En el futuro no habrá taxistas

vehiculos en Europa

En estos días de caos urbano y turístico en España, donde la huelga de los taxistas ha convertido la Gran Vía de Barcelona y el madrileño paseo de la Castellana en una réplica iconográfica de la ocupación alemana de los Campos Elíseos, en París, en reivindicación de unos privilegios gremiales que recuerdan también a las manifestaciones de los faroleros sevillanos contra la electricidad en 1901, que se saldaron con varios muertos en las calles de Sevilla (esperemos que la sangre no fluya durante el actual conflicto taxista), viene al pelo una reflexión sobre este gráfico publicado por la fundación EllenMacArthur orientada a la economía circular.

Las realidades en él expuestas son pasmosas. En Europa, los automóviles permanecen el 92 por ciento del tiempo estacionados, sin otra utilidad que decorar (¿ocupar espacio?) las vías públicas. Mientras, la mitad de la superficie urbana está dedicada a satisfacer las infraestructuras que requieren los vehículos: aparcamientos, señales de tráfico, calles asfaltadas, estaciones de servicio, concesionarios de automóviles, etcétera. Las horas punta en calles y carreteras de uso público apenas superan el cinco por ciento  del tiempo y solo se atasca el 10 por ciento de su extensión.

Más despilfarros. Aunque sea difícil de creérselo, el 86 por ciento del combustible que normalmente usa un vehículo no llega a las ruedas. Es energía perdida u ociosa. El 14 por ciento restante se distribuye en mover el peso muerto del vehículo y de las personas que transporta en una ratio de 12:1 que combina el gasto energético y la inercia del vehículo, el vencimiento de la aerodinámica, el gasto en la transmisión y la resistencia al rodaje.

Y lo peor. Los accidentes que se producen cada año en las carreteras europeas causan 30.000 muertos (lejos de la cifra mundial, que es de 1,3 millones) y más de 120.000 heridos. El 95 por ciento de los accidentes están provocados por un error humano.

Con este panorama a la vista es difícil quedarse impasible ante la huelga de los taxistas y la ineficiencia administrativa en la gestión de nuestras ciudades. Todos los ciudadanos en mayor o menor medida somos cómplices de este caos y despilfarro. Cuando los vehículos autónomos están llamando ya a nuestras puertas (se prevé que el despliegue de estos robots se efectúe masivamente entre 2020 y 2030), el colectivo taxista y muchos ciudadanos desdeñosos hacia la economía circular alimentan la esperanza inútil de que las ciudades seguirán por mucho tiempo convertidas en lineales estacionamientos metálicos y el transporte en manos del monopolio taxista, aunque haya quienes pretendan disimular esta figura con el eufemismo de la concesión administrativa exclusiva.

Pues la idea que debe presidir esta tarde la Conferencia Nacional del Transporte, que podría poner fin a la huelga del taxi, no es la del cambalache sobre el reparto de unas licencias procedentes de la era analógica —sean del taxi o de los VTC (Vehículos de Turismo con Conductor)—, sino cómo la tecnología va a gestionar el tráfico en la era digital y de las ciudades inteligentes. Visto que la mente humana no da para tanto, al menos en la Europa del gráfico, será el momento de empezar a pensar que la gestión de nuestras ciudades, al menos en este menester, debe correr a cargo de algoritmos. Las aplicaciones tecnológicas, unidas a la implantación del parque móvil robótico, serán los verdaderos protagonistas de un futuro en el que el uso y el consumo colaborativos y sostenibles —la economía circular— desempeñará un rol esencial. Un futuro automatizado y libre donde los coches que transporten a los ciudadanos pertenezcan de manera colectiva o privada a los propios ciudadanos, sin más licencias que las exigibles a todo vehículo a motor y no derivadas de los privilegios especulativos de un colectivo taxista cuyo fin está ya tan cantado como el de los faroleros, el de los serenos, el de los carboneros o el cinematográfico de las chicas del cable.

