Google empieza a vender ya sus gafas digitales en Estados Unidos, aunque el acceso haya sido limitado por ahora a la categoría (masiva) de los «exploradores» o usuarios precoces, como se les conoce en el argot mercadotécnico. Probablemente no sean todo lo cómodas que esperábamos quienes ya las hemos probado, ni tan funcionales, ni tan superferolíticas. Pero seguro que abren la puerta a futuras mejores y, sobre todo, a una nueva era digital acuñada con la marca IoT, Internet of Things, el Internet de las Cosas.
Soy uno de los convencidos de que Google, cuyas oficinas en Nueva York pude visitar recientemente como quien hurga en el Pentágono, está llamado a ser también Sigue leyendo