Hoy nos hemos divertido de lo lindo al leer las 10 peticiones que la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT) remite al Gobierno de España para afrontar la campaña turística de verano «con ciertas garantías» (sic). De éxito, por supuesto. El presidente de la patronal hotelera, Joan Molas, está empeñado cada día más en caernos simpático. Veamos por qué.
El primer punto del decálogo se refiere a que los establecimientos hoteleros puedan aplazar los pagos a Hacienda, ya sea IRPF o IVA, y a la Seguridad Social sin recargo en meses con dificultades. Ya lo quisiéramos todos, no solamente la industria hotelera. A la patronal hotelera le convendría, tal vez, apoyar a un partido político -de los que todavía no hay- que abanderara el menor peso del Estado en la economía nacional, ya que el partido actual en el Gobierno parece tener una clara vocación recaudatoria. La tendencia, pese a las peticiones del oyente de la CEHAT, será gravar aún más a las empresas que operan en territorio español.
El segundo punto clama por unas bonificaciones fiscales en forma de incentivos para mantener las empresas a flote. Llamémoslas subvenciones. Se lee así más claro. Sin embargo, este deseo es justo lo que castigaron los españoles cuando dejaron de votar al partido anteriormente en el Gobierno. Habrá que esperar, por lo tanto, su resurrección política y una nueva convocatoria ante las urnas. Mientras, ajo y agua.
A través del Consejo de Turismo de la CEOE, donde han medrado algunos personajes de reputación -online y offline- en entredicho, se exige que sean las mutuas las que controlen el absentismo laboral. Porque seguimos entendiendo unas relaciones laborales como se concibieron en el siglo XIX y porque no hay nada más español que descargar la responsabilidad propia en los demás. ¿Qué les dice la CEHAT a aquellos hoteleros que funcionan bien y reciben la lealtad de sus colaboradores?
Sorprende, en el punto siguiente, que la «urgente modificación de la Ley de Huelga» lo sea exclusivamente para servicios estratégicos. Es difícil explicar al pueblo llano que este derecho constitucional sea matizado cuando disfrutamos de nuestras vacaciones y no en la vida ordinaria, cuando quizá la empresa que nos nutre con sus latas de conservas o el dentista que cura una caries ejerzan una función más trascendente que una holganza agosteña en un hotel de la costa. Suele suceder que cada gremio impone sus intereses corporativos en detrimento de los ajenos.
La modificación de la Ley de Propiedad Intelectual, punto quinto del decálogo, pretende un mayor control sobre las sociedades de gestión y una mayor seguridad jurídica, así como tarifas consensuadas y una mayor transparencia. Intachable. Pero, ¿no será mejor dilucidar primero cuáles son los establecimientos que utilizan contenidos de autor y cuáles ofrecen el mutis como elemento diferenciador?
El sexto reclamo se refiere a los incrementos abusivos de impuestos como el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles), sobre los que conviene «aplicar un poco de cordura» por parte de la autoridad competente. Entonces, ¿de verdad nos decantamos por la tasa turística a la hora de financiar los municipios?
De risa nos partimos con el séptimo epígrafe. La CEHAT solicita, tanto al Gobierno central como a las comunidades autónomas, planes de promoción para “mentalizar a la población de la necesidad de viajar por España”. O sea que los hoteleros creen que a los españoles les ha venido con la crisis un ataque de locura… Han dejado de viajar por un problema de mente. Se han ido de la chaveta, y ahora no quieren viajar, gastarse el sueldo en sus hoteles, estar a gusto en la playa u ordeñando una vaca en el campo. Por consiguiente, el Gobierno estaría obligado a contratar psicólogos para curarlos de este trastorno mental transitorio. Hay que volverles a inocular la necesidad de consumir turismo. Al precio que sea.
No digamos ya el punto octavo en el que se solicita incrementar los indicadores de calidad “sin renunciar a un modelo turístico que ha funcionado”. ¿No era que la calidad la debían garantizar los proveedores de bienes y servicios? Sinceramente, no nos imaginamos a un subsecretario con el lito en el brazo sirviéndole una copa a un propio en un night club de la costa valenciana. ¿No era que el modelo turístico ha funcionado? Entonces, ¿para qué cambiarlo? Dan ganas de volver a cantar el Castañuela 70 del grupo Tábano: A pesar de todo, todo sigue igual, si se vive bien para qué cambiar…
Medidas para potenciar la excelencia a través de la formación y la innovación es la novena solicitud de la CEHAT. De nuevo, una idea intachable. Solo que nos asusta pensar en el gasto de unas medidas tendentes a la innovación cuando el sector hotelero patrio, en su mayoría, es aún reacio a la innovación. Antes deberían verse sobre la mesa algunas propuestas para innovar. Esto es, para disrumpir esa enfermiza idea de que el modelo turístico actual funciona.
Y, por último, el décimo punto. Aquel que achaca a los ciudadanos españoles de una falta de sensibilidad social. Aboguemos por que el Gobierno haga que «el ciudadano perciba la necesidad de mantener el compromiso del turismo con el país”, concluye la patronal hotelera. Primero nos acusa de insensibilidad al compromiso turístico y luego pretende que seamos sus leales clientes… Hasta ahí podríamos llegar.
Pongámonos serios ahora que nos hemos echado unas risas. Revisen, señores, este repertorio plañidero, pónganse a limpiar la casa de Díazferranes y emprendan los negocios de la nueva era, que no habrá gobierno capaz de salvarles de la bancarrota si no ponen un poco de esfuerzo, sentido común e inteligencia disruptiva en sus cada día más obsoletos establecimientos. Aquí estamos para ayudarles, como siempre, en el Foro de la Ruina Habitada.
Fernando Gallardo |
No sé qué es mas caduco, si el modelo que defienden o las “soluciones” a sus defectos… Por aquí, de momento y espero para días, unos “modernos” keep on rockin’… Un abrazo (Eso si, las risas que nos hemos echado Clara y servidora con este post…)