Fernando Gallardo |

3 comentarios en “En el futuro no habrá taxistas

  1. Esos especuladores de los que se habla en el artículo, trabajan 12 horas diarias y han invertido en un negocio con unas reglas.
    En muchas ocasiones las indemnizaciones de sendos ERES de sectores en reconversión.
    Cuando las reglas se cambian, o mejor dicho en este caso, se incumplen, la gente se defiende.
    Yo quiero conducir un coche, espero ser siempre libre de hacerlo, en este mundo tan maravilloso de la era digital.
    Me gusta conducir, por eso tengo un BMW
    Un abrazo

    • Estimado Marcos, en economía, la práctica especulativa consiste comprar o vender un determinado bien proyectándolo al futuro, es decir, trasladando en el tiempo su posterior reventa o recompra. Dicho de otro modo, la especulación es una expectativa de cambio en los precios afectados con respecto al precio dominante y no la ganancia derivada de su uso o transformación. A diferencia de lo que muchos opinan, la especulación no tiene nada de ilegítimo ni de ilegal, incluso es afortunada desde un punto de vista innovador, pues estimula la inversión o el trabajo actual en aras de conseguir mejores rendimientos en el futuro. Incluso a veces es un estímulo para quien construye el futuro, pues no solamente basa su inversión o trabajo en la producción, sino en la expectativa de mercado.
      La especulación es únicamente inaceptable cuando está restringida por causas ajenas al mercado, bien por una información privilegiada de quien gobierna el mercado (un cargo público), bien por una manipulación contra el mercado (recalificación ilegítima de un terreno), bien por una restricción de mercado que varía las reglas de la libre competencia o de la ley de la oferta y la demanda, que es el caso del taxi. Los taxistas podrán trabajar 12 horas diarias, lo cual es meritorio frente a los que no trabajan nada e ineficiente frente a quienes trabajan menos horas con mayor productividad. Pero eso no quita para que se aprovechen interesadamente de una restricción de licencias procedente de su condición de monopolio administrativo. No les echo la culpa a ellos de este aprovechamiento, aunque cabría discutir acerca de su condición moral (como quien encuentra por casualidad un billete tirado en la calle y se lo guarda en el bolsillo). La especulación del taxi nace de un monopolio administrativo con capacidad para restringir el acceso a una licencia sin prohibir su transferencia inter vivos o mortis causa.
      Imaginemos que la sanidad (más vital que el transporte urbano) fuera un monopolio público y la Administración correspondiente limitara las licencias para ejercer la medicina, lo que provocaría primero una escasez de médicos y un aumento de la mortalidad ciudadana, así como una fuerte especulación de licencias que permitiría a los médicos obtener muchos más ingresos de los que actualmente tienen.
      Cuando las reglas se cambian, la gente se defiende. En Sevilla hubo muertos en las calles en 1901 porque el Ayuntamiento instaló una central eléctrica que despidió a miles de faroleros. El resultado, obviamente, no fue la vuelta al gasógeno y la victoria de los faroleros. Hoy nadie se acuerda de ellos, como en las próximas décadas nadie se acordará del taxi.
      Cuando las reglas se cambian existe el riesgo de provocar inseguridad jurídica si se pretende su retroactividad. Por eso la urgencia del taxi no es limitar las licencias competitivas, sino negociar la limitación del daño provocado por la especulación. ¿Se imagina alguien la reparación de pérdidas en Bolsa porque se haya hecho una mala inversión en compañías que sufren permanente cambios de regla, como las energéticas, financieras o logísticas?
      Si hay un automóvil que simbolice el espíritu libre es, precisamente, el que porta como lema el gusto por conducir. Sea libre y no se ponga del lado de quienes imponen restricciones a la libertad de conducir.

  2. Excelente Blog Fernando. Y el problema no será solo para los taxistas. El aprovechamiento de los vehículos que serán compartidos (además de más duraderos al desplazar el motor eléctrico al de combustión), reducirá notablemente el número de vehículos a fabricar. ¿Cuántas familas vemos con 2-3 y más coches que apenas usan? Pero este uso compartido vendrá mas bien por el lado financiero.El empledo de las nuevas generaciones se basará en proyectos, no en contratos indefinidos. Puesto que el 90% de la compra de coches es financiado, difícilmente la banca otorgará créditos a 5 años al alguien que solo tiene trabajo asegurado para unos meses. Así que, a compartir toca.

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