Miremos esta fotografía. Revisémosla en todos sus detalles. Las tonalidades rojizas en la colcha de la cama, en las lámparas de mesa, en los cojines de los cabezales, en el tinte de las paredes. Incluso parece que las flores acompañan en el rubor de la estancia. Advirtamos la composición estética del lugar, la riqueza del mobiliario, la sutileza de las gasas que forman el dosel. El techo está trenzado de vigas de madera, aparentemente bien cuidadas, perfiladas transversalmente a la chimenea. Al fondo, un cortinaje doble Sigue leyendo
hospitalidad
Adiós al mostrador de recepción
Llegué muy tarde por la noche. Desde el exterior, el hotel parecía cerrado, inhóspito. Las luces, apagadas. El sereno, acostado sobre un sofá. Abiertas las puertas correderas de cristal, atisbé al fondo la figura monolítica de una persona uniformada tras una expendeduría de formica oscura. No alzó la mirada. Apenas gesticuló en la comodidad de su apoyadero habitual. Si acaso barruntó un saludo formal al aproximarme a él, con las maletas a cuestas. Sus ojos permanecían escondidos detrás de unas lentes gruesas, al abrigo de la penumbra. Su respiración, aún más gruesa que sus gafas, delataba nocturnidad. Cumplió meritoriamente con su tarea desde el primer momento, cuando me pidió el pasaporte, las tres firmas de rigor y una tarjeta de crédito… «como garantía de que no se irá sin pagar», añadió con la cortesía que le venía aprendida de la escuela de hostelería. Era el recepcionista.
Sucedió la semana pasada. Pero bien podría haber sucedido cualquier noche del mes pasado, del año pasado, del fin del milenio. O en cualquier otro momento de mi niñez en que la amabilidad oficial se cumplimentaba con un «Dios guarde a Vd. muchos años» (sin Sigue leyendo
Piers Dutton In Memoriam

Piers Dutton impartiendo sus conocimientos en las primeras Jornadas de la Ruina Habitada
Que lo que no me des y no te pida será para la muerte, que no deja ni sombra por la carne estremecida (Federico García Lorca).
Al británico Piers Dutton lo conocí en 1995, justo cuando acababa de abrir su hotel en la comarca turolense del Matarraña. Era una noche fría y tormentosa de primavera, si mal no recuerdo. La masía, su Torre del Visco, apenas se columbraba desde la pista forestal. Los seis kilómetros de piedras, sombras y abismos impedían distraerse al volante. Así es Sigue leyendo
Hoteles con wifi gratis en las habitaciones
En Facebook, que es donde quien no esté no existe, hemos creado un grupo simpático de hoteles con servicio de wifi gratuitos en las habitaciones. Merece la pena entrar y comprobar cuántos y qué establecimientos están para hacerse una idea del nivel de desarrollo posee en verdad la hotelería en España (y Portugal). Si de los 16.000 hoteles estimados solo unos 900 han implantado este sistema de comunicación móvil por Internet quiere decir que hay esperanza… Hay mucho que avanzar todavía.
Por supuesto, sabemos que otros 5.000 establecimientos turísticos ofrecen wifi en sus habitaciones o, la mayoría, en sus instalaciones comunes. Pero wifi de pago, no gratis.
Se nos dirá que el servicio de wifi es opcional, como el consumo de minibar. Y no seremos quienes aboguemos por la gratuidad en todos los servicios hoteleros, que siempre es un ejercicio libre a cargo de los responsables de cada hotel. Pero no aceptamos la comparación con la estrategia actual de las aerolíneas low cost que utilizan el reclamo de unas tarifas bajas para endosar en el momento de la reserva una panoplia de productos y servicios de supuesto valor añadido, como el uso del WC en el vuelo, tasa de equipaje o, como prevé una compañía norteamericana, cobrar un fee por la adjudicación de los asientos delanteros con acceso y salida inmediatos del avión. Es una comparación huera porque el valor prioritario de un pasaje aéreo no reside en el servicio abordo, sino en el propio acto del transporte, y lo demás es puro valor añadido. Hasta ahora viene siendo así.
Sin embargo, el valor principal de un hotel ya no es un techo y una cama. Ni siquiera en la hotelería seriada o en la modular de polígono industrial el argumento vehicular es la cama, eje del precio, y el uso del resto de instalaciones o la opción de recibir más o menos servicios puede determinar un menú tarifario como el que hoy exhiben las líneas aéreas. En un hotel, sea del pelaje que sea, la arquitectura, el servicio, el nivel de instalaciones, las liturgias oficiadas, los mimos a la clientela o la sensorialidad de los espacios o la percepción ambiental de la hospitalidad son condiciones competitivas del propio establecimiento, la razón de ser del negocio turístico.
Este enunciado lo comparten actualmente casi 1.000 hoteles en España y Portugal que, según nuestros registros, ofrecen como valor añadido un acceso a Internet sin cable en todas sus habitaciones. Y no lo cobran aparte, como tampoco suelen hacerlo con las pastillas de jabón, la televisión, las sábanas, las toallas o el uso del sofá en el salón de estar. Son servicios cuyos costes son residuales, y por ello los ofrecen dentro de ese paquete básico que consiste en emocionar a sus huéspedes o hacerles sentir el cariño de todo el personal durante toda su estancia.
