El turismo está cambiando en todo el mundo, pero las herramientas del cambio provienen de un solo lugar. Las aplicaciones móviles, las reservas online, el nuevo hábito consumidor de la última hora, las técnicas Big Data de conocimiento del cliente; en fin, ese fascinante orbe digital que transforma destinos y personas tiene una meca mundial que todos envidian: Silicon Valley. Hoy se puede decir sin exageración que el aleteo de una mariposa en la costa oeste de los estados Unidos provoca tormentas en los cinco continentes y en los siete mares que los rodean.
Y ante a este fenómeno surge la pregunta inevitable: ¿es posible reproducir el modelo en otras partes? O, mejor aún, ¿cómo construir un Silicon Valley más potente? ¿Están emancipados los países económicamente más poderosos para tener su valle del silicio particular?
Estos mismos interrogantes se harían muchas ciudades en épocas pretéritas cuando no lograban por ningún medio asentar un modelo comercial y artístico como el de Florencia en el Renacimiento. O un modelo industrial como el de Londres durante el siglo XIX. O cinematográfico, como el Hollywood del siglo XX. Y, si bien no hay obstáculo metodológico o neurocientífico que impida el surgimiento de un modelo paralelo, debemos convencernos de que el quid de la cuestión estriba en el ecosistema creado en ese entorno de desarrollo humano. La explicación está en el ambiente. Sí, ese aglomerado existencial que, en un momento dado, cumple todas las condiciones para que un hábitat pueda funcionar individualmente como colectivo y colectivamente como individuo.
Airbnb, Uber, Google, etc., no podrían haber surgido en ninguna otra parte. Lo explicaba hace poco un español emigrado a San Francisco y que, sin contactos ni experiencia profesional previa, constituyó con apenas 300.000 euros un fondo de venture capital, Startcaps Ventures: «Silicon Valley es el ecosistema más abierto que existe. Es relativamente fácil concertar una reunión con casi cualquier emprendedor e inversor, que durará en torno a un cuarto de hora, pero si en ese tiempo no consigues llamar su atención, no te darán una segunda oportunidad», explica Ignacio Vilela, ingeniero de Caminos y licenciado en Administración de Empresas.
Es el ecosistema y no la extracción social, racial o nacional de sus habitantes lo que hace fuerte, único, a Silicon Valley. Uno de cada cuatro gigantes tecnológicos fueron creados por inmigrantes, a veces llegados con una mano delante y otra detrás, pero siempre acogidos por un sistema de talento y pensamiento lateral que es difícil encontrar en otros países. Las dificultades de aceptación legal y cultural que sufren todavía empresas tecnológicas como las aludidas Airbnb, Uber y Google ponen en evidencia la obsolescencia política de la mayoría de países. «La gran diferencia entre el emprendimiento en España y EEUU es cultural. El liberalismo económico y la concepción del fracaso como un aprendizaje valioso son cuestiones que se inculcan desde la infancia en los Estados Unidos», subraya Vilela.
Pero no seamos necios. Silicon Valley no representa la realidad norteamericana, ni como ya hemos dicho está formado demográficamente por profesionales nacidos en California. La región es el epicentro tecnológico de nuestra época y atrae por ello a los jóvenes con más talento y ambición por el futuro. En Silicon Valley se convive con gente procedente de todo el planeta que tiene como único tema de conversación el futuro. Queremos cambiar el mundo, es su lema generacional.
De ahí que más allá de su estrés tecnológico, del tsunami económico que ello genera, de las condiciones laborales y sociales; más allá del flujo de conocimiento que se propaga a velocidad cuántica; más allá incluso del talento, de la propia cultura y de su insaciable capacidad de innovación, podríamos concluir que Silicon Valley es un estado mental.
Y después vienen los demás. Nueva York, Londres y la recién declarada ciudad más inteligente del mundo: Tel Aviv. Quizá porque su patrimonio Bauhaus —unos 1.000 edificios censados— la han inspirado a aglutinar un orbe de startups inigualable, como Viber, Waze y el líder mundial de la impresión en 3D, Stratasys. El resto de las ciudades, de los países, apenas adquieren protagonismo en esta transición de una sociedad analógica a una sociedad digital que hoy vivimos. No conducen la revolución, ni siquiera se percatan del movimiento que la origina.
