Ésta es la prueba palpable de cómo los robots sustituirán el trabajo humano. Con sus 78 dedos toca la guitarra más rápido que Paco de Lucía, John McLaughlin o Eric Slowhand Clapton. Al guitarrista le acompaña un baterista de 22 brazos cuatro veces más rápido que los de Ian tommy-gun Paice. Escuchando esta música y calibrando el virtuosismo de los 78 dedos y 22 brazos de esta banda robótica de jazz-rock fusion, no cabe la menor duda de que esta sustitución tardará poco en producirse.
Pero hay un detalle que no se escapa a quien observe atentamente este videoclip. La interpretación es perfecta, sublime. La ejecución es rápida y eficiente, más de cuatro veces lo que el mejor concertista humano puede ofrecer. El show es total. Lo único que falta es alma, una música imperfecta ejecutada desde el sentimiento y la emoción. Los dedos que sudan bilis de Tomatito, la voz que sabe a sangre de Camarón.
En la música de la hospitalidad, ninguna máquina sustituirá el alma de un camarero, un conserje o una gobernanta si se desempeñan con alma. Sudando bilis, sabiendo a sangre.
Porque un hotel, pese a Z-Machines, sigue siendo una cosa de personas.
Fernando Gallardo |