Mucho se ha venido hablando estos días del descalabro turístico de España y la pérdida de un puesto en el podio mundial de esta industria. Algunas notas había tomado para escribir este artículo, más pronto que tarde, cuando me he despertado hoy con este titular publicado en el diario económico Expansión: "España queda fuera ¿para siempre? del podio de las potencias mundiales del turismo." Frente a los 52,8 millones de visitantes que la OMT espera para el cierre de 2010, China se adelanta a la tercera posición con 54,7 millones.
Espera queda fuera de las medallas, y tal vez para siempre. El anuncio del avance chino suena como un lamento en la industria turística y una fuerte preocupación en todas las instancias gubernamentales hispánicas. Las previsiones para esta década aún son peores: China encabezará el podio con casi 104 millones de turistas, seguida por los 91,6 millones de Francia y los 81 de Estados Unidos. España quedará en cuarto lugar con 65,7 millones.
Seamos sensatos y no alimentemos la megalomanía de quienes se han creído que un país de tamaño medio como España pueda encabezar el olimpismo turístico frente al monstruo chino, que multiplica por 20 el territorio en que recibe a sus turistas y por 30 a la población censada.
He desconfiado siempre de la estadística anual de la OMT porque hay cosas en ella que no me cuadran. Por un lado, las cifras hablan del movimiento de pasajeros entre los países, no del turismo interno. Hace una década, el gobierno chino promovió (¿ordenó?) las vacaciones de 125 millones de chinos para solventar una caída ocasional de la ocupación hotelera en el país, que viene a ser algo así como los viajes del Imserso en España: el gobierno hace que viajen dos millones de personas. Solo con esa cifra China ya se habría encaramado desde hace tiempo a la primera potencia mundial.
Lo otro que no me ha cuadrado nunca ha sido la alternancia de puestos entre España y Francia cuando intercambiamos los datos entre llegadas de turistas y el gasto turístico. El país vecino, primera potencia mundial en llegadas de turistas, queda relegado a la cuarta potencia cuando de ingresos por turismo se trata, mientras Estados Unidos encabeza la tabla y España se configura como la segunda potencia. Cualquier escolar interpretaría que el turismo que recibe Francia es de mochileros, mientras que el español es el más selecto después del norteamericano. ¿Alguien puede creerse que el gasto medio por turista sea superior en España que en Francia?
Seamos sensatos, insisto. España es una potencia media en casi todos los órdenes económicos, demográficos y territoriales (salvo en el deporte, donde ha conseguido encaramarse al primer puesto absoluto por razones estratégicas, no porque sea un país de gente saludable que siembra las montañas de senderistas, las carreteras de ciclistas o los polideportivos municipales de nadadores). Y, como tal, debería llegar a ser algún día una potencia media en turismo. Sería lo razonable… Y también lo rentable.
Desde hace varias décadas a los políticos de todo pelaje y región se les ha llenado la boca de estadísticas triunfalistas sobre la enorme potencia turística que es España. La ciudadanía se sabe de memoria el número de turistas que ingresa en nuestro país cada año, pero no el de los ingresos que generan. Propongo que cada cual haga un ejercicio: déjese de mirar la pantalla y recuerde cuántos millones de turistas recibió España en 2009, anótese en un papel; luego recuérdese cuántos millones de euros ha generado este flujo y anótese también en un papel. ¿Hemos podido hacerlo sin consultar la wikipedia? ¿Hemos tardado lo mismo en anotar una y otra cifra?
Este tonto ejercicio viene a cuento porque de generación en generación se nos ha transmitido el ideal único de un país lleno de turistas, no de divisas. Y así tenemos hoy lo que tenemos. La crisis turística lo es porque las tendencias en el mundo están cambiando y ya no resulta tan atractivo como ayer enlatarse en un litoral hormigonado en exceso con un servicio en precario y a unos precios fuera de mercado…, de ese segmento de mercado que hoy nos disputan otros destinos mediterráneos y, mañana, los gigantes asiáticos. Y lo peor, este modelo se repite por avaricia incontenida en la España interior, en el turismo rural y en el urbano, en las rutas monumentales y en esa España verde que a fuerza de ladrillos y cemento amenaza con ser una España gris.
Debemos quitarnos pronto de la mente el imaginario estadístico de la OMT. El podio debe ser otro para nuestras generaciones futuras. Si estimamos de verdad que sobra la mitad de la oferta de alojamientos, España debería fijar su atención en la zona media de la tabla de potencias mundiales del turismo: entre los puestos 10 y 15. Nuestros gobiernos, el central y los autonómicos, deberían mimar una seleccionada clientela de 25 millones de turistas exteriores que, junto a los 30 millones de españoles, amasan un más que interesante mercado de 55 millones de turistas, lo que arroja una cifra media de 150.000 desplazamientos turísticos al día, suficiente para generar una industria sana, sostenible, de alta calidad, reverenciada por su educación y reconocida por su nombre y apellidos.