El turismo experimenta una sacudida de cambios y la mayoría de sus operadores no se entera de qué los provocan y adónde los arrastra. Mientras las tradicionales empresas turísticas permanecen inmersas en el día a día, las startups tecnológicas exploran, innovan, anticipan el futuro y trabajan para reemplazar a aquellas en el liderazgo turístico y de la sociedad entera. Mientras los empresarios conservadores se atoran en el desagüe de la competencia con el temor de que su modelo fracase, Silicon Valley analiza cómo gestionar la prosperidad de la abundancia cuando el mundo adopte sus aplicaciones.
¿Sobrevivirán las empresas turísticas al estado mental de las tecnológicas?
Fernando Gallardo |
Sobrevivirán todas aquellas que realmente se adapten. Es una cuestión de actitud mental, como comentas. El talento no conoce fronteras y la inmediatez de los avances tecnológicos exige filtrar el conocimiento que necesitas e implementarlo también con rapidez y destreza, con la oportuna cualificación profesional. Hay soporte en todos los campos aunque no todos apuesten realmente por la excelencia. No queda otra más que estar atentos a lo que ocurre, desaprender y volver a aprender lo que consideremos útil para nuestros objetivos. Vivimos en permanente cambio.
Sobrevivir es el clue de todo amigos míos; pero la verdad es que para nada sirve pensar en sobrevivir cuando vivir nos esta quedando pesado y el mundo marcha a mayor velocidad que nuestras mentes; la tecnología nos absorbe y roba ese precioso tiempo que debemos ocupar en aprender a vivir y convivir con todos los seres vivos del universo; nos hemos dedicado a competir con la madre naturaleza y creemos estar logrando avanzar mas rápido que ella hasta el punto de vista tecnológico que hoy no alcanzamos a digerir y nos lleva la delantera.
Es muy difícil dejar de pensar en el modelo Turismo dentro de nuestros propios orígenes; los seres humanos por naturaleza somos nómadas y eso implica que debemos abrirnos de par en par para poder ocupar el tiempo de vida en conocer y compartir el planeta con los demás seres vivos del universo; y por mas que la tecnología nos transporte de lugar en lugar con toda su magia lograra desplazar este fenómeno propio de todos los seres vivos incluyendo nuestra propia raza.
Hace un siglo solo viajaban los poderosos y se hacían llamar turistas ; los demás viajábamos por obligación en la búsqueda de un mejor estar y nos llamaban Inmigrantes ilegales; hoy día todos somos viajeros, con o sin dinero y eso amplia aun mas la importancia de este renglón en el desarrollo y crecimiento de la humanidad conciliando lazos de amistad que darán espacio a una vida en santa paz; donde todos podremos darle gracias al padre por cada día de nuestra existencia terrenal; lo que venga de ahí para adelante es arena de otro costal y te llevas solo lo vivido.
El turismo es una forma de aprender y mantener un conocimiento claro de la vida en el planeta; cuanto nos complicamos o no para lograr el cometido de estar vivos?
Creo que seguir la estela ,intentar replicar, o adaptar cualquier ecosistema es un error. En todo momento seguirás una estela, y que no dejara de ser una comparación odiosa , o inexistente , Cineccita no se suele comparar con Hollywood.De hecho en Finlandia se puede encontrar un grupo de empresas ,después de la venta de la división de móviles de Nokia , como Jolla , o la misma Nokia reconvertida, y no puede existir comparación con Silicon Valley.
Si realmente quieres liderar un sector o ámbito de negocio, debes dar dos pasos hacia adelante, aquel concepto tan manido de innovar.
El futuro del turismo, de las nuevas tecnologías , y de cualquier ciencia social que se precie deberá ir ligada a conceptos como el Coworking o el Networking.
La supervivencia vendrá de la capacidad de crear valor a través de la colaboración de actividades complementarias efectuadas de forma simbiótica , es el futuro, de hecho es parte también de nuestro pasado, ya que sin esas relaciones, la evolución humana no hubiera llegado a nuestros días.