Yo que tú poseería un biohotel. Los hoteles bio son aquellos que tanto su construcción como su funcionamiento han sido diseñados con el máximo respeto por el medio ambiente. Están de moda y son tendencia. Los huéspedes aprecian los materiales ecológicos con los que están construidos, la incorporación de energías renovables que los hacen sostenibles, irresistibles al cambio climático, al calentamiento global y a la cría de patos malvasía. Los hoteles bio se preocupan también por la alimentación saludable de sus clientes. Productos de la huerta, una vez más ecológicos. Huella de carbono, cero. Proteínas, las justas. Brócoli antioxidante en raciones abundantes. Poco jamón ibérico, que los cerdos —ya lo sabemos— son muy guarros. Por eso en algunas zonas se les llama cochinos.
En contraste con los que brotan en el asfalto, hijos de apestosas ciudades o urbanizaciones de adosados, y no digamos aquellos que viven pegados a gasolineras de combustibles fósiles y olor a parafina, los biohoteles se ubican en idílicas áreas rurales de yermo cálido, aire oxigenado y nitrógeno volátil, quién dijo líquido… El factor rural ayuda lo suyo al disfrute y esparcimiento de unas vacaciones tranquilas en parques biosostenibles sin molinos de viento acústico contaminantes. Al carecer de luz tales establecimientos, por mor de su bucólico aislamiento hortofrutícola, producen la necesaria energía limpia a través de paneles fotovoltaicos, que a su vez sirven para el reciclaje de los residuos no orgánicos y el maloliente compostaje de residuos sólidos.
Además, por estar de moda y ser tendencia, los establecimientos se certifican con una etiqueta de garantía ecológica. Biodegradables. Bioclimáticos. Biorazonables. Biológicos. Biolindos. Biónicos.
Pero lo más original de estos biohoteles es que todos son los primeros en ser hoteles bio en España. Así, por ejemplo, el hotel Chumbera Azul, cerca de Vejer de la Frontera, reivindica su paternidad en el invento. El primer hotel ecológico de España, que a saber si sigue abierto. Otro establecimiento que también reivindica ser el primero en estas lides es el Cal Ruget, en Vilobí del Penedès, inaugurado hace cuatro años. Ojo que el aparthotel Venus Albir, en la provincia de Alicante, se le ha adelantado en ser el primer biohotel… También hace cuatro años la Aldea Rural Pedreira, en el barrio pontevedrés de Santa Baia do Mato, era considerada por el Faro de Vigo como el primer biohotel de España. Esta inflación de biohoteles continúa con el Vegan Life Energy de Benitatxell, Alicante. Otro pionero de la hotelería bio es el Moon Hostel de Bilbao, el único que nace en un entorno urbano alejado de la meca orgánica de los biohoteles.
Y, cuando parecía que ya se había extinguido toda la aritmética del número uno, y podríamos empezar a enumerar el listado de los segundos biohoteles de España, resulta que acaba de abrir el Ecoresort Mas Salagrós, en Vallromanes (Barcelona), que vuelve a esgrimir su título de primer biohotel de España.
Ellos sabrán si la etiqueta ecológica vende turismo o es solo postureo. Nosotros lo que sabemos es que la sostenibilidad hotelera es una cosa muy seria y no merece la frivolidad de ninguna etiqueta bio, eco o sos. Mucho menos el ser los primeros en hacer el ridículo frente a la galería medioambiental.
Fernando Gallardo |
Excelente Fernando!
Nuestro BIO será real y sin postizas etiquetas para el branding. Todo bioreal!!
Abrazo
Si alojas humanos, con lo que manchan y consumen, no creo que puedas prescindir de alguna pequeña ayuda de los hidrocarburos, por ejemplo… Vamos, que gastar y contaminar lo mínimo no es una opción eco-bio-sostenible, sino una obligación económica y además, en nuestro humilde caso, eco-bio-moral.
Un ejemplo tonto:
En estos establecimientos se apaga la luz y la calefacción de 23:00 a 7:00? No, pero seguro que nadie se preocupa que las baterías que acumulan la energía solar excedente del día, necesarias para que por la noche puedan hacer un gin-tonic tras la cena escuchando a los grillos, están llenas de contaminante y cancerígeno plomo o problemático litio (Geopolíticamente hablando, claro…)
Al final, si queremos que nos dure el planeta, debemos abogar mas por la responsabilidad que por los sellos y las marcas.
No se, digo yo, que estas cosas modernas a veces me superan… 😉