Ni el cotilleo sobre las celebrités, ni la canción del verano, ni los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo… El tema estrella de este agosto de 2015 está siendo el tourist trap de Ignacio Villalgordo en las redes sociales, expandido súbitamente a todos los medios informativos españoles.
«¿Trampa para turistas? El caso del chiringuito de los 300 euros en Formentera», titulaba El País. Nada menos que 337,50 euros por un pescado fresco a compartir, una botella de verdejo, una ensalada, pan con ali oli, una botella de agua, una caña, un tinto de verano y un helado. ¿Se puede evitar la clavada del verano?, se preguntaba un día más tarde el diario El Mundo. Villalgordo, adicto a la buena gastronomía y catador de vinos informal para elmundovino, se quedó tan perplejo por la clavada que no tardó en fotografiar la factura y subirla a Twitter. Como cabe suponer, la viralidad de esta red social hizo el resto.
Durante tres días, hasta el momento de escribir este artículo, Tripadvisor y otras redes sociales se han llenado de insultos y todo tipo de bravatas contra el chiringuito/restaurante Juan y Andrea, en la idílica playa de Ses Illetes, proclamada por dicho portal de opiniones como una de las cinco mejores playas del mundo. Su localización, frente a los islotes de Tramuntana, Forn y Conills, confieren a este chiringuito o restaurante —según quien lo excomulgue o lo defienda— una excepcionalidad incuestionable.
En un tuit personal, Ignacio Villalgordo me confirmó que pagó la factura y luego escribió en Twitter su opinión, actitudes ambas intachables y en pleno uso de su libertad de expresión. Las de otros opinantes ofensivos, no tanto. Pero lo que me ha empujado a escribir estas líneas no es tanto defender la libertad económica y la madurez de cada cual en discernir adónde ir de vacaciones y adónde no, sino la constatación por enésima vez de que al turismo español (empresarios y turistas) le cuesta aún entender que el precio de una caña, o el de una cama, no es lo que cuesta en origen el producto. Libar una cerveza, alimentarse con un san pedro o dormir en una cama nunca puede costar lo dicho porque intrínsecamente no lo valen sus materias primas.
No, el precio de una vacación no es la cama, la comida o el transporte, sino la experiencia que se vive a lo largo del viaje. Al coste de la caña hay que añadirle, por tanto, el valor del ambiente, amén de otros factores que determinan el precio final del producto, como el servicio prestado, los impuestos debidos y las tasas turísticas que cada vez en más sitios se pagan. Y si la experiencia del viaje es subjetiva, la percepción de lo pagado también lo es, indefectiblemente. El precio de la misma caña no es igual para aquel que se toma la segunda en un bar de Madrid que para aquel que atraviesa el desierto, perdido y sin agua, cuando, de pronto, surge alguien detrás de una duna con una caña en la mano. ¿Cuánto no pagaría por esa milagrosa cerveza?
No, no es lo mismo un ambiente que otro. No es igual la playa de Castelldefels que la de Ses Illetes. No puede costar lo mismo un producto único que otro fabricado en serie. Y, gracias a la cultura de la libertad, ambos caben en el mismo sistema sin agravio comparativo. Porque se puede ser muy feliz con un Clío sin la ambición de conducir un Ferrari.
La polémica veraniega de Juan y Andrea está de más. En el hecho experiencial subyace una convicción de que el valor de las cosas no reside en su precio, sino en su acceso emocional. Por supuesto que el precio discrimina, pero no basta con tener 337,50 euros para dar cuenta de un san pedro en Formentera. Es preciso, además, una buena dosis de sensibilidad. Todos, cuando hacemos turismo, compramos paisaje. A veces, paupérrimo. A veces, de valor incalculable.
Sí, eso escribimos aquí hace seis años.
Fernando Gallardo |
Una clavada es una clavada, aquí, en la China popular, en las cataratas de Iguazú o en medio de la jungla costarricense. No pagas el entorno ni el acceso emocional ni cualquier chorrada de coach que se quiera uno inventar, vaya excusa patética. Pagas porque unos listos han privatizado de facto una zona con esos precios y has de pagar por una compañía tan selecta como son unos tipos con yate e ínfulas que les da por parar ahí.
Toda opinión es respetable, desde luego. Pero unas opiniones son más respetables que otras. Infunden más respeto aquellas que se formulan a cara descubierta, con nombre y apellido, que otras parapetadas tras una identidad tan burlona como «nombre» y esta dirección de correo electrónico: parametrizable@gmail.com
Ayer mismo, tras enterarnos del tema por un amigo, decidimos entrar en Tripadvisor para ampliar información sobre este establecimiento.
Les recomiendo encarecidamente la galería de fotos subidas por los usuarios.
Muchas veces hemos escuchado que la experiencia es el conjunto de sensaciones recopiladas en la visita-estancia, no?
