Una de las tendencias más pronunciadas que se vislumbran para esta década que ahora comienza en el sector hotelero es la robótica. Las aplicaciones en este campo son infinitas o, al menos, tan ilimitadas como la imaginación humana. Su uso y extensión ya no depende solamente de los laboratorios de robótica, como los miles que han proliferado en Japón, el país más avanzado del mundo, sino de la voluntad, perseverancia, ingenio y cultura de la innovación que pongan sobre la mesa (de sus despachos) los propietarios o gerentes de hotel.
Imaginémonos por un instante todo lo que podría dar de sí en la recepción de un hotel este androide experimental creada en el departamento de robótica de la Universidad de Osaka con el nombre de Geminoide F.
Se me dirá enseguida que he caído en ilusión de los replicantes (Blade Runner, de Ridley Scott) y que nada podrá sustituir a una joven recepcionista de carne y hueso capaz de hacernos sentir cómplices de su humana presencia e incluso de sus humanos olvidos, errores o displicencias. Pero, ¿quién no ha sentido alguna vez estar de frente a una recepcionista robotizada por el esquema organizativo de su hotel? ¿Quién no se ha medido acara a cara con un portero de noche indiferente a las urgencias del viajero? ¿Quién no ha sufrido un trato, digamos, telemático por toda esa legión de recepcionistas tan cumplidores con su empresa que más bien parecen funcionarios detrás de la ventanilla de un ministerio? Peor aún, hace dos semanas estuve en el lujoso St. Regis, de Bora Bora, y, después de pagar más de 1.000 dólares la noche, ni siquiera conocí al director del hotel (los hoteles verdaderamente lujosos se reconocen porque el director o propietario siempre salen a saludarte cuando llegas y te vas).
Pues bien, para todos estos hoteles incapaces de mostrar al público una cara más que amable, un rostro cómplice y hospitalario, su opción no es la optimización de los resultados en el back office. Su opción puede ser la contratación (con todos los derechos laborales que habrán de tener los replicantes, como un engrase diario de sus pernos…) de una recepcionista androide como la Geminoide F que nos enseña este vídeo.
El futuro nos traerá tarde o temprano la tecnología de la telepresencia. En la recepción, en la habitación, en el restaurante, se nos aparecerá una figura halográfica para atender nuestras peticiones. Como también se nos aparecerá delante un amigo o alguien de la familia cuando nos llame a través del smartphone. Algún día incluso superaremos esa tecnología entonces tosca y nos teletransportaremos a través de una fragmentación atómica y una reconstrucción digital, mediante wifi (qué importante la wifi y aún 15.000 hoteles en España siguen sin enterarse…), a miles de kilómetros de casa. Entre medias veremos cómo nos comunicaremos con nuestros huéspedes mediante la telepresencia robótica. Un androide será quien, a través de wifi, nos represente palabra a palabra, mueca a mueca, gesto a gesto.
Imaginémonos, una vez más, a un recepcionista contratado por diez hoteles a la vez que tramite el check out de la clientela en Londres, Nueva York, Los Ángeles, Tokio, Hong Kong y Doha, uno detrás de otro, a través de los husos horarios. Así, el recepcionista X cumpliría su jornada laboral desde su casa formalizando checks out todos seguidos por medio de la recepcionista geminoide Z. ¿Una recepción virtual? ¿Un servicio de habitaciones virtual? ¿Un vigilante virtual?
Puede que los viajeros en el futuro inmediato no estén todavía acostumbrados al servicio virtual y esto requiera por parte de los hoteles la contratación de mano de obra inmigrante más barata. Y así, los huéspedes, encantados. Pero, ¿acaso nos parecen tan repelentes estos replicantes como la del vídeo? De plástico o de carne y hueso, lo que todos exigimos en un hotel cualquiera que sean el hoy o el mañana es que alguien dé la cara.
Fernando Gallardo |
Claro que sí hombre. Quitemos más trabajo a las personas. Es mucho más cálida la bienvenida si te recibe un robot.
Estoy absolutamente en desacuerdo con usted Sr Gallardo