Definitivamente, la crisis está golpeando los bolsillos y también las meninges de muchos españoles. No puede ser cierto que al Partido Popular se le haya ocurrido, después de contradecir su programa electoral con la reciente subida del IVA y tolerar los exabruptos del ministro Soria sobre la nacionalización del turismo, un proyecto de ley en Murcia que multaría con hasta 1.000 euros a los trabajadores del sector hostelero que se muestren antipáticos, desagradables o malhumorados cuando atienden a la clientela. No resulta creíble porque, en primer lugar, es una solemne chuminada y sería un engaño para la ciudadanía que sus gobernantes empleasen el tiempo en decir chuminadas en vez de en trabajar seriamente. Y, en segundo lugar, porque esa ley sería claramente inconstitucional.
La chuminada del PP de Murcia no resistiría un análisis profano de nuestra Constitución, que consagra el principio de la libertad de expresión. Uno puede ser todo lo antipático que quiera mientras no haya calumnia o difamación y medie, por tanto, denuncia previa por parte del ofendido. Uno puede mostrar en público su mal humor porque sí, porque sufrir la necedad de la clase política y su manifiesta incapacidad para sacar a este país de Sigue leyendo