Nuestra experiencia en la ronda de seminarios de innovación hotelera 2013 tuvo como frutos principales el intercambio de información y reflexiones entre los empresarios turísticos asistentes. Unos 800 hoteleros, si sumamos los eventos celebrados en Santander, Zaragoza, Granada, Sevilla, Málaga, Cádiz, Santiago de Compostela y Lanzarote. Pero, más allá de la materia objeto de análisis (el servicio en el turismo del mañana), lo que motivó la satisfacción general fue el trabajo en red de los asistentes, que organizamos para estimular negocio y conocimiento entre ponencias y debates. Presentamos nuevos productos turísticos, alentamos a que los participantes dialogaran bis a bis sobre ellos y también sobre sus propios negocios, creamos una atmósfera que permitiese ese intercambio de pareceres, propiciamos el que unos y otros se conocieran. En suma, generamos confianza.
¿Por qué? La neurociencia nos ha enseñado recientemente que el mundo no coopera porque nadie se fía del otro. El desconocimiento engendra prevención, distancia, inseguridad. La ignorancia es la madre de la soledad. Veamos cuál es el hit parade de la desconfianza, enumerado por los neurocientíficos:
- Glosofobia. El miedo escénico o temor a hablar en público afecta nada menos que al 19% de la población.
- Necrofobia. El miedo a la muerte, el segundo en importancia, afecta al 16% de los mortales.
- Aracnofobia. Curiosamente figura en el podio, sobre otros miedos supuestamente más cervales. Afecta al 13% de los seres humanos, independientemente de su localización geográfica.
- Escotofobia. Pródigo en los hoteles de noche. Es la aprehensión a la oscuridad, que remueve al 10% de los individuos.
- Acrofobia. El miedo a las alturas, con o sin vértigo, hace temblar las canillas al 9% de los humanos.
- Autofobia. Cruel, pero evitable. Es el miedo a la soledad. Un 8% de las personas lo padecen, especialmente en las ciudades.
- Aéreofobia. El miedo a volar, más común de lo que cabe pensar. Alcanza a un 6% de la población.
- Gerasfobia. Aquel que lleva a un 5% de la gente a embadurnarse de cremas rejuvenecedoras, botox, liftings, etc. Es el miedo a envejecer, pese a lo inevitable y honorífico del acto.
- Gametofobia. El miedo al matrimonio. Algunos lo adoptan incluso jubilosamente, después de la primera experiencia. Un 4% de las personas se jactan de padecerlo.
- Claustrofobia. El último de la lista concierne únicamente al 3% de la población. No hace falta explicarlo.
En resumen, más que rechazo a las arañas, a quedarse solo, a sentir el vértigo en el bajo vientre, más que confundir de noche a los gatos, porque todos son pardos, lo que paraliza a uno de cada cinco es el miedo a expresarse en público. Sufrimos un miedo al ridículo atroz. No hemos sido educados para el fracaso. No toleramos el error por muy humano que sea. Imposible exponerse alegremente al qué dirán. Y por eso nos protegemos. Nos callamos. O, peor, balbuceamos cuando nos toca salir al estrado.
En última instancia, sin embargo, muchas de estas razones se deben a una falta de conocimiento sobre la materia de la que se está hablando. Y sobre el cómo se explica lo que se sabe o lo que se supone que uno sabe. Comunicarse de manera efectiva es entender los lenguajes y modos de pensar de las personas con las que se está en contacto. Pensamiento analítico, que juzga las ideas basadas en hechos y razonamientos lógicos. Pensamiento secuencial, que comprende los detalles, el ritmo y la solución a aquellos problemas objeto del debate. Pensamiento interpersonal, que interpreta mensajes visuales, intuitivos, innovadores y conceptuales; eso que denominamos empatía. Y pensamiento imaginativo, que es soltarse la melena cuando teneos a alguien delante con ganas de conocernos a fondo.
Éstas son las prácticas que abordamos durante los seminarios #hotel2020 que celebramos en 2013 en las capitales referidas y que repetiremos en 2014 con nuevas ciudades y nuevos contenidos, según puede seguirse en la web específica de los seminarios y en las páginas abiertas en Google+ y Facebook. Sí, hablaremos este año de Big Data y de las principales tendencias que se vislumbran en la industria hotelera para los próximos años. Pero, sobre todo, ayudaremos a los empresarios turísticos a vencer sus miedos escénicos y ponerse en contacto con sus homólogos para propiciar sinergias fructíferas para sus negocios. Nos tomamos muy en serio las horas de networking y nos comprometemos a que todos los asistentes salgan con una carpeta de conocimientos −y conocidos− bajo el brazo.
Limpiaremos de arañas la red de hoteleros innovadores.
Fernando Gallardo |