Dos motores esenciales caracterizan a la Tercera Revolución Industrial, la llamada «revolución de la inteligencia», en las que confluyen una nueva tecnología de comunicación a través de Internet y unas energías renovables que buscan una alternativa a la decadente explotación de los combustibles fósiles.
Uno de estos propulsores es la impresión digital de bienes tangibles, que se ha iniciado con la producción de pequeños objetos de uso doméstico, como la vajilla o las luminarias, y se continúan en fase experimental con la fabricación de automóviles o la «impresión» de edificios enteros. Este formidable avance tecnológico nos está permitiendo construirlo todo, o casi todo, con un coste marginal tendente a cero. La producción digital igualará en el futuro lo tangible y lo intangible. Como en la música, el Sigue leyendo