
Los primeros vehículos robóticos de carácter público en Nueva York ya han entrado en funcionamiento. La compañía concesionaria, Optimus Ride, transportará a residentes y turistas inicialmente por las calles privadas del Brooklyn Navy Yard, un histórico centro industrial reconvertido en incubadora de empresas digitales, donde aparte de apoyar nuevas startups se celebran a lo largo del año numerosos congresos y actividades comerciales con vistas a Manhattan. El transporte ha sido diseñado en su primera fase en un bucle de recogida de pasajeros del ferry que fondea en el muelle 72 y un desplazamiento de servicio hasta la Cumberland Gate de Flushing Avenue.
Lo más aleccionador de este proyecto no es solo su vertiente turística, para algunos de sus abonados un ejemplo de por dónde va a transcurrir el futuro del transporte colectivo y para otros una chocante distopía en la era global, sino el laboratorio experimental que Optimus Ride espera alimentar con el reconocimiento del entorno como fundamento de una mejor interacción entre los vehículos, los peatones y el resto de elementos viarios y urbanos.
El software de cada vehículo reconoce mediante Lídar varios objetos al mismo tiempo, incluso la identidad facial de quien pasea cerca. Es la manera factible, defienden sus promotores, de anticiparse a los errores humanos que podrían cruzarse con los vehículos y tener consecuencias fatales. Los peatones neoyorquinos, por si alguien no lo sabe, nunca siguen las reglas de tránsito y cruzan la calle de modo imprevisible o fuera de los pasos de cebra, por lo que es utilísimo anticiparse con inteligencia artificial a estos factores de impredecibilidad que conforman el sistema viario urbano de Nueva York y otras grandes capitales.
Uno de los pasos siguientes para Optimus Ride será apartar gradualmente a los pilotos de los transbordadores que hacen el trayecto entre los muelles del Distrito Financiero de Manhattan y el Brooklyn Navy Yard para dotar de movilidad automática a todo el sistema de ferries que operan en el East River y el río Hudson. Con un solo empleado se controlará de forma remota toda la flota a la vez.
Lo dicho, un reclamo turístico de futuro para la ciudad hoy más turística del mundo.
Fernando Gallardo |