Numerosos hoteleros, más de los que me gustaría a mí, se equivocan cuando piensan que Airbnb es el enemigo número 1 de la industria hotelera. Una y otra vez se empeñan en identificar la libre concurrencia de intermediarios como un desprecio a la ley, el espíritu emprendedor como una contravención del espíritu corporativo, el régimen de tributación fiscal como un agravio comparativo al pago de impuestos preestablecido (que muchos se saltan en cuanto las cosas van mal, como les ha sucedido a los ‘turísticos’ Gerardo Díaz Ferran y Arturo Fernández. Ya hemos analizado suficientemente en pasados artículos (Airbnb y el inalienable derecho a existir, ¿Será Airbnb el próximo Booking?) los cambios profundos que se vislumbran en el horizonte 2020 de la distribución turística y quiénes serán los nuevos protagonistas de este futuro tan inmediato.
Se equivocan los hoteleros confundidos con la aparición de este nuevo actor en la intermediación turística porque el sello Airbnb acabará siendo tan codiciado por todos Sigue leyendo
Me llegan noticias fúnebres sobre lo mal que le está yendo a la que hasta hace no mucho era mi ciudad. Madrid se queja y se duele de la pérdida acelerada de turistas y su repercusión en muy diversas industrias de la capital. Mientras en España se baten récords de llegadas foráneas, Madrid se derrumba este año en un 6,7%. Y la cosa pinta peor en 2014. Madrid ya no mata.
Hilton, en los albores de la hotelería industrial, decía que los tres factores decisorios en la elección de un hotel eran «location, location, location«. Con la popularización de la industria turística, el precio introdujo su cuña en las ofertas a gran escala de los turoperadores internacionales. La concentración empresarial y la formación de cadenas hoteleras de ámbito internacional vino a cerrar la triada con un nuevo protagonista: el factor marca. En ningún momento intervinieron, como muchos pueden creer, las estrellas. Entre otras razones porque no existe ninguna homologación internacional de las mismas y la parametrización de este modelo clasificatorio únicamente es fiable en la métrica de lo tangible (las instalaciones), nunca de la hospitalidad.