Una nueva visión estadística se impone en las esferas de la política, desde el gobierno hasta la ciudadanía, pasando por los partidos y los operadores turísticos. Frente a la crisis actual no caben ya discursos como el de la calidad frente a la cantidad, sino el de la inteligencia sobre el oportunismo de unos votos, el de la cultura de las cosas bien hechas sobre el pelotazo, el del goce refinado de los sentidos sobre la diversión masiva y a toda costa.
España necesita otra cultura del turismo.
Fernando Gallardo |
Me ha impresionado el post. Estoy completamente de acuerdo en tu perspectiva. Turismo de calidad, aunque sea a costa de prescindir de la mitad de los recursos hoteleros y hosteleros. Al menos así los que se salven tendrán más posibilidades de sobrevivir.
Estoy totalmente de acuerdo, poco podemos hacer contra los países asiáticos, sobre todo. Y esto no se soluciona trayendo miles de extranjeros de poco poder adquisitivo a hacer botellón y beber alcohol barato. No queda otra que espabilar.
Estoy totalmente de acuerdo que en España tenemos que cambiar el concepto del turismo. Estoy un poco cansada de escuchar que tenemos que cambiar el concepto de calidad en España, porque no ofrecemos realmente la calidad que deberíamos en el servicio (y es una realidad), pero realmente deberíamos de dar por hecho que estamos ofreciendo una «gran calidad en el servicio y ofrecerla» y tener unos precios más competitivos. A día de hoy tenemos una semana en Latinoamérica y en Asia en un hotel de impresión con unas vistas únicas por el mismo precio que dos días en Ibiza o en Mallorca. Y, claro, la elección creo que es más que clara… Deberíamos ofrecer calidad a precios más accesibles y ser más conscientes de la realidad que estamos viviendo a nivel turístico en España.
Totalmente de acuerdo. El turismo es una industria más y, como tal, genera beneficios y molestias. Sólo si somos capaces de maximizar los primeros y minimizar las segundas tendremos un futuro claro con todos los españoles contentos, los que nos dedicamos a la cosa porque podremos defendernos dignamente y los que no porque no se verán invadidos por las «hordas turísticas». Otra cosa es que esto se entienda donde se tendría que entender.
Sí que es verdad que el gasto total en Francia es inferior al registrado en España, debido a que en el primero la estancia media es mucho menor. Por otro lado, recordar las cifras no es tan difícil: el turista gasta de media (en España) en torno a 1.000 euros, por lo que el gasto total son unos 58.000 millones de euros 😉
Sabes cuál es el país que más rentabilidad «saca» a sus turistas? Australia. Con únicamente 5,9 millones de turistas extranjeros en 2011 (cuadragésimotercera posición en el ranking de la OMT) es capaz de generar unos 31.400 millones de euros (octava posición).
Por último apuntar que, desde el momento en que China ha empezado a contabilizar los viajes desde Hong Kong, como «inbound», nos ha adelantado.
Muy interesantes apuntes. Especialmente en el capítulo de la rentabilidad que Australia obtiene por turista en relación a su población. La carga turística de los destinos es un factor escasamente considerado, salvo por quienes sienten preocupación medioambiental. Pero, más allá de este sentimiento, lo que mide la evolución de la capacidad de carga de un destino es su atractivo potencial para el futuro. Es muy probable que los destinos saturados interesen menos en lo sucesivo a sus mercados. Y, por tanto, su rendimiento económico se resienta frente a otros destinos menos saturados en el que la rentabilidad por turista crezca según el índice de satisfacción que produce. Es el ejemplo de Australia y Nueva Zelanda.
Totalmente de acuerdo, Fernando. Aquí nos cansamos de decir todos los turistas que nos visitan y el elevado grado de repetición que tienen los turistas internacionales (si no recuerdo mal un 85% ya había acudido con anterioridad). Sin embargo, hay que ir más allá. No nos interesa que en un país tan pequeño vengan tantos y siempre a los mismos sitios. ¿Cómo es posible que siendo el segundo país por detrás de Italia en monumentos de la humanidad declarados por la UNESCO solo un 9% de los turistas acudan por turismo cultural?
Y ¿qué decir del turismo gastronómico? solo el 10% de los turistas realizan actividades gastronómicas, siendo nuestro país un referente mundial en restauración que cuenta con el mejor restaurante del mundo y los mejores chefs.
Al final es lo de siempre… seguimos vendiendo sol y playa.
Tanto el turismo cultural como el gastronómico ayudarían mucho tanto a desestacionalizar el turismo como a evitar la concentración espacial que existe (el 90% de los turistas solo acuden a 6 comunidades españolas).
Me encanta tu blog 😉