
Sí. Lo reconozco. Las chicas del cable tienen glamour. Era una exigencia de la Compañía de Telefonía ser soltera, no utilizar gafas, tener voz dulce, brazos largos y, sobre todo, buena presencia. Sus interlocutores fantaseaban con ellas, pese a no verles el rostro ni sentir su pulso a través del auricular telefónico. Al fin y al cabo, de estas chicas solo podían esperar una conmutación del bucle de abonados desde la centralita analógica que operaban.
Organizadas por turnos, las telefonistas que desempeñaban este oficio considerado de alta tecnología entre 1920 y 1970 tenían por único cometido poner en contacto a personas en cualquier momento del día y todos los días del año, incluidos los festivos. Sigue leyendo
«Eppur si muove», exclamó Galileo Galilei con la tozudez característica del científico tras retractarse ante el tribunal de la Santa Inquisición por su heliocentrismo copernicano, según el cual es la tierra la que se mueve alrededor del sol y no al revés. Vosotros seguiréis pensando en un mundo estático donde todo orbita en torno a 

En noviembre de 1893, el industrial de origen francés Edmundo Noel solicitó al Ayuntamiento de Sevilla la concesión administrativa para la fundación de una compañía de distribución eléctrica en la ciudad. Ante el retraso en su tramitación, Noel se marcha a Berlín con la intención de lograr financiación y maquinaria para su proyecto. Meses después nace la compañía Sevillana de Electricidad con la perspectiva de proveer de alumbrado público a la ciudad. Aunque su primera inversión se orienta a la firma de un contrato de suministro eléctrico con Seville Tranways Co. —una empresa de transporte urbano que en 1889 había cambiado la tracción animal por la eléctrica—, entusiasma al Ayuntamiento con un ambicioso plan financiado por el sector privado de transformación del alumbrado tradicional a gas por otro más moderno alimentado con el «fluido mágico» de la electricidad.