Internet en la hotelería no es una exigencia, pero sí un rasgo cualitativo que define cada casa y un factor diferencial para aquellos que si no lo están ofreciendo ya es porque alguna otra emoción o experiencia regalarán…
► Listado de hoteles con wifi gratuita en sus habitaciones
Fernando Gallardo |
Alegría y bienestar para el hotel
El programa de las jornadas de La Ruina Habitada que insertamos en el contexto del congreso Gastronomika 2010, en San Sebastián, se completa poco a poco con aportes de lo más sugerentes. España necesita una nueva cultura del turismo y sus hoteleros más encantadores, los más litúrgicos, los que mejor entienden la sensorialidad de los espacios, aquellos que se desgañitan en favor de la cooperación y aquellos que promueven para sí y para los demás el útil ejercicio de la innovación se van a reír de lo lindo con estas propuestas que avanzamos. Un avance de lo que viene ya está publicado desde hace algunas semanas en la web de San Sebastián Gastronomika.
Antes de proceder a las inscripciones, a partir del próximo 15 de septiembre, hemos abierto una preinscripción en nuestro grupo de Facebook. Si interesante va a ser el discurso estrella de Ferran Adrià o el taller de ergonomía, en el que un científico del Instituto de Biomecánica de Valencia va a explicar al mundo hotelero cómo se comportan los colchones según los diferentes tipos de clientes de los hoteles, sobre el mar de colchones que andamos gestionando estos días se va a bañar la componente del dúo humorístico Virtudes, Elena Martín. Bajo el título Alegría y Bienestar, su taller nos va a sumergir a todos en las aguas vívidas del optimismo, algo muy necesario en estos tiempos de crisis.
Afirma la autora del libro ¿Qué hay de bueno? Claves para una vida más alegre (Editorial Granica, 2008): “Llevo más de veinte años haciendo humor. Gracias a mi trabajo; a experiencias personales; a una formación ecléctica y al estudio del bienestar en el ser humano he llegado a la conclusión de que la Alegría es una emoción con la que podemos sintonizar. Para ello es necesario reconocer esta frecuencia, especializarnos en potenciar un enfoque positivo así como hacer consciente aspectos fundamentales de nuestra vida para su aceptación y posterior transformación.”
En estos encuentros la vía para hacerlo es el juego. Desinhibido y jovial, pletórico y burbujeante, chistoso y ceremonial. Así pues, jugaremos en Gastronomika a ser felices y transmitir la felicidad a los demás. No tendría sentirlo promoverlo si fuéramos ingenieros mecánicos de la F1 o astrofísicos en investigación sobre lo ocurrido durante los primeros siete segundos posteriores al big-bang. Pero aquí la concurrencia es fundamentalmente hotelera y, Sigue leyendo
Perdido en liturgias
¿Qué pensarán de nosotros los japoneses cuando aterrizan en España?, me inquirió esta tarde mi acompañante asombrado de cómo lo agasajaban por un simple güisquito en el penthouse del Park Hyatt Hotel, en Tokio.
– Pues que somos unos salvajes, le respondí sin pensármelo dos veces.
Obviamente no tenemos en España ningún hotelazo de talla parecida a éste de la película Lost in translation, donde Bill Murray comenzaba su viaje con una sátira al modus vivendi japonés y cayó luego rendido a los encantos de ella y de su extraordinaria civilización. La vista desde el ático nos entregaba toda la ciudad a los pies. Pero, lejos de sentirnos dueños del mundo, la otra vista -de unas camareras amables y ceremoniosas como geishas- nos ha empequeñecido hasta pensar que éramos nosotros sus seguros servidores, como se decía antes en el país de la carpetovetonia.
¡Qué liturgia en la terraza! ¡Cuánta mística en el recibimiento! Hartos detalles conceptuales, como el mantenimiento de un vaso de agua fresca en la mesa, unas flores en pequeñas dosis, la música en el tono adecuado, una pulcritud extrema, buena conversación y hasta la humilde factura servida en una carpeta delicada para el recuerdo del huésped…
No habría palabras suficientes en el diccionario para definir la experiencia. ¿Exquisitez? Eso suena pretencioso. ¿Delicadeza? Suena muy cultural. ¿Dulzura? Empalagoso por demás. ¿Obsecuencia? Tal vez demasiado poético. ¿Encanto? Muy manido y no tan superlativo. ¿Hospitalidad? Qué menos en un hotel.
Servicio. Para qué emplear más eufemismos si lo que buscamos, en definitiva, es una atención que nos llegue al alma. Un arte en el recibir. Un rito en la secuencia de la estancia. Una abstracción ceremonial, la percepción de que uno es lo importante. Ya sea en el lujoso Park Hyatt o en cualquier humilde posada de la geografía peninsular, que el buen trato no cuesta dinero. ¿O es que sólo vamos a exigir servicio del bueno a quienes tienen los ojos rasgados?
Sí, hablo otra vez, aquí en Japón, de esa consabida liturgia de la bienvenida.
Fernando Gallardo