Pues eso…
Bajo mi punto de vista todo tiene unos límites… Entiendo que uno compre paisaje, experiencia… sí… pero no son entendibles esos precios, bajo ningún concepto. Y no se trata de que uno puedo o no pagarlo. Tengas o no dinero, eso es caro y desorbitado. Otra cosa es q quieras pagarlo, pero siempre estarás pagando más dinero de lo que merece. He llegado a ver una ensalada de solo verduras por 29€… Suelo comprar verdura muy fresca, y jamás podría llegar a ese precio… bueno sí, cuando el 80% del valor es paisaje y no es comida…
Las opiniones de tripadvisor son totalmente libres y no creo que nadie se ponga a dar falsos testimonios… Así que si son tan negativas, por algo será…
Por otro lado, pienso que la actitud de los responsables del restaurante es totalmente deplorable. Igual han olvidado que viven de todas y cada una de las personas que van allí y les deben un respeto. Además, se me ocurren cientos de formas para conseguir captar nuevos clientes, y os puedo decir que lo único que no entra en mi cabeza, es lo que han hecho… Dudo que se puedan hacer las cosas peor… Ahora tienen la oportunidad de darle la vuelta al tema. Eso sí, yo contrataría a alguien que les llevara la comunicación y que gestionara las rrss de forma profesional.
El precio, en economía, lo conforman varios factores. Y uno de ellos es la renta de situación. Un metro cuadrado de terreno en la provincia de Palencia puede tener un precio ridículo si se compara con un metro cuadrado de terreno en las islas Baleares. Para este observador, el precio de Baleares puede parecerle caro y desorbitado, mientras que para un observador de Baleares el precio de Palencia puede parecerle ridículo. Sin embargo, este precio ridículo en la provincia de Palencia puede resultarle caro y desorbitado al observador de Somalia, cuyos precios de terreno estima miles de veces por debajo del palentino.
Respeto la percepción del opinante José, como espero que éste respete la percepción de valor de otros opinantes a los que no les resulta caro un pescado a 221€ en la playa de Ses Illetes.
Por otro lado, cabe suponer que la marea de opiniones negativas en Tripadvisor haría desistir a los clientes de este lugar de seguir consumiendo sus productos. Y, sin embargo, la realidad constatada es la opuesta. El chiringuito/restaurante tiene su público y hacen caso omiso a las críticas negativas de ese otro público que nunca frecuentará esta playa. Lo cual demuestra que un exceso de opiniones negativas no tienen por qué ser contraproducentes para un negocio, siempre que tales críticas emanen de un segmento de clientela que nunca va a ser su clientela. Ello realza el valor de quien opina. No todos los consumidores poseen el mismo valor para todos los negocios.
Coincido en la oportunidad que se le abre a Juan y Andrea de darle una vuelta al tema. Y, probablemente, sea para reforzar aún más todos sus precios, incrementar la exclusividad de sus instalaciones e internacionalizarse allá donde existan las condiciones adecuadas para que el paisaje sea un valor de referencia en su negocio.
Tripadvisor es muy muy importante, pero solo es uno de los factores de la presencia online del establecimiento, pero cada caso es un mundo. He visto restaurantes en Ibiza y Formentera que con una cuidadísima gestión de su presencia en Tripadvisor (solo con esto) han conseguido resucitar y no tener que cerrar debido a la dura crisis y competencia, sin cambiar nada en su concepto, solo cuidando su gestión en la red de opiniones. Hay otros que estando el último de todos en la lista de Tripadvisor les rebosan los clientes por las orejas, y eso solo se entiende si estás en un lugar tan privilegiado como el final del camino de la playa de Illetas en Formentera. Si fuera por la calidad gastronómica, los restaurantes con estrella Michelín deberían ocupar las primeras posiciones de esta guía, pero en realidad no es así. Por ejemplo, Can Dani, en Formentera, ocupa la posición 76 de restaurantes de la isla, algo pasa. En el caso de Juan y Andrea, no tenía demasiada buena puntuación en Tripadvisor, nº 155 de 194 Restaurantes en Formentera, pero es que los de su competencia más directa como podrían ser El Pirata y Es Ministre están muy peor valorados que ellos, y no muy por debajo del resto de los de la zona, como pueden ser Es Molí de Sal, el Tanga y el Tiburón (todos ellos enfocados a un cliente de «barco»). Estoy convencido, que poco a poco el Restaurante Juan y Andrea tendrá una presencia impecable en Internet (web, redes sociales y páginas de reputación online). La presencia ya la tenían, pero ahora, además, la atenderán adecuadamente. Y, por consiguiente, el resto de establecimientos de Formentera.
Resumiendo, con mi experiencia profesional, la puntuación de Tripadvisor depende sobre todo de la percepción del cliente de la relación calidad precio. Si no, no se entendería que restaurantes pequeños y poco conocidos como S’Ametller en Ibiza Ciudad ocupe desde hace años los lugares más privilegiados de Tripadvisor de la isla de Ibiza, y es que con un menú y un servicio de Estrella Michelín (o casi) te cobran solo 25 € + bebidas.
Lo dificil en Tripadvisor no es subir o bajar posiciones, si no tener una buena reputación y conseguir mantenerla en el tiempo. A todos los hoteleros y restauradores, mi consejo es que es cuiden su establecimiento, mucho a sus clientes, y además les atiendan adecuadamente en Internet, tan bien como siempre seguro que lo hacen en su establecimiento.
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