Las redes sociales nos ocupan ya una gran parte de la existencia. Cada vez son más los ciudadanos interrelacionados a través de Facebook, Twitter, Youtube, Flickr y otras marcas súbitamente conocidas. Quien gobierna un hotel no escapa a la red y sus enredos, tanto que el número de horas que pasamos enganchados a Internet supera ya al empleado en la televisión en casi todos los países del mundo. A través de las redes sociales nos relacionamos, nos informamos, aprendemos, comerciamos y aun gestionamos mejor nuestros negocios gracias a la inmediata respuesta que tiene en el mercado nuestras preguntas.
Poco a poco, las redes sociales van desplazando a los antiguos soportes de la comunicación e instaurando una nueva mercadotecnia, una nueva ansia de innovación, la sociedad del conocimiento. Los estragos sobre las antiguas formas de las relaciones humanas son palpables. Quienes ejercíamos de prescriptores o líderes de opinión en los púlpitos mediáticos en papel hoy nos sentimos capitidisminuidos por la verdadera opinión pública, que son los ciudadanos sin intermediarios. Lo mismo sucede en el ámbito de la promoción empresarial, y particularmente en el turismo.
Quienes antes confiaban en guías de hoteles, folletos turísticos, portavocías, revistas de viajes y agencias de prensa hoy relegan su autoridad a un papel secundario, mientras tiemblan no sin razón ante las opiniones libres o encauzadas del vulgo, nostálgicos de aquella Ilustración que regía hasta la aparición de la web 2.0 en nuestras vidas. Todo por y para los clientes, sin los clientes.
Y así vemos todavía cómo algunos de estos –pocos– dinosaurios se enfurecen cada vez que en Tripadvisor o en Notodohoteles se publican críticas mejor o peor intencionadas sobre sus establecimientos, como ya dejé expresado en mi artículo Opiniones y amenazas en la Red. Me faltó prevenirles contra otra diablura que irá adquiriendo importancia con el tiempo, la de los vídeos en Youtube o Vimeo. Porque sabemos que una imagen vale más que mil palabras, y si encima son imágenes en movimiento… Algunos hoteles de rutilante diseño, tan rigurosos sus departamentos de marketing de no dejar fotografiar sus interiores a ningún hijo de vecino, van a sufrir con la nueva ola del vídeo. Y habrá para ellos llanto y crujir de dientes. Porque el fenómeno Yo, periodista (yo, espía) alcanzará toda su crudeza con imágenes hasta ahora poco vistas, infames o arribistas, con frecuencia obtenidas por fotógrafos o cineastas diletantes. Cuán grita todavía el gerente del hotel Hilton Santo Domingo al saber que más de 13.000 personas han visto el vídeo publicado por un cliente en el que se ve a un ratón paseándose por el comedor…
Pero esto no es nada para lo que se viene encima: Foursquare. Todo lo que tienes a tu alrededor. Otra red social en fase experimental que apunta a otra pequeña revolución de la web 2.0, la trama local, lo que se mueve a tu alrededor. ¿Cómo funciona? Con una sistemática de frases similar a Twitter, el usuario localiza un punto de su ciudad previamente definido y realiza un comentario sobre el mismo. Por ejemplo, «estoy en el hotel Hilton Santo Domingo y acabo de ver un ratón en el comedor». Pero también puede escribir: «estoy en Casa do Batán charlando al amor de la lumbre con sus dueños, Antón y Mariluz». Los amigos –no seguidores, como en Twitter– pueden leer esa opinión sobre el ratón o la charla de chimenea y así incrementar su información de tal o cual destino. Esto sirve para hoteles, restaurantes, tiendas, cines, monumentos, recursos naturales, etc. Puede ser banal o interesante, según lo que cuente cada uno, igual que Twitter o Facebook.
Pero donde Foursquare demuestra mayor utilidad es en la telefonía móvil. Esta noche nos vamos al cine y lo contamos en la pestaña de tareas, aquello que planeamos hacer. Apuntamos el lugar y, al llegar, Foursquare nos informa inmediatamente de la gente que hay allí compartiendo con nosotros la película. ¿Indiscreto? No tanto, habida cuenta que últimamente salimos a la calle para ver y ser vistos, y que toda una generación de hoteles ha gozado de mucho éxito con esta fórmula. Imaginemos que nuestra hermana se encuentra en este momento en la tienda de al lado…, ¡qué gusto el saludarla! O, si estamos solos, invitar a comer a nuestro proveedor, quien previamente ha informado que se hallaba casualmente de paso por allí.
Las posibilidades de esta herramienta son infinitas, por lo que seguramente irá despuntando con el tiempo –mínimo– de igual manera que lo hicieron Facebook o Twitter. Para el hotel, todo son ventajas. Algunas, inquietantes, como saber qué clientes se encuentran en este momento en su habitación y cuáles fuera. Otras, promocionales, como informar que esa mesa del salón fue traída de la India en tiempos de la Maharajaní de Kapurtala. Pero las que verdaderamente prenderán en la hotelería apuntan a las comunicaciones interiores entre el hotel y sus clientes, como informar que esta tarde a las siete se ofrecerá un cóctel de bienvenida con un pequeño espectáculo de tradición local. Más fácil que enviar un sms y sin necesidad de inscribir a cada cliente en la agenda móvil del establecimiento.
Las ideas que surgirán ahora de entre los usuarios y desarrolladores de las redes sociales auguran un futuro útil a Foursquare. Todo es cosa de empezar. Yo, por si las moscas, ya me he apuntado: http://foursquare.com/user/-778762
Llamadme geek!
Fernando Gallardo |
Precisamente hemos tenido a un usuario de Foursquare esta noche en el hotel. Él mismo nos ha hecho ya la ficha del hotel y se ha convertido además en «major» (aunque creo que le podré quitar el cargo una vez que yo entre más veces que él, menos mal) http://foursquare.com/venue/2152623
Muy interesante.
Me he apuntado tb.