión se orienta a la firma de un contrato de suministro eléctrico con Seville Tranways Co. —una empresa de transporte urbano que en 1889 había cambiado la tracción animal por la eléctrica—, entusiasma al Ayuntamiento con un ambicioso plan financiado por el sector privado de transformación del alumbrado tradicional a gas por otro más moderno alimentado con el «fluido mágico» de la electricidad.

Sin embargo, el Ayuntamiento no se arriesgó a tomar una decisión hasta 1901, debido a las presiones de la compañía local de gas, que veía en la electricidad una amenaza a su negocio de alimentación tradicional de las farolas. Y eso que, tres décadas atrás, la gasera tuvo que afrontar también la inquina de los aceituneros, indignados con la sustitución de las farolas de aceite por gas. Pero la gorda aún estaba por venir. Durante los dos años Sigue leyendo

A vueltas con la idea de la no recepción

CaribeRoyale Lobby Desk Garland1b No falla. Lo más agrio en la experiencia de un hotel es el instante de la llegada. Cuando todo aconseja que se abran las puertas de la imaginación y la hospitalidad, un obstáculo se interpone casi siempre en tu camino a la felicidad: el mostrador de recepción, la última frontera. No acabamos de encontrar el camino. Se impone el telón de acero. ¿Y qué puedo hacer yo?, replica cualquier hotelero con deseos de ruptura; es lo más práctico para recibir a los clientes, es lo más útil para tomarles su filiación, es lo más office para tener el control del hotel. Algunos, los más pequeños, esgrimen que en ese artilugio mueble se facilita la comunicación con el recién llegado y que ningún sistema de check in electrónico puede reemplazar la calidez del contacto humano.

Face to face sí, pero casi nunca bis a bis. Un expendedor siega siempre la relación de igual a igual. O mejor, de huésped y anfitrión. Repasemos la historia. Cuando se concibió por primera vez, la recepción era un escritorio donde los viajeros firmaban su contrato de estancia en un libro con tapas de cuero, primorosamente entregado por el recepcionista, el personaje clave del hotel según el relato de Hollywood. En aquel escritorio no podía faltar el timbre de sonajas, las bandejas de registro, la tablilla de precios y, por supuesto, el llavero, casi siempre compartido con el cajetín del correo. Con el paso del tiempo, ese mostrador burocrático se fue Sigue leyendo