¿Acaso un hotel es una agencia de contactos?

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Sí. Lo reconozco. Las chicas del cable tienen glamour. Era una exigencia de la Compañía de Telefonía ser soltera, no utilizar gafas, tener voz dulce, brazos largos y, sobre todo, buena presencia. Sus interlocutores fantaseaban con ellas, pese a no verles el rostro ni sentir su pulso a través del auricular telefónico. Al fin y al cabo, de estas chicas solo podían esperar una conmutación del bucle de abonados desde la centralita analógica que operaban.

Organizadas por turnos, las telefonistas que desempeñaban este oficio considerado de alta tecnología entre 1920 y 1970 tenían por único cometido poner en contacto a personas en cualquier momento del día y todos los días del año, incluidos los festivos. Sigue leyendo

Por qué nos sorprende una reserva hecha en la misma puerta del hotel

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Esta tarde, mientras sonaban en mis oídos los compases renacentistas de Angelo Branduardi, me han asaltado por casualidad en LinkedIn las palabras del consultor en marketing y formador turístico italiano Federico Belloni. Acompañado el texto con una fotografía de una reserva hecha a través de Booking, mi curiosidad innata ha recaído sobre el contenido de su anotación y la exclamación con mayúsculas que ha enfatizado su inicio:

SONO ESTEREFATTO!!! Una amica albergatrice di Jesolo mi ha detto che ieri un cliente ha prenotato una stanza da Booking…fino a qui ovviamente nulla di strano…ma ha fatto la prenotazione fuori dalla porta dell’albergo, prima di entrare…!!! Si vede che ci sono ancora persone che pensano che con una prenotazione diretta in bassa stagione non risparmiano… Ma è così difficile aprire la porta e chiedere? Ed eventualmente trattare direttamente con l’albergatore il prezzo, che ha tutta la convenienza a venire in contro al cliente per guadagnare qualcosa in più… Come è possibile risolvere questo problema?

Traduzco al español este comentario para proceder a continuación a contestarlo:

¡ATÓNITO ESTOY! Una amiga hotelera en Jesolo [localidad italiana próxima a Venecia] me dijo que ayer un cliente reservó una habitación a través de Booking… Hasta ahora, obviamente, nada extraño… ¡Pero lo que hizo fue esa reserva frente a la puerta del hotel, Sigue leyendo

El huésped no tiene la culpa

El huésped no tiene la culpaLa dura contestación a mi artículo Mal servicio con nocturnidad y alevosía, escrito el pasado 17 de junio pero resucitado sospechosamente dos meses después, debe conducirnos a una nueva reflexión sobre el trabajo de recepcionista de hotel. No entro a valorar los numerosos exabruptos recibidos —y no publicados—, ni siquiera a criticar la dislexia contestataria de quienes se esfuerzan en la sátira de frases y ejemplos contrarios a los expuestos en el artículo. Se comprende que la ofuscación de su lectura les ha llevado a interpretar el texto en las antípodas de cómo está escrito.

Así, la befa en torno a la factibilidad de que un familiar o amigo del recepcionista acudiera en su ayuda para resolver el problema de la huésped fue iniciada sin advertir que el párrafo siguiente invalidaba tal posibilidad mediante su inicio:

Sin embargo, la solución más adecuada a este problema obliga a la previsión de todos los problemas que pudieran ocurrir en un hotel y haber almacenado, en el botiquín pertinente, aunque no preceptivo, las compresas solicitadas por ser algo de interés general y de uso bastante habitual entre los clientes de sexo distinto al del recepcionista o el encargado del almacén.

La ocurrencia a la hora de sugerirlo por mi parte no fue una banalidad, pues sucedió ante mis ojos una vez en un hotel asiático en que el recepcionista recurrió a un familiar suyo Sigue leyendo

Adiós al farolero

Farolero de principios del siglo XXEn noviembre de 1893, el industrial de origen francés Edmundo Noel solicitó al Ayuntamiento de Sevilla la concesión administrativa para la fundación de una compañía de distribución eléctrica en la ciudad. Ante el retraso en su tramitación, Noel se marcha a Berlín con la intención de lograr financiación y maquinaria para su proyecto. Meses después nace la compañía Sevillana de Electricidad con la perspectiva de proveer de alumbrado público a la ciudad. Aunque su primera inversión se orienta a la firma de un contrato de suministro eléctrico con Seville Tranways Co. —una empresa de transporte urbano que en 1889 había cambiado la tracción animal por la eléctrica—, entusiasma al Ayuntamiento con un ambicioso plan financiado por el sector privado de transformación del alumbrado tradicional a gas por otro más moderno alimentado con el «fluido mágico» de la electricidad.

Sin embargo, el Ayuntamiento no se arriesgó a tomar una decisión hasta 1901, debido a las presiones de la compañía local de gas, que veía en la electricidad una amenaza a su negocio de alimentación tradicional de las farolas. Y eso que, tres décadas atrás, la gasera tuvo que afrontar también la inquina de los aceituneros, indignados con la sustitución de las farolas de aceite por gas. Pero la gorda aún estaba por venir. Durante los dos años Sigue leyendo