Experiencias sí, pero únicas

Te ofrecemos nuestro circuito spa… Delicias gastronómicas en nuestro restaurante superestrellado en la guía Repsol… Disfruta de emocionantes experiencias de aventura en quad… Descubre la calidez de una escapada rústica gastronómica… Haz una escapada de estilo provenzal poco común… Escapada pintoresca… Escapada cosmopolita… Escapada enológica… Tapas con arte…

stairway-to-heavenCaen en mis manos varias de estas cajas que se venden en los hipermercados junto a las legumbres y los calzoncillos al por mayor. Todas preciosas, envueltas en celofán, blancas o de colorines, como si el súper quisiera con ellas sustituir el contenido de aquellas góndolas antaño repletas de cedés musicales, música hoy pirateada también al por mayor en webs de infernales garabatos. O tal vez sí, eso es justamente lo que pretenden los jefes departamentales del retail. Un reemplazo camuflado de aquellos discos con los que vibramos en nuestros años sin Internet. Un sutil trueque del valor música por un más actualizado valor hotel, restaurante, balneario, acuario, squad, surf, bicicleta, patinete o experiencia sin igual.

Una de esas cajas, Escapada Pintoresca, lleva impresa en la portada una ventana ciertamente bruta que promete los hoteles más insólitos de la geografía nacional, desde molinos y cortijos hasta antiguos conventos. Por un momento se me escurre entre los dedos el recuerdo de aquella portada, también con ventana pintoresca, de Led Zeppelin. Esa que, desde el tema cuarto, nos elevaba al cielo con los primeros acordes de Stairway To Heaven… Pero no. Dentro, ni rastro de aquella dama que se creía que es oro todo lo que reluce, ni de esos anillos de humo entre los árboles, que tantas cosas nos sigue haciendo pensar.

El contenido de esas cajas regalo nos asegura inteligencia, experiencia, una vida bella o, directamente, un plan B. Apenas un catálogo de productos turísticos bien presentados y mejor despachados que, paradójicamente, suelen causar mucha indignación en los propios establecimientos proveedores de tales experiencias. Dicen que por las fuertes comisiones exigidas por los creadores de estos productos. Por la devaluación que sufren en la estima de los consumidores, que los perciben como carne de supermercado. O, peor aún, por la consecuencia perversa de su consumo frecuentemente no satisfecho: el negocio estriba en los paquetes vendidos y luego no utilizados por quien recibe el obsequio.

Y si antes el regalo consistía en una noche de hotel, ahora que sabemos que un hotel no es una fábrica de camas, sino de sueños, la evolución lógica del producto lo sitúa en el anaquel de la multiexperiencia, la multiaventura, el multicircuito termal, el multimenú y el multitrago. ¿Pero qué clase de experiencias?

Abro la caja.

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¿De verdad nos emocionan estas propuestas? ¿Acaso no son un remedo semántico de aquellas «actividades complementarias» que se estudiaban en los cursos de introducción al turismo? El hotel de entonces debía satisfacer el deseo de un turismo activo, descubridor, primerizo. Era cosa de instalar una piscina. Y, luego, una pista de tenis. Con Aznar, algunos osaron acoplarle al antiguo frontón una pista de pádel. Que si la sombrilla de playa, el patín de agua, la tabla de windsurf, el kitesurf. Que si el spa…, porque hay que tenerlo. Que si el Internet córner. Que si, todavía los menos, la wifi gratis. ¿Alguien piensa que todas éstas son experiencias novedosas, las experiencias que deben regalarse en San Valentín, el Día del Padre o como regalo de cumpleaños?

Puede que hayamos entrado en una nueva era del consumo masivo de experiencias, pero si un amigo me regalara alguna vez una caja para degustar ciertos platos o dormir en ciertas camas, sin duda que se convertiría rápidamente en mi enemigo. Lo que muchos buscamos en el territorio del turismo experiencial, lo que nos conmueve, lo que nos enamora y nos hace ganar amigos es… la exclusividad. La redefinición del lujo en la sociedad del conocimiento y el consumo inteligente.

Apenas hemos recibido, en los 12 años de existencia del portal Notodohoteles.com, una vaga muestra de lo que pretendíamos consolidar con el epígrafe «Ofertas» como una caja de pandora donde el viajero pudiera sorprenderse con las propuestas más insólitas, las ofertas más exclusivas, las emociones únicas, las experiencias privativas. Porque creemos que esa es la manera de obsequiar a los amores y a las amistades. Inteligencia y personalidad.

A muchos no nos interesan las cajas del hipermercado, sino el verbo propio de quien nos ofrece algo que no es para los demás. Algo propio e intransferible como una cena con Chris Anderson para que nos cuente, en confianza, cómo sería una futura guerra entre drones. O compartir una mecedora de playa con Ray Kurzweil para que nos ilustre sobre la singularidad y el futuro hombre biónico. O regresar al Chelsea Hotel en compañía de Leonard Cohen y tirarle de la lengua sobre cuanto vivió en la 411 con Janis Joplin. O que el arquitecto Jesús Castillo Oli haga de cicerone por las iglesias románicas del norte de Palencia que él mismo ha restaurado. Otros preferirían que el conserje del hotel bonaerense les pasara bajo la mesa una entrada para el palco del Boca Juniors. O una semana de aparcamiento gratis en cualquier punto de la ciudad. O poder asistir en Viena al mítico Concierto de Año Nuevo, incluso pagando lo que sea.

Hace unos meses publicamos en el suplemento El Viajero de EL PAÍS un Top 10 de hoteles con experiencias únicas en España. Sudamos la gota gorda en encontrarlas, pero al final se consiguió determinar un patrón que demostrara lo atractivo de unos alojamientos así. Únicos. Diferentes. Redentores de la desocupación o estacionalidad en que están sumidos muchos negocios hoteleros en todo el mundo.

