Hotel Manager al habla

entrevista Hotel Manager

¿En qué momento del desarrollo turístico nos encontramos? La pregunta no es fácil, afortunadamente para mí. Porque la respuesta, en consecuencia, entraña una menor dificultad. Nos encontramos exactamente en el punto en que estamos. Y, según la regla matemática de la evolución, nos hallamos en mejor situación que ayer, mas en peor situación que mañana.

De ahí que estas reflexiones publicadas con ocasión de una entrevista dirigida de principio a fin por Ana Rízquez (Hotel Manager) expresen lo que pienso del futuro turístico que nos tocará vivir en los próximos años. Sin orden ni concierto, como toda buena entrevista. Sin pensarlo dos veces, como corresponde a quien se ha pasado una vida estudiando la materia de la que están hechos los sueños del viajero.

Quienes se alíen con mis respuestas deben saber que son fruto único y exclusivo de las preguntas germinales efectudas por la entrevistadora.

HotelManager: Parece que el sector hotelero español recupera confianza tras los buenos resultados de la última temporada alta. Teniendo en cuenta que hay que contabilizar el turismo de prestado, ¿estamos ante una recuperación efectiva o seguimos como estábamos? Sigue leyendo

Airbnb no es una empresa de transportes

transportesRecuerda el experto en tecnología del New York Times Jim Kersetter que tras la hazaña de Charles Lindbergh en su vuelo en solitario a través del Atlántico, en 1927, las acciones de la compañía ferroviaria Seaboard Air Lines Railroad se disparó en Bolsa porque muchos inversores creyeron que el próximo objetivo sería su transformación en una aerolínea. En realidad, el nombre era una simple alegoría a la velocidad de sus locomotoras. Nada que ver con el naciente transporte aéreo. Pero sirvió para que el caso se estudiara luego en las escuelas de negocios como un desideratum tecnológico para cualquier empresa con vocación de estar a la última. Innovación y vanguardia, aunque la tecnología tenga un relieve marginal en el negocio.

Kersetter ironiza sobre la fiebre actual de las start-ups tecnológicas que ni en sus mayores iconos, como Airbnb o Uber, manejan la capacidad, profundidad, cantidad de inversión o desarrollo punta de algunos grandes fabricantes tradicionales como General Electrics o Siemens, que desde hace un tiempo basan su estrategia de gestión en el llamado Internet de las Cosas. Si estas marcas utilizan tecnologías a gran escala, ¿por qué empeñarnos en llamar a las start-ups empresas tecnológicas y a las tradicionales fabricantes de electrodomésticos?, se pregunta el tecnólogo neoyorquino. Sigue leyendo

Aprended código

código-binarioHace unos meses, el presidente Obama anunció una inmediata alocución pública ante los principales medios informativos y redes sociales de la nación. Enseguida cundió la alarma en la calle. ¿Qué sucedía? Los rumores cobraron fuerza en las horas siguientes: ¿Acaso una nueva invasión de Irak? ¿La invasión de Siria? ¿Una alerta terrorista? Por inusitado, todos nos quedamos pegados aquel día a un canal de televisión.

A media tarde, Obama compareció ante la opinión pública norteamericana con una única e inesperada proclama: ¡¡¡Aprended código!!! Los niños en las escuelas, los jóvenes en las Universidades, los mayores en sus puestos de trabajo, los agricultores, los industriales, los trabajadores de los servicios, los desempleados, los jubilados, estudiantes y docentes, todos… Aprended a programar, porque el futuro de los norteamericanos residirá básicamente en sus habilidades para programar. Aprended código.

