Un lugar en el que vivir

Viajar a París obliga a visitar la torre Eiffel. En Londres nadie quiere perderse una foto con el Big Ben detrás. Barcelona es para ver a Gaudí si no se es ciego. Claro que para fotos, nada como el Taj Mahal y su aura romántica. A Nueva York se va a ver rascacielos, y, si la carótida responde a tanto pasmo vertical, un musical en Broadway puede estar muy bien para despedir la jornada. Hoy es jueves, esto es Bruselas.

Así han sido los episodios geográficos desde que el turismo es turismo y las agencias de viajes, agencias de viajes. Da lo mismo TuiHalcónRumbo, Despegar, Booking, o Viajes El Corte Inglés. Sus reclamos destilan todos una cantinela parecida, clásica, repetitiva… «Migra hacia el calor Lanzarote», «Descubre el encanto y la luz de Lisboa», Sigue leyendo

La industria turística será ‘millennial’ o no será

Como sugeríamos esta semana en un artículo escrito por Sebastián Montalva Wainer en la Revista del Domingo del diario chileno El Mercurio, «los millennials se muestran mucho más exigentes en sus viajes que las generaciones anteriores, sencillamente porque tienen más información que nunca». Este detalle no es cuestión baladí porque se ha convertido en el gatillo que está transformando muy deprisa la industria turística en su conjunto. Desde el conocimiento del destino hasta los canales de distribución, todo está sufriendo un aparatoso, conflictivo, irreversible y a veces inesperado revolcón.

¿Por qué tanta importancia le damos al fenómeno millennial? Las generaciones precedentes crearon, es cierto, la industria de los viajes. Modularon los escenarios. Trazaron sus estrategias. Canalizaron a sus actores. Se inventaron el turismo, vaya. Y, Sigue leyendo

Experiencias locales de Airbnb

vida de barrio

Una de las mayores debilidades de la hotelería tradicional es su dificultosa integración con el entorno. En la ciudad, en la playa, en la montaña, los hoteles parecen islas en medio del mar, cuando no náufragos de cariño y reconocimiento por parte del vecindario. Resorts turísticos vallados en paraísos recónditos, debidamente protegidos de la población local (a veces harapienta, otras pedigüeña). Hoteles urbanos cuyo glamour traza una frontera invisible entre la población residente y la pasajera. Centros de negocios especializados en impedir a sus clientes toda distracción local, diseñados con los más refinados instrumentos de inescapabilidad.

El ideal de cualquier anfitrión es, no obstante, ejercer de eso mismo: el arte de la bienvenida, la acogida y la zambullida local. Tanto marketing de destino y tanta estrategia discursiva sobre las actividades complementarias, eso que los anglosajones denominan ancillaries, para que llegue un neófito y consiga por arte de magia el ensamblaje perfecto entre lo de afuera y lo de adentro, la diferenciación exigida en toda economía del desplazamiento que hemos reconocido como industria turística. Tal ha sido desde sus principios el ideario Airbnb: espíritu de barrio, esencia local. Sigue leyendo

La vivienda colaborativa de la princesa

Dar Seven

La explosión de los riads en Marrakech y otras ciudades magrebíes en los últimos años no ha sido casual. Su belleza arquitectónica apunta a una corriente estética que todo viajero lleva consigo o intenta aprehender. Pero no solamente eso. El reclamo doméstico de esta modalidad de alojamiento quizá fue el preludio de lo que observamos en diversas ciudades de Europa y América. Las viviendas particulares poseen un indudable atractivo para el huésped culto, que las prefiere al hotel bajo ciertas condiciones de viaje. Especialmente, el viajero millennial, cada día más renuente a ser turista y consumir productos turísticos. La experiencia diferenciada del alojamiento se opone consecuentemente a la normalización turística, a la regulación de los estándares turísticos y al encorsetamiento de la oferta turística.

Dar Seven, el último riad inaugurado en Marrakech, define como ninguno la experiencia personalizada de una vivienda propia. Su propietaria, la princesa Letizia Ruspoli, pasa en él largas temporadas, al tiempo que pone a disposición de ese viajero culto las cuatro únicas habitaciones del riad, al igual que hace con las tres habitaciones de su Residenza Napoleone, en Roma. Fátima, el ama de llaves, se ocupa de todo cuando ella no está.

La economía colaborativa del turismo no ha hecho más que empezar.

Fernando Gallardo |

Alquileres turísticos de película

Brooklyn

Instagram y la nueva cultura multimedia están convirtiendo el mundo en un gigantesco plató. Los millennials, iconoclastas urbanos, abanderan el sentimiento de vecindario como una prolongación ideológica del apotegma «piensa global, actúa en local». Por lo que no es difícil concluir que el barrio, la ciudad, la conurbación universal de las redes sociales constituyen el ecosistema en que se desenvolverá política, social, cultural y económicamente la generación llamada a liderar nuestra sociedad en los próximos 10 años.

El alquiler libre de viviendas y la economía colaborativa están llamados a generar valor en sus vidas, quiéranlo o no los portavoces de las generaciones anteriores, muchos de ellos sordos al aviso de uno de sus propios profetas, Bob Dylan: los tiempos siguen cambiantes. Los propietarios de estas primeras o segundas residencias, a título individual, concurren en un mercado cada día más libre en las mismas condiciones que Sigue leyendo

Hey You Wow Fun Fab Bam Tru

Mientras los principales grupos de presión hoteleros siguen distraídos con su peculiar cruzada anti Airbnb, las grandes marcas norteamericanas marcan el rumbo de la industria turística con importantes innovaciones tendentes a seducir a la generación millennial. Ajena a las batallitas domésticas de quienes ven el alquiler de viviendas particulares como una amenaza para su débil posición de mercado, Hilton acaba de lanzar una nueva enseña que reinventa los espacios y servicios de hotel al gusto de Sigue leyendo