
Marcas hoteleras como Mercure, del grupo francés Accor; Barceló, con sus flamantes establecimientos en la Torre de Madrid y al filo de la Castellana; o, desde hace un tiempo, el lujoso y amigable Urso, junto al Mercado de Barceló; las tres han tomado buena nota del éxito logrado por la plataforma Airbnb en constituir un espíritu de comunidad imbuido por el consumo de proximidad. Porque los viajeros millennials buscan fundirse con la población local y experimentar el viaje desde esta perspectiva alejada de toda estandarización consumista.
Mediante el programa Local Stories, los hoteles Mercure Madrid Centro y Mercure Madrid Plaza de España invitan a conocer la ciudad a través de guías locales, cuando no de los propios empleados del hotel, comprometidos en hacer vivir a sus huéspedes una experiencia de vecindario. Lo mismo Barceló con su fórmula B-Locals, para lo cual ha Sigue leyendo



Llegué muy tarde por la noche. Desde el exterior, el hotel parecía cerrado, inhóspito. Las luces, apagadas. El sereno, acostado sobre un sofá. Abiertas las puertas correderas de cristal, atisbé al fondo la figura monolítica de una persona uniformada tras una expendeduría de formica oscura. No alzó la mirada. Apenas gesticuló en la comodidad de su apoyadero habitual. Si acaso barruntó un saludo formal al aproximarme a él, con las maletas a cuestas. Sus ojos permanecían escondidos detrás de unas lentes gruesas, al abrigo de la penumbra. Su respiración, aún más gruesa que sus gafas, delataba nocturnidad. Cumplió meritoriamente con su tarea desde el primer momento, cuando me pidió el pasaporte, las tres firmas de rigor y una tarjeta de crédito… «como garantía de que no se irá sin pagar», añadió con la cortesía que le venía aprendida de la escuela de hostelería. Era el recepcionista.
Me llegan noticias fúnebres sobre lo mal que le está yendo a la que hasta hace no mucho era mi ciudad. Madrid se queja y se duele de la pérdida acelerada de turistas y su repercusión en muy diversas industrias de la capital. Mientras en España se baten récords de llegadas foráneas, Madrid se derrumba este año en un 6,7%. Y la cosa pinta peor en 2014. Madrid ya no mata.