No todos vamos a ser programadores, leí en no pocos tuits que me venían desde España. «Que inventen otros», como en la época de Unamuno. «Habrá quienes Sigue leyendo

Tecnologías de la Comunicación y la Información en el turismo rural

Tengo que corregir algunos de los datos publicados hace unos días en este Foro de la Ruina Habitada sobre el seguimiento de los #microdebates sobre turismo rural que celebramos el 26 de noviembre de 20101 en INTUR Valladolid. Según anuncia Sotur, organismo encargado de la promoción y comercialización de la oferta turística de Castilla y León, a estos #microdebates asistieron presencialmente o a través de Twiter… 3.622 visitantes únicos de 28 países diferentes (después de España, los países que más visitantes recibió la plataforma procedían de Reino Unido, Sigue leyendo

Tecnología hotelera a punto

Un sistema revolucionario de ventanas inteligentes

 

Vengo de concluir un artículo sobre la tecnología en los hoteles que me ha encargado el suplemento de Tecnología y Vacaciones del diario EL PAÍS. No ha sido cuestión de inventar qué futuro se nos viene encima, ni siquiera de elucubrar sobre las innovaciones más prometedoras. Más sencillo que eso, me he planteado un repaso somero por el tecno realizable hoy por cualquier hotel que se precie de albergar huéspedes, no langostinos agosteños.

El artículo verá la luz dentro de una semana, por lo que conviene ir haciendo boca repasando las muchas publicaciones sobre la materia que le hemos dedicado en Notodohoteles.com.

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Un nuevo espacio para el turismo rural

Porquera de los Infantes, cerca de Aguilar de Campoo, al norte de Palencia con P, mantiene a la vista sus esencias rurales. Gran parte de su caserío estaba arruinado hace tan solo un lustro. Ahora quedan únicamente tres o cuatro casas en ruinas, después de la fiebre reconstructiva que ha contagiado a sus vecinos a partir de la recuperación de su ruina más notoria, La Ruina Habitada. Ya no queda una sola calle sin asfaltar, aunque el horizonte inmediato está preñado de sembraduras ubérrimas y de silencios montuosos, como el que depara una caminata pedestre por el Bernorio, el otero emblemático de las legiones romanas, el escondrijo de eremitas que hicieron de sus oquedades un santuario de vida contemplativa. Ya no queda un trillo con que roturar, ni yugo que abrazar a los bueyes, ni bueyes que yuntar, ni espigas que segar. Tampoco se ve ningún caldero apoyado sobre el alféizar de las ventanas, ni ristras de ajos en las puertas, ni picota en la plaza. Como otras muchas poblaciones del agro hispánico, Porquera de los Infantes ha sufrido una merma considerable en su censo demográfico: apenas ocho vecinos habitan sus casas de los 200 que las moraron tres décadas atrás.

Y, sin embargo, este villorrio palentino que huele a galletas los lunes y fiestas de guardar resume muy bien lo que hoy ofrece el paisaje rural en España. El alcalde no vive allí, pero se le ve de vez en cuando abordo de un tractor acicalando de verde los campos circundantes que en sazón se convertirán en un patatal. No esgrime una hoz en la mano, sino un volante y la empuñadura de la caja de cambios. En las antiguas escuelas, deshabitadas desde hace dos décadas, espera sin prisa su jubilación el único vaquero que le queda al pueblo. Vigilia dulce en invierno y paseos de sol a sol en verano, con una docena de vacas que lo acompañan a trashumar y dos perros guardianes que velan su sesteo montuno. Un guía de montaña chatea con algunos de sus clientes a través de las redes sociales en previsión de una prometedora excursión el próximo fin de semana. No aparece Braulio, el cartero televisivo, pero sí una linda repartidora de pan aupada en el confortable asiento de una furgoneta de última generación. En la plaza del Beato vive una familia cuyo cabeza trabaja en la Renault de Aguilar de Campoo y regresa sin estrés por las tardes a reencontrarse con la chimenea encendida en la paz del hogar. A su vera, un francés loco receta pócimas homeopáticas a todo aquel que lo quiera visitar. En otra parte del pueblo mantiene en obras un búnker de hormigón dentro del cual guardar, dice, toneladas de soluciones milagrosas al abrigo de los curiosos y por si las moscas. Con ganas de establecerse ahí de por vida, una pareja de argentinos alternan sus paseos campestres con el estudio de sistemas computerizados para grandes corporaciones multinacionales. A su casa familiar regresa, cada vez que puede, es decir, todos los fines de semana y días adyacentes, un empresario metalúrgico al que la crisis no parece estar tratando muy mal, pese a la caída de la construcción de viviendas. No muy lejos, un pyme madrileño del automóvil cuida de su portón y, mientras, intenta convencer a los vecinos para un cambio de coche cada tres años: él mismo se encargará de facilitar la financiación y los trámites pertinentes en la Delegación de Tráfico provincial. También son incondicionales de los viernes un matrimonio vallisoletano, profesora ella y técnico de informática él. En sus propósitos está el aprovechar la banda ancha para trabajar desde casa gracias a Internet. Lo mismo que ya venía haciendo este servidor en su ruina pertrechada con las últimas tecnologías de la comunicación.

Estamos, como se adivina, en un pueblo cualquiera del orbe rural contemporáneo. A todos nos gusta mirar a través de las ventanas, exhalar aire a razón de 13 aspiraciones por minuto, palpitar al ritmo de las hojas de los árboles (pocos) que asoman de entre los tejados y dormir en los brazos del silencio pastoril que nos regala el aislamiento del pueblo a tres kilómetros de un nudo importante de comunicaciones viarias en el norte peninsular. Todos, incluido el vaquero y su hija, la abogada, conducimos un automóvil con airbag y navegador GPS para proveernos de víveres en los supermercados de Aguilar o salir de trámites a la capital. Muchos se apuestan cada noche al frente de un monitor plano de televisión, que los conecta a la realidad universal, y los demás nos apostamos frente al más pequeño de Internet, donde el mundo también desfila ante nuestros ojos en forma de hipertexto y multimedia. Nos preparamos para ese cambio que se avecina en el que cultura del clic será sustituida por la cultura del tap, pues nadie escapa hoy al zumbido ya atávico del teléfono móvil, ni siquiera el vaquero cuando pastorea por la vega del Camesa y le sobran horas para aumentar la factura de Movistar gracias a la PAC (véase el diccionario de la actualidad agraria europea).

¿Acaso no es ruralismo todo esto que vivimos los que vivimos en el campo? Internet, el teléfono, el automóvil, la sociedad del conocimiento… Ésta es la verdadera, aunque no única, realidad del campo español, la verdadera esencia de lo rural en la actualidad. No se entiende en un debate serio sobre el turismo rural que algunos sigan defendiendo la hoz, el arado, la gavilla, el trillo, el yugo, las abarcas y las ruedas de carreta como si fueran la bandera real de la vida campestre. Ni siquiera con la boca llena de tradiciones o supersticiones populares. Sepan que la hoz, el arado, la gavilla, el trillo, el yugo, las abarcas y las ruedas de carreta ya fueron modernidad en los tiempos en que la mayor de las modernidades que jamás vivió la humanidad fue de súbito convertida en una tradición: el fuego.

Conviene desenmascarar ya a los exégetas del turismo rural cuando se les llena la boca de tradición, pues muchas de las tradiciones populares felizmente se han extinguido y otras, como el toro embolao, el maltrato a los animales, las vejaciones a las mujeres o la xenofobia están a punto de desaparecer (¿soy un iluso?). Hoy, el medio rural está formado por agricultores en tractor, ganaderos especialistas en ingeniería genética, informadores telemáticos, consultores, abogados, médicos, biólogos, maestros y una moderna pléyade de empresarios y pymes que no trabajan la tierra, sino el aire que inspira su talento. En ese espacio multidisciplinario cabemos todos y generamos entre todos una sociedad mejor, más libre, más sana, más organizada y más creativa. En ese ecosistema alcanzamos los seres humanos una mayor cohesión social que la hasta ahora sufrida con la fisura atávica entre el medio urbano y el medio rural.

El turismo, como actividad terciaria que avanza hacia su cuaternarización, la sociedad del conocimiento, debe reflejar en sus tripas lo que nos ofrece ya este ecosistema variopinto y complejo donde la antigua rueda de ebanistería hace tiempo que fue sustituida por el neumático ideológico de la marca del Bibendum.

Fernando Gallardo |

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