Les Cols… Hostal de los Reyes Católicos… Atrio… Las Caldas… La Bobadilla… Yeguada Albéitar… Palacio de la Serna… Priorato de Val… Abalú… El Milano Real.

Todos ellos, por ser tan originales, merecen un viaje. Esta es la clase de experiencias en las que creo.

Fernando Gallardo |

4 comentarios en “Experiencias sí, pero únicas

  1. Me ha encantado leer sus palabras. Creía que era la única que pensaba que ofrecerme en las cajas regalo era desprestigiar mis servicios. Siempre he defendido mi exclusividad, mi singularidad y mi autenticidad desde mi sencillez. Y contra viento y marea sigo en la misma dirección, ofreciendo actividades ecoturísticas únicas y personalizadas, basadas en el andar y la interpretación del territorio.

  2. Con los mismos ingredientes cada cocinero hace las lentejas diferentes… Es el mismo libreto y la misma partitura, pero hoy no te suena lo mismo… Si hay algo incatalogable son las sensaciones. Ningún viaje se puede repetir. Son tantas las variables variante… Infinitas las combinaciones. Muy difícil catalogar el celofán, y los colorines ayudan a clasificar, a veces.

    Pero hay veces que adivinas, que sabes que el agua va por su cauce, que todo va a fluir. En muchas ocasiones, Fernando, le has puesto las palabras exactas a lo que voy viviendo en estos maravillosos años que llevo desde que hicimos nuestra casa más grande… La abuela hace maravillas con las lentejas… Siempre diferentes… Y tú, Fernando, explicas cada una de las reacciones químico-físicas que se producen en el puchero y prevés lo que serán las legumbres del futuro… Acogemos a nuestros huéspedes como parte de nuestra casa a nuestro estilo. No nos exigimos nada que no nos surja y como hay cauce y agua… es imposible que no fluya.

    Un ejemplo:
    Primer correo: petición de información, disponibilidad:
    “Me ha atraído especialmente la posibilidad de interacción de los niños con los animales”… (No hay problema… ¡ha acertado!)
    Segundo: “Lo de la habitación lo dejo en tus manos” (ya hay confianza… todo será mucho más fácil)
    …Y no importó que lloviera y lloviera, que no parara de llover…
    El 2º día un niño de 7 años nos dijo: Hoy ha sido el día más feliz de mi vida. Y el tercer día lo volvió a repetir… hablaba de él, pero era el portavoz del grupo. Cómo disfrutaron todos. Es la experiencia del viajero, pero yo quisiera hablar un poquito de la experiencia del “facilitador” de experiencias. Ya se lo quería contar a Rebeca https://laruinahabitada.org/2013/03/28/montarias-hoy-un-hotel-con-encanto/Me%20he%20unido%20a%20este%20grupo%20porque%20me%20ronda%20hace%20mucho%20tiempo%20el%20crear%20un%20hotel%20con%20encanto), pero tú eres tan rápido y prolijo en tus reflexiones y yo tengo tan poco tiempo para sentarme a escribir… que se me ha pasado. Cuando hay conexión, cuando hay predisposición, cuando el viajero ha acertado, entonces la experiencia sí que se hace única para el viajero… Y para nosotros, los afortunados intermediarios y un poquito “conseguidores”.

    Nada es comparable a trabajar con la alegría, la alegría de la vida, no la melancolía del payaso que llora haciendo reír. Y vida y alegría es niños y animales… Y campo y también barro. Que se lo digan a este grupito que, bajo la lluvia, jugó a ver quien perdía las botas apresadas en el barro corriendo entre él… Los vi desde la ventana y como les envidié. No lo olvidarán jamás. Ellos lo pudieron hacer… Yo, a su edad, no. Pasaron directos a la lavandería por aquello de preservar las paredes. En media hora toda su ropa pudo lavarse y secarse, y mientras disfruté de sus risas y de su alivio al contarme que al final no les riñeron sus padres. Son miles las anécdotas que vamos atesorando mientras nuestros huéspedes van creciendo.

    Rebeca Almeida si no te importa hacer tu casa más grande, si no tienes que dejar de ser tú misma a la hora de llevar tu hotel, no dejes de hacerlo. Y tendrás trabajo, y deudas, problemas… Pero si lo haces acorde a ti será parte de tu vida, tu casa crecerá contigo y tú con ella. Al final la vida es así.

  3. Gracias a Dios, no he conocido todavía a nadie que me regalase una de esas dichosas cajitas. ¿Se puede sorprender/agradar a alguien con una caja preparada y despachada como si fuera una caja de galletas o de aspirinas o de pañuelos? Estamos locos.

  4. El negocio está muy bien pensado: la empresa emite, distribuye/comercializa su producto, el resto de las gestiones son por cuenta del hotel o empresa prestadora del servicio.

    A ver si os suena este procedimiento empleado por alguna de las empresas que venden este tipo de producto.

    El hotel o la empresa prestadora de la “experiencia”:

    -Gestiona la reserva en su propio sistema directamente con el cliente («para reservar llame directamente al hotel»)
    -Entra en la web del proveedor a realizar la reserva y/o comprobar que el código de bono es válido (si por algún motivo no lo es, ponerse en contacto con el cliente)
    -A la llegada del cliente vuelve a entrar en la web a “consumir” el bono para que no sea utilizado en otro establecimiento
    -Finalmente emite y envía la factura de comisión

    El coste de gestión de todo el proceso de reserva, gastos de personal, prestación de servicios, tramitación/comprobación/consumo de bonos es nulo para el emisor del bono experiencia.

    Por eso digo: “Monta una empresa de cajas regalo y échate a dormir”.

    @